En este penúltimo capítulo, digo penúltimo porque no quiero “cortar” los objetos de Cygnus, ya que es una hermosa e interesante constelación, tanto desde el punto de vista astronómico como del cosmológico. Entraremos en la parte más profunda de la constelación del Cisne que, por estar en la Vía Láctea, está plagada de objetos de interés. Comenzaré por relacionar, de paso, los objetos Messier, que ya conocemos:
M29 es un cúmulo abierto, de pocas estrellas y con mucha materia interestelar. Su distancia es de 6.000 años-luz aproximadamente.
M39 es también abierto, pero mucho más cercano (Unos 800 a-l). Su magnitud es de 5,5 por lo que se puede observar con prismáticos y es posible resolver fácilmente sus 30 estrellas, dispersas por un espacio de 7 a-l.
Situada cerca de Deneb (Alfa Cygni), se encuentra un objeto muy apetecible para el astrónomo aficionado. Se trata de la “Nebulosa Norteamérica” (Foto2). La semejanza es realmente asombrosa. Su número de catálogo es NGC 7000 y puede ser vista en noches de oscuridad con un buen prismático. Mirando el mapa podremos localizar perfectamente su posición.
A la derecha de esta nebulosa y más concretamente de la zona oscura denominada el “Golfo de Méjico”, está IC 5067, la “Nebulosa del Pelícano”. Esta nebulosa de emisión tiene grandes nubes de polvo oscuro, que definen el ojo y el largo pico, mientras un otra brillante, compuesta de gas ionizado sugiere la silueta de la cabeza y del cuello del pelícano (Foto3). Podemos observar también muchas estrellas jóvenes y azules, de reciente formación.
La gran “Nebulosa del Velo”, formada por NGC 6960, 6979, 6992 y 6995 es visible como unos “hilos” brillantes y de colores azules y rojos (Con grandes telescopios). En realidad se trata de los restos de una explosión Supernova, que lo haría hace unos 6000 años y cuyos restos se han ido expandiendo desde entonces. Es realmente espectacular y bella (Foto4).
Hay un objeto muy bonito de magnitud 10 que es también el remanente de una estrella que expulsó sus capas exteriores. Esta estrella tipo eruptivo Wolf Rayet tendría entre 20-30 masas solares y son tremendamente calientes, de ahí su violencia.
La nebulosa que formó tiene forma de “Media Luna”, como podemos ver en la Foto5 y su número de catálogo es WR 136 y también NGC 6888. El remanente, que se ve en el centro de la nube se ha vuelto a reactivar y volverá a explosionar en unos 100.000 años como Supernova.
Otras “planetarias” son NGC 6826 (Nebulosa Parpadeante), NGC 6884 y NGC 7027. Voy a incluir las fotografías de la primera (Foto6), una estrella muy similar al Sol que explosionó hace unos 10.000 años y la tercera (Foto7), de la que ha quedado esta bonita nube y una “enana blanca” visible en su interior, a unos 3.000 a-l de nosotros. Son extraordinariamente bellas y servirán perfectamente de colofón al artículo, animándoos sin duda a observar este verano al Cisne con las alas abiertas, la “Cruz del Norte”.
Dicen de este verano que será muy caluroso, pero por eso se puede aprovechar mejor la noche para …
¡¡Mirar al Cielo!!
M. Manero