OPINIÓN

Comprar un camino

Me cuentan que fue en Soria, en uno de los varios parajes naturales hermosos de la provincia, que el Grupo de Montañeros Vetusta, de Oviedo, había escogido para formar parte de su programa anual de excursiones. Al poco de comenzar la caminata, un grupo de corredores se acercó a ellos. No podían estar allí, les dijeron. El camino estaba alquilado para una carrera. A la pregunta de si no podían los unos caminar mientras los otros corrían, de si no había camino para todos, una respuesta que resume el siglo: nosotros hemos pagado.

Se compran y alquilan los caminos en este tiempo en que no hay nada que no se ponga en almoneda. Y se compran para competir, para hacer de ellos un escenario más de la competición social entre empresarios de sí en que se ha convertido la vida. El interés no es solo monetario: también educativo. Hay un ethos capitalista del que las carreras y la épica runner son correa de transmisión. Un caminante no expulsa a otro de un camino, pero los corredores sí expulsan a quienes no lo son, y el sistema que hace de la expulsión su metafísica los recluta como sacerdotes de su religión de la ilibertad, la desigualdad y el fratricidio. Aparecen en carteles motivacionales, en anuncios de bancos. Corre, compite, gana. Produce más, hazlo con menos, sé proactivo.

En Chile, esa Cuba neoliberal, hay montañas privadas, propiedad de particulares o de empresas; algunas son reserva natural por el lado argentino y están valladas por el chileno. Pero aquel país también nos ofrece un ejemplo maravilloso de la necesaria reacción. Sus clubes de montaña están típicamente vinculados a las clases medias y altas del país; gente, por tanto, más bien conservadora. Pero el amor por la montaña los conduce a organizar, año a año, una manifestación contra esa lacra. Tal vez no se den cuenta, pero, en esas manifestaciones en las que exigen romper las concertinas que cercan el patrimonio que debiera ser de todos, esas clases altas, esas gentes conservadoras, demandan lo que Salvador Allende: la apertura de las grandes alamedas, por las que pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. Un 15-M de los senderos

Pablo Batalla Cueto es historiador y autor de «La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista».

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