Norte: Cygnus (El Cisne I)
Después de un paréntesis sobre las estrellas, volvemos a las constelaciones, teniendo ya unas ideas básicas para entender lo que son estos astros, por qué brillan y cuales son sus características. No me cansaré de deciros que el Cosmos es tan inmenso, que TODO lo que vemos brillar pertenece únicamente a nuestra galaxia, la Vía Láctea, y que hay miles de millones de galaxias como la nuestra, cuyas estrellas no podemos ver a simple vista.
Siguiendo con el Hemisferio Norte, llegamos a una de las constelaciones básicas del cielo, El Cisne. Digo básicas porque forma parte de uno de los asterismos más singulares, que sirve para orientarnos en las noches del verano. Es el “Triángulo del Verano”, formado por las estrellas Deneb (El Cisne), Altair (El Áquila) y Vega (La Lira). Dentro del Triángulo podemos encontrar dos constelaciones,Vulpécula y Sagitta. (Foto1)
En verano, Vega se sitúa casi exactamente en el cénit, esto es, el punto del cielo que esta justo encima de nuestras cabezas, por lo que es imposible equivocarse. Además, es la estrella más brillante del cielo estival y tiene una hermosa tonalidad azul-blanca.
El Cisne es muy fácil de identificar, ya que tiene forma de cruz (A veces se le denomina la “Cruz del Norte”), que dibuján un cisne con las alas abiertas volando hacia el Sur. Existen muchas leyendas sobre su origen mitológico y os voy a contar dos de ellas. La primera, cuenta que un rey de nombre Cicno era un amante de Faetón, el hijo de Apolo. Faetón, engañó a su padre permitiéndole montar en el Carro del Sol, pero perdió el control y fue abatido por Zeus, cayendo al río Erídano. Cicno se sumergió en el río Erídano para buscarle y lo hizo en tantas ocasiones, que, confundido por los dioses con un cisne, fue transformado en esta ave, siendo visible en el Cielo, a partir de su inserción. (Foto 2)
La otra leyenda, más bonita, pero rocambolesca, es que, en el país de Etolia, al norte de Grecia y en un tiempo muy lejano, vivió una bella princesa llamada Leda. Su padre,Testio, la casó con Tindáreo, rey de Esparta, un país caracterizado por su gente algo “bruta, guerrera y cabezota”, por lo que a Leda no le quedaba más opción que dar largos paseos por las riberas del río Eurotas, para matar el aburrimiento que le ocasionaba la poca atención de su marido, ocupado naturalmente el guerras varias. En uno de esos paseos un cisne se dirigió planeando hacia ella y sin más, la acometió sexualmente.
Pero, no pensemos mal, ya que el ave del cortejo era nada menos que el mismísimo Zeus, el Dios de dioses del Olimpo. Lea quedó preñada del “ayuntamiento” con el Cisne y con su propio marido, y puso dos huevos (¡¡¡¡¡¡). De ellos, vinieron al mundo cuatro vástagos. Helena y Póllux (por parte de Zeus) y Clitemnestra y Cástor (por la de Tindáreo).
Sí, esta Helena es la famosa Helena de Troya, la que ocasionó una descomunal guerra narrada por Homero en la Ilíada, Por otra parte, Cástor y Póllux los gemelos, formaron su propia constelación, Géminis. La pintura y escultura se han “cebado” con esta extraña “relación” entre Leda y el ave. Multitud de pintores famosos y anónimos han plasmado esta bella historia entre Princesa y Cisne. Hay cuadros de Miguel Angel, Correggio, Boucher, Gericault, en frescos de Pompeya y de pintores españoles como Ulpiano Checa, cuyo museo se encuentra en el pueblo de Colmenar de Oreja y que merece la pena ser visitado. Os adjunto el precioso cuadro que pintó nada menos que Leonardo da Vinci (Foto3), y el de nuestro pintor casi vecino, Ulpiano Checa (Foto 4).
Cygnus, era una de las 48 constelaciones descritas por Ptolomeo en su Almagesto. En la segunda parte dedicada a ella os adjuntaré un mapa estelar para que podáis localizar al Cisne este verano, si la pandemia del malvado Coronavirus que nos está asolando, nos permite volver a pasear y admirar esa naturaleza asombrosa a la que parece que hemos enfadado y con razón.
Las estrellas de esta constelación son bastante notables y consta en su interior de algunos objetos de enorme importancia astronómica y cosmológica, que iremos viendo en artículos sucesivos, en detalle. Con la Mitología y el arte que dicha constelación ha generado, creo que he consumido el espacio razonable para este artículo, así que habrá que dedicarle el siguiente o dos más, dada la belleza de esta constelación de nuestro cielo Norte y porque en verano (a excepción de los astrónomos y aficionados, a los que nos va más el invierno, por sus cielos más libres de aberración ocular ), nos resulta siempre más agradable…
¡¡ Mirar al Cielo !!
M. Manero