Descifrando los aditivos

Ir al supermercado y escoger el mejor producto cada vez se vuelve más difícil. Se piensa que los números E’s son perjudiciales y suele ser motivo suficiente para desechar un producto, sin saber realmente si se trata de una buena opción o no. Hay tanta (des)información en internet que un reclamo hacia el consumidor es una etiqueta “sin EDTA” o “zumo de limón” en el listado de ingredientes en lugar de “E-330”. ¿Pero qué son en realidad los aditivos?

Los aditivos, o números E’s, son sustancias que se han añadido con el objetivo de mejorar una o varias características del producto (sabor, color, textura, alargar la fecha de caducidad…) y que, por lo tanto, no son un ingrediente básico ni mejoran su calidad nutricional. Para que sea más sencillo de entender, la diferencia de unas legumbres con o sin EDTA será que las que no lo llevan tendrán un color más pardo, más oscuro, pero su calidad nutricional será la misma, porque el EDTA o E-385 simplemente actúa como un antioxidante. Lo mismo ocurre con el E-330, si un producto lo lleva es motivo de sospecha, pero si pone “ácido cítrico”, como se asocia al zumo de limón, aporta confianza, sin caer en la cuenta de que se trata de lo mismo. Tanto es así, que la industria se ha aprovechado de esta desinformación y se han podido ver anuncios donde se comparaban dos productos (uno con números E’s y otro sin ellos) en el que el listado de ingredientes venía a decir lo mismo. Es más, cuando en una receta de un postre casero se indica que se añada una pizca de sal, lo que realmente se está haciendo es utilizarla como potenciador del sabor.

Los aditivos se identifican a través de un código porque son una lista y como tal, han de estar clasificados y diferenciados en distintas categorías. En primer lugar, tienen que pertenecer a los aprobados en la lista blanca del Codex Alimentarius (un organismo científico dependiente de la FAO y la OMS cuyo objetivo es garantizar la seguridad alimentaria) y posteriormente, regulados por la Unión Europea, de ahí que el código empiece con una E y continúe con un número que será el que indique el grupo al que pertenece, por ejemplo, los 100 son colorantes, los 200 conservantes, los 300 antioxidantes… Y las decenas y unidades, indicarán la sustancia de la que se trate. Siguiendo con el ejemplo anterior, el E-330 indica que está aprobado en la Unión Europea (E), que es un antioxidante (300) y que se trata del ácido cítrico (30). Algunos, a pesar de no ser muy recomendables, el beneficio que aportan supera al riesgo de consumirlo, un ejemplo sería el E-250 o nitrito sódico, que impide el desarrollo del Clostridium botulinum. Esta bacteria que crece sin presencia de oxígeno, conocida por su empleo en el botox en dosis controladas, produce una toxina que provoca botulismo pudiendo llegar a causar la muerte, por este motivo en los productos al vacío es común encontrar este aditivo a pesar de ser cancerígeno.

Pero como bien decía Paracelso, “nada es veneno, todo es veneno; la diferencia está en la dosis” y es que los aditivos, además de estar en continuo estudio, tienen una IDA (ingesta diaria admisible), es decir, un límite de la cantidad que se podría consumir diariamente sin que por ello fuese perjudicial, pero es que además, para calcular la IDA se tienen en cuenta dos factores importantes: que los humanos son 10 veces más sensibles que los resultados en el laboratorio y que hay personas (niños, embarazadas, ancianos…) más sensibles que la media y, por lo tanto, este límite ha de contemplar ambos factores. Como resultado, el valor obtenido en el laboratorio se divide entre 100 para así determinar la IDA. Luego, cada país, basándose en los datos del Codex Alimentarius, regula la concentración máxima permitida.

Así, a la hora de mirar el listado de ingredientes, no tendrá tanta importancia si lleva aditivos o no, sino más bien de si el producto se puede considerar saludable en función del resto de ingredientes. Por norma general, cuantos más aditivos tenga el producto, más procesado estará y menos recomendable será para su consumo diario, de nuevo, no por los números E’s sino por el conjunto de ingredientes. Pero, en el mundo de los aditivos, puede haber algunas personas que sí que necesiten conocer cierta información, como el colectivo vegano. Quien lleva una alimentación vegetariana puede no querer consumir los aditivos que se han obtenido de los animales, así se conoce que la E-120 o ácido carmínico es el colorante que da una tonalidad rojiza a algunos productos y que se obtiene a partir de la cochinilla, que la E-441 es la gelatina y viene del cartílago de algunos animales, la E-901 es la cera de abejas, la E-913 la lanolina, procedente de las ovejas y que con ella se obtiene la vitamina D, motivo por el cual no todas las leches vegetales son veganas, pero sí vegetarianas, la E-966 o lactitol procede de la leche y la E-1105 se suele obtener del huevo, una enzima conocida como lisozima.

¡Difunde la noticia!