OPINIÓN

Hablemos de hostelería ripense

Ley de Godwin ripense

Otra vez más, The Rivas Tribune acude al auxilio de esta revista digital, proporcionando contenidos de calidad. En esta ocasión se les ha ocurrido la brillante idea de proponer una temática centrada en las mascotas y en los derechos de los animales. ¿Qué tiene que decir el decano de la prensa digital ripense al respecto, se preguntará el sagaz lector? En nuestra calidad de genuino repositorio de la memoria de este ínclito municipio del Sureste madrileño, pues mucho.

A lo largo de la historia del TRT hemos sido testigos de los debates que han surgido sobre este asunto en las redes sociales de Rivas, ciudad amiga de los animales. Uno de los más fecundos ha sido siempre el de las cacas excretas de los perros, que provoca quejas de muchos vecinos al respecto. Y no es para manos. En 2019, 7.835 kilos de excretas fueron recogidos por los servicios de limpieza, es decir, 653 kilos de mierda excrementos al mes, que ya es decir. La pandemia esa que nos iba a hacer mejores tampoco ha cambiado los hábitos de una parte significativa de los dueños de mascotas. Mucho nos tememos que, a tenor de lo que se observa por las calles de nuestro municipio, la cosa no ha ido a mejor de 2020 en adelante.

Lo que es curioso es que esta problemática, desde un punto de vista ideológico, es plenamente transversal. Hay dueños de perros irresponsables en todo el arco político, desde la extrema izquierda socialcomunista hasta los partidarios del Noviembre Nacional, pasando por el extremo centro. Los argumentos que se usan para justificar el no doblar el lomo para recoger dichos excrementos son también sorprendentes, y están relacionados con esa especial visión de lo público que caracteriza al español carpetovetónico de pro y se resume en: “¡Que lo recojan otros, con el IBI que pagamos!”

Como siempre tenemos que distinguirnos por algo, en el debate sobre las heces caninas, los ripenses hemos desarrollado nuestra propia Ley de Godwin. Para aquellos lectores poco avisados en redes sociales, esta ley establece que, a medida que una discusión se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno. En nuestro caso, a medida que una discusión sobre cacas perrunas se alarga, la probabilidad de que los perros se comparen con los niños tiende a uno. Si no nos creen, dense una vuelta por los grupos de Rivas y verán cuál es la dinámica. Normalmente, todo se inicia con un amargo post en el que una persona se queja de la profusión de excretas en su barrio, acompañado profusamente de fotos de los rincones en los que algún animal de poderosos intestinos decidió aliviarse. Mejor fuera que dentro, como afirmaba Shrek.

Inmediatamente habrá algún dueño/a de perro que intente justificarse con el argumento de que el Ayuntamiento dejó de facilitar bolsitas para su recogida hace años. Algunas personas con dos dedos de frente dirán que ellas, como propietarias de perros, compran dichas bolsas en los chinos comercios regentados por personas de procedencia asiática por menos de 50 céntimos los tres rollos. En este punto, alguien aducirá que, en Torrejón, el Ayuntamiento no solamente les regala las bolsas, sino que les facilita de manera totalmente gratuita un kit super mono con una palita y unos guantes, amén de un perfume, para hacer ese momento más agradable Sin duda, alguien sugerirá que se necesitan parques caninos, a lo que algún otro ciudadano concienciado contestará que, no siendo propietario/a de perros, ¿por qué motivo sus impuestos tendrán que destinarse a estos menesteres?

Ahí ya se habrá liado parda. Este comentario provocará un alud de reacciones de airados propietarios/as de “Simbas”, “Rockys”, “Zeus” y “Thors” afirmando que, si ellos no tienen hijos, no entienden el motivo por el que deberían pagar con sus impuestos los parques infantiles, las becas escolares o incluso la educación pública de los hijos de los demás. A partir de este momento, el debate ya habrá alcanzado el nivel de “a mí eso no me lo dices en la calle”, por lo que recomendamos a nuestros lectores salir cuanto antes de esa conversación.

Si se analiza el contenido de esas conversaciones, es fácil concluir que la mayoría de los ciudadanos/as de Rivas considera que “lo público no es de nadie”, cuando en los países civilizados “lo público es de todos”. Y no, no somos un caso atípico en España. Esa suele ser la visión mayoritaria en nuestro entorno. Por ello, cuando había bolsas en las papeleras caninas desaparecían en horas porque había mucha gente que las robaba para multitud de usos (estos ojos que se han de comer los gusanos han visto no pocos sándwiches escolares envueltos en este tipo de bolsas). Por ello hay personas que recogen las heces en bolsas, pero las dejan en el suelo “para que las recojan los barrenderos”. Por último, y estos son demasiado numerosos, hay personas que se desentienden de las responsabilidades que implica ser propietario de mascotas, dejando los parques y aceras repletos de mierda. Porque eso es lo que hay: siete toneladas de mierda con la que algunos vecinos nos obsequian anualmente.

Pero no se preocupen, porque el debate de las heces caninas irá decayendo a lo largo del año en favor de otros animales muy queridos por los ripenses. Con los primeros calores, podremos deleitarnos en redes sociales con fotos de reacciones alérgicas en diferentes partes del cuerpo causadas por la famosa mosca negra o el recién llegado mosquito tigre, todo ello acompañados de remedios más o menos caseros para aliviar la comezón. Desde el TRT proponemos que, al igual que se hizo una exposición de fotos de mascotas en el Parque Lineal, se haga algo similar con las mejores fotos de picaduras y habones causadas por estos simpáticos bichejos. Quizás se pueda contar con el patrocinio de la Confederación Hidrográfica del Tajo o de alguna marca comercial, como Urbasón.

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