He de reconocer que, cuando el director de arte, gran periodista y redactor de Zarabanda, Adrián Mozas, me propuso el tema-base para este mes, me quedé de primeras un poco “en blanco” y bastante preocupado porque no veía salida para resolver el dilema. Afortunadamente, al cabo de pensar un ratillo, me vino a la cabeza la solución, que es la que voy a contarles a continuación. No voy a relacionar los insectos directamente con la propia Batalla del Jarama, lógicamente, y mucho menos con el asunto de la “memoria histórica” (eso, reconozco, es harto complicado, me desborda y no sé como enlazarlo). Pero bueno, lo vamos a intentar teniendo en cuenta que fue un conflicto entre hermanos en un mismo país y que, en el mundo de los insectos, se dan casos digamos que “similares” entre una misma especie y un mismo colectivo.
No hay mucho donde elegir, la verdad, pero esto acontece en ciertas especies de hormigas (acaso también suceda en algunas especies de avispas o abejas pero, que yo sepa, no está documentado científicamente o, en todo caso, yo no lo conozco). Utilizando las feromonas pueden comunicarse entre ellas y emitir una cantidad ilimitada de mensajes que no solamente sirven para el reconocimiento de lugares específicos, marcar caminos ya explorados o señalar ubicaciones peligrosas o las que tienen alimento, sino también para reconocer a las hormigas pertenecientes a la propia colonia y distinguirlas de las demás (ninguna colonia tendrá hormigas produciendo las mismas feromonas que otra).
Y hasta aquí todo “normal”, ya que eso posibilita las luchas entre diferentes hormigueros, que podríamos comparar a los conflictos bélicos entre diferentes países, cosa, por desgracia, muy habitual en este mundo en el que vivimos y que nosotros mismos hemos condicionado. Pero, claro, eso no es asimilable directamente a una guerra entre elementos de un mismo grupo, como es el caso de la batalla que aquí aconteció. Sin embargo, en el mundo de los formícidos hay ejemplos que, salvando las distancias, podríamos relacionar más estrechamente con lo que en ese aspecto significan las guerras civiles.
En muchas especies de hormigas la división del trabajo reproductivo está regulada por las «feromonas de reina». Aunque el significado etológico de las investigaciones científicas sigue siendo controvertido, se cree que el control manipulador de la reina conduce a una carrera armamentista evolutiva entre reinas y obreras. En algunos casos, el modelo estructural mantiene colonias dirigidas por una sola reina en las cuales, eventualmente, aparecen clanes liderados por princesas y obreras fieles que provocan episodios de agresión contra la reina madre y su propia guardia pretoriana que terminan en auténticas batallas internas con resultado incierto, ya que a veces una o varias princesas sobreviven y dividen el nido provocando la fisión entre los nidos madre e hijo y de esa manera se fundan las nuevas colonias.
Ciertamente no es comparable una cosa y otra, podrán argumentar —y tendré que darles la razón, lo admito—, aunque en alguna medida existe un extraño paralelismo en ambas circunstancias… ¿nada nuevo bajo el sol? No sé, ¿ustedes que opinan?
Les deseamos, amables lectores, una primavera agradable y les emplazamos para dentro de un mes compartir nuevo tema y relacionar, de alguna manera, las actividades humanas con las de los insectos. Cuídense mucho.