OPINIÓN

Arte y ciencia: una convivencia feliz

La obsesión por el arte. ¿Cómo le puede afectar la inteligencia artificial?

«Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí alguien me contó que estamos hechos de historias.»

Existe preocupación fundada sobre la intromisión en el arte de la inteligencia artificial. ¿Podremos mediante un algoritmo buscar entre millones de obras, con unos parámetros indicados por nosotros, y solicitar propuestas sobre distintas obras de arte? ¿Se acabará el arte creado por artistas?

Desde hace semanas (quizás meses), cada vez que me siento en el sofá y miro mi salón observo varios libros y una variada cantidad de grabados que llaman mi atención. Primero pensé, sencillamente, que era por su tamaño, por su color; se trata de cuatro libros voluminosos que destacan del resto. Al ser libros grandes, los títulos resaltan claramente sobre el lomo y captan la atención. Y los grabados, de distintos temas, posiblemente me atraían por haberlos realizado yo. Pero había allí algo más; algo no tan obvio y que no llegaba a distinguir. En algún momento aterrizaron las neuronas en mi mente y entonces me di cuenta de qué era lo que llamaba mi atención: se trata (me dije) de dos libros acerca de relatos, de dos libros acerca de objetos y unos grabados donde entre muchos, destacaban una serie titulada Apocalipsis.

Desde un enfoque ingenuamente materialista, consideré que el universo y los humanos son «objetos», en el sentido de «cosas materiales», y que la historia y la ciencia constituyen «relatos», relaciones entre objetos. Pero la cosa tampoco es tan sencilla. Los objetos están (casi siempre) sostenidos por relatos, un grabado también es un relato; el problema aparece precisamente cuando nos olvidamos de ello. ¿Dónde comienza y dónde acaba un magnolio? ¿Se trata tan sólo del tronco, las ramas y las flores? Una respuesta bien razonada incluiría también las raíces. ¿Y la tierra? ¿Y el río que pasa muy cerca del árbol? ¿Y la lluvia? Todo esto es también el árbol en el sentido de que éste no existiría ni nos llamaría la atención, sin todos esos elementos. Podemos «engañarnos» el árbol (un objeto) en un relato simplista o podemos «integrarlo» en un relato más amplio que nos dará una visión completamente diferente del mismo «objeto, eso es el arte».

¿Y qué pasa entonces con «objetos» más complejos como el universo o los humanos? El universo mismo es una de esas grandes historias que hemos dibujado, pintado, grabado, escrito, reescrito y repintado una y mil veces a pesar de que estábamos (casi siempre) hablando de lo mismo. Todas las culturas (incluyendo, por supuesto, a nuestra tribu occidental) han desarrollado sus propios relatos acerca de esa realidad aparentemente tan objetiva compuesta por el Sol, la Luna y las estrellas. ¿Y los humanos? Quizás nosotros seamos el mayor de los relatos que hemos construido. Tenemos relatos, recordemos que no son sólo lo escrito, también lo grabado o pintado o cantado, muy diversos acerca de nuestro origen, de nuestro destino y de nuestro tránsito entre uno y otro instante; relatos acerca de cómo sentimos, de cómo nos comportamos, de nuestros deseos y represiones; relatos incluso acerca de nuestros cuentos y de nuestra obsesión por ellos. No se trata, por supuesto, de que no existamos fuera de los relatos, sino simplemente de que no podemos pensarnos fuera de uno. Es el relato lo que permite que podamos pensar el mundo.

El arte de la grabación es una buena elección para iniciar el largo recorrido que nos lleve a lo sublime, a la obra completa y con estilo propio, mi estilo.

En el Taller Libre de Grabado de la universidad Popular, intentamos ayudarnos, en la búsqueda de nuestro camino por la senda del arte, encontrando nuestro estilo, el de cada uno o una.

Volviendo a la frase con que empezamos, creo que pecamos de cierta ingenuidad materialista, como si los átomos no fuesen, en última instancia, una buena historia.

En mi obsesión por las respuestas me sigo preguntando ¿Qué es el estilo? ¿Por qué el estilo nos obsesiona tanto a los artistas, a la industria cultural y a muchas personas? Una de las búsquedas, aspiraciones y, a veces, obsesiones de los creadores en general es hallar un estilo, su estilo.

Y cómo sabemos el estilo es el conjunto de recursos que conforman un lenguaje con el que el artista se expresa. El lenguaje que elije para contar su visión del universo, de lo que quiere o siente que tiene para expresar. La cosmovisión del artista es la consecuencia de la vida del artista. Y en la era de la lucha por la autenticidad y el imperio del yo, el estilo ha cobrado especial importancia para mucha gente. Una obra en cuyo recorrido sobre la aparición, evolución, búsquedas e influencias del estilo va reflejando la sociedad de cada momento. Un retrato, un grabado, del ser humano, que sirve para entender no solo a los creadores y a la industria cultural, sino, también, al propio mundo.

Estilo. Estética, vida y consumo, nuestro caminar, se abre con un epígrafe revelador y clarificador de Georg Simmel: «El estilo es el intento estético de solucionar el gran problema de la vida; cómo una obra o un comportamiento único, que constituye una totalidad, cerrada en sí misma, puede pertenecer al mismo tiempo a una totalidad superior, a un contexto unificador más amplio».

A partir de ahí un periplo por la vida y la cultura impulsado por el sueño de artistas y no artistas. «En el último cambio de milenio un término emergía con brío, fusionando las disciplinas artísticas e introduciendo la vida cotidiana y el consumo en la cultura. Este era el estilo, concepto que parecía idóneo a la hora de describir el progresivo embellecimiento y la promiscuidad de los objetos dentro de los espacios cada vez más contaminados del arte contemporáneo, la música y la moda. Pero ¿qué es el estilo? Esencialmente, códigos y patrones de reconocimiento, formas codiciadas en la indumentaria y en la gestualidad; esa huella o marca estética que nos mantiene rendidos en la búsqueda exhaustiva de la “autenticidad” y de la identidad propia.

Tener estilo, o no tenerlo, es todo un asunto en la era del yo, ahora que el coaching motivacional está en boga y los influencers parecen más relevantes de lo que de veras lo son. Hay una levedad en este apelativo relacionado con lo insustancial y no estrictamente importante. Se nos dice: lo valioso es el fondo, no las formas, como propagó el humanismo esencialista. Es precisamente la confrontación con esta ligereza la que hace del tema un enigma que encubre significados más acuciantes».

Bienvenidos al universo del estilo en las artes, su búsqueda, obsesiones, trampas y espejismos: ¿Es posible que la inteligencia artificial pueda copiar todos estos elementos, todos los matices, nuestro estilo? Acabamos de encontrarnos en el camino. El tiempo lo dirá.

Luis Vega Domingo Taller abierto de la Asociación Grabadores Ripenses Universidad Popular.

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