Hace unos años descubrí la existencia de ‘Celia en la revolución’ gracias a la obra teatral Sendero Fortún.
Si recordáis con cariño ‘Celia, lo que dice’ y los libros que le acompañan, os recomiendo este libro. Eso sí, leedlo, pero ignorad el prólogo de Andrés Trapiello, o leedlo tras acabar la novela-aunque es absolutamente prescindible-.
Trapiello parte de la falsa idea de que hay una tercera España que se basa en la falacia blanqueadora del franquismo que dice que fascismo y antifascismo son lo mismo porque los extremos se tocan. “El viejo mito de las dos Españas, sostenido interesadamente por los autoritarios de una y otra parte, los fascistas por un lado y los comunistas y demás por otro”, blanquea Trapiello. Esta tercera España, plantea Trapiello, ha sido perseguida y silenciada hasta ahora y por eso la novela de Elena Fortún no ha sido reconocida previamente.
Pero la novela no es equidistante aunque el punto de vista de la novela sea, obviamente, el de Celia -una joven burguesa-. Además, Trapiello sabe perfectamente que esa literatura cobarde posicionada con los vencedores jamás ha estado silenciada.
Esta novela no fue publicada hasta los años 70 y fue posteriormente olvidada. Este olvido, plantea Trapiello, se debe a una imaginaria persecución a equidistantes como él. Nos encontramos, una vez más, a otro hombre que se olvida de que las mujeres han sido silenciadas a lo largo de la historia por el hecho de ser mujeres.
Como Elena Fortún, también Luisa Carnés fue silenciada hasta hace pocos años y nadie podrá acusarla de equidistancia. También se ocultó la literatura no infantil de Gloria Fuertes, porque se puede reconocer el trabajo de las mujeres entreteniendo a niñas, pero hasta ahí llegan sus valores constitucionales.
Leamos a Encarnación Aragoneses, la mujer real tras Elena Fortún. Leamos también su literatura lésbica, como Sendero Oculto. En resumen, disfrutad de Celia.