El Partido Popular ha tenido el atrevimiento y la gran osadía de exigir transparencia y denunciar que tres asociaciones, que reciben subvenciones sufragadas con recursos de todos los vecinos, están registradas casualmente en el mismo domicilio de una persona que formó parte de la lista con la que IU-Más Madrid-Verdes Equo concurrió a las pasadas elecciones municipales, y es ese mismo partido el que desde la Junta de Gobierno Local, le ha concedido dichas subvenciones a través de convenios de colaboración.
Y como consecuencia de esa osadía, cuyo fin último es velar por la correcta gestión de los recursos públicos, 21 asociaciones a las que evidentemente no les gusta la transparencia, asociaciones que no quieren que se les audite, asociaciones que no quieren que se controle lo que hacen con el dinero de los vecinos, se unen para pedir que el PP “deje de amenazar, insultar, acosar y difamar a asociaciones, plataformas, activistas, vecinas y vecinos”.
El ideólogo de semejante comunicado tiene que tener muy poca vergüenza, máxime cuando quien sistemáticamente es amenazado, insultado, acosado y difamado es el Partido Popular y sus representantes. Entre los firmantes están precisamente quienes han ido a reventar un acto del Partido Popular llamando “asesina” a la presidenta de la Comunidad de Madrid mientras arrancaban los cables de los altavoces para que no se nos escuchara.
Entre los firmantes están los que sistemáticamente nos llaman fascistas en redes sociales incitando el odio hacia nosotros y, cuando ven que las cosas se ponen feas porque algún violento se ha extralimitado dedicándonos pintadas amenazantes en la esquina de nuestras casas diciéndonos “Novo y Martínez estáis en nuestra diana, PP fascistas fuera de Rivas”, dicen con la boca pequeña que condenan las pintadas, por si se nos ocurre pensar que ellos pueden estar entre los sospechosos.
Cuando dicen las 21 asociaciones que nosotros atentamos contra la convivencia, en realidad lo que quieren decir es que les dejemos seguir haciendo y deshaciendo a su conveniencia.
Lo que quieren es continuar recibiendo prebendas y recursos sin control. Utilizan palabras que parecen intocables, sagradas, incuestionables. A quién se le ocurre pensar que tras la palabra solidaridad pueda esconderse algo turbio, proyectos que son de imposible comprobación en destino, memorias justificativas que aguantan lo que se les ponga porque nadie las va a cuestionar, quién va a ir a un pueblo recóndito allende los mares, en la otra punta del mundo, a comprobar la correcta ejecución de un proyecto o a cotejar una factura. Quién va a preocuparse de la situación legal de la contraparte que recibe en destino el dinero de nuestros vecinos, quién va a comprobar la verdadera finalidad de los recursos de los ripenses. Nadie porque con la solidaridad de las asociaciones no se juega, la solidaridad de las entidades (practicada con el dinero de los vecinos) no se pone en tela de juicio, y el que tenga el atrevimiento de hacerlo es políticamente incorrecto y desatará la ira y la venganza de quienes no quieren que se les controle ni audite.
Pues sirva este artículo como declaración de intenciones. Ni todos los comunicados del mundo, ni las presiones en los medios de comunicación, ni las pancartas, ni el acoso, ni las amenazas, van a conseguir que hagamos la vista gorda, que nos callemos, que miremos para otro sitio y que no denunciemos. No estamos aquí para eso.
Nuestro paso por la política municipal será una etapa de nuestra vida que se caracterizará por nuestra dedicación y entrega absoluta al trabajo, pero no por nuestra cobardía. Como portavoz del PP, cumpliré mi compromiso con los vecinos y defenderé con valentía mis ideas, las del partido que represento y las de las personas que han confiado en mí eligiéndome para que fuera la alcaldesa del municipio.
Por todas ellas, no pienso dar ni un paso atrás, no voy a retroceder ni para coger impulso, no voy a mirar para otro sitio, no voy a callar y no dejaré de denunciar todo lo que perjudique a mis vecinos para beneficio y conveniencia de unos pocos aunque la disfracen de solidaridad.