Las narrativas artísticas contemporáneas sujetas a las propuestas de identificación fuera del marco especulativo objetual, que de tiempo ostentaron una normatividad hegemónica, nos llegan como una atribución y plataforma de reflexión, cuestionando el artificio como idea. De tal modo la idea sintetizada en el estrato de lo tangible con capacidad de ser detectada provee de manera antitética todo un panorama de posibilidades en las prácticas meta-modernas que justifica, sin lugar a duda, la legitimidad de la oratoria como único flujo y canal de contenido entre el sujeto demandante de experiencias en torno al arte y los factores de distribución que nunca, para estar en la contemporaneidad, deben ser ponderables ni evaluables objetivamente por la demanda…. ¿Han entendido algo? No se apuren si no es así, y aunque en ello hay más “chicha” de la que parece, el modo en que vienen a hablarnos de lo obvio en materia de artes plásticas, parece buscar esa arquitectura de lo intrincado como modelo de una subjetividad que no se nos permite usar como la usan quien la utiliza. Esto es Arte y usted está fuera, por lo tanto, no trate de entorpecer la labor de quien dice saber de esto. No cuestione, manténgase margen.
La deriva en materia de artes plásticas es tan delirante que las instituciones han claudicado ante especuladores de la nada, destrozando la posibilidad de establecer un argumentario creíble además de soportable y lo que es más capcioso, la demanda e interés por el arte contemporáneo.
Bajo esta realidad, el público ha quedado fuera, no de los grandes eventos museísticos o fundacionales donde firmas y nombres avalados por la historia resultan ser un reclamo, sino de lo que hoy se piensa, ejecuta y pone sobre el escenario expositivo. La burbuja creada por aquellos que son capaces de vender ocurrencias es tan grande y se encuentra tan bien estructurada, que el conocimiento, la decisión personal para elegir o la verbalización del gusto es un estorbo.
De tal forma, si en mayor o menor medida, a expensas de las circunstancias, cualquiera de las otras disciplinas tenidas en cuenta como arte disfrutan de una demanda que alcanza una población heterogénea, lo cierto es que el gasto institucional o pseudo privados se deriva en un porcentaje superior al 95% a satisfacer proyectos que nada tienen que ver con los intereses de la ciudadanía. Matadero, Centro-Centro o la Casa Encendida como espacios de referencia son ejemplos de lo que aquí se expone y no es extraño observar cómo cada una de la presentaciones y exposiciones que tienen lugar en estos foros parecen apelar a la convocatoria del mismo entorno que las ha generado. Ejecuciones sin sentido, simples, obvias y cargadas de la grandilocuencia absurda del que parece haber descubierto lo evidente creyéndose pionero, además del fácil acceso a unos procedimientos más propios de lo reubicado que de lo hecho, jalonan lo que han dado en llamar Arte contemporáneo. Se juego, entonces, con el escepticismo del espectador que, aburrido de su propia perplejidad, abandona cualquier posibilidad de verse identificado con las propuestas contemporáneas y el mundo en el que vive.
Claro que, para que todo esto tenga sustento, no faltan pandillas de diletantes – auto convertidos y denominados a sí mismos como artistas- que han puesto el empeño en sermonear al resto a través de un bien diseñado circuito de conferencias en las que vienen a “iluminar” al auditorio que pueda soportar semejante disparate que, no obstante, no son pocas las veces que se llenan ante la posibilidad por parte de los asistentes de “pillar” a algún que otro gestor que logre dar salida a la ocurrencia que tiene en mente. Es pues, un círculo vicioso que se retroalimenta y en el que queda excluido del debate aquel o aquella que no ostenta el rango de autorizado para opinar.
La culpa, como bien han podido experimentar todos ustedes, no es de un sistema secuestrado por este lobby disfrazado de intelectual, sino del resto de la población que, según ellos, carece de la cultura y e2ducación para abordar de forma comprensiva el caudal de estupideces que se proponen. No hay mejor defensa que un buen ataque. Y para eso, lo mejor es hacer gestor cultural, comisario expositivo o curador. Un disparate que nos ha llevado a que instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, articule unas propuestas de adquisición de obras y exposiciones al antojo de la dirección de turno. En este esperpento este museo nacional ha retirado obras de significado interés para entender la evolución del arte español contemporáneo de la segunda mitad del siglo XX, dando paso a “ocurrencias” que venden los diletantes bajo el pasajero compromiso del oportunismo y la vaselina de un interés impuesto…más, para que no tengan duda de su funcionamiento y carácter de Museo Nacional el patronato de la institución sólo adquiere obras en la feria ARCO. Obras que previamente ha acordado adquirir y que responde al absurdo argumentario de hacerlo para el fomento del arte español… como si no supiéramos que son los mismos ocupando despachos de influencia para que nada escape. Un verdadero despropósito que se cierra con la fanfarronada de advertir que, si hubiera algo que pudiera interesar fuera de ARCO, la dirección forzaría la donación con el fin de adquirir la pieza en cuestión a coste cero… “Cualquier artista quiere tener una pieza en el Reina… es fácil que acepten…” Y así es como se construyen los idearios que no interesan a nadie y que, más tarde, parece que marcarán nuestra época. Esperpento absoluto.
Juan Antonio Tinte