OPINIÓN

Donde más duele

65 años de historia de Rivas Vaciamadrid

La tarde de aquel 23 de julio de 1959, no fue un jueves de verano cualquiera. Quedaba inaugurado de manera oficial el municipio de Rivas Vaciamadrid. Por fin, dejaba de ser “un pueblo sin pueblo”, como escribió, en 2004 en la revista municipal, nuestro querido vecino y cronista ripense, Agustín Sánchez Millán, a propósito de los 25 años de los ayuntamientos democráticos.

Precisamente, en los primeros meses de esa democracia, aquel julio de 1979, donde nuestro país comenzaba a salir de la oscuridad franquista, lo que hoy conocemos como el Casco Antiguo se llenó de fiesta para celebrar su 20 aniversario. Desde entonces, cada año, tenemos una cita allí con limonada, baile, orquesta y cena compartida.

Hace 65 años, un nuevo atardecer se abría paso. Un día que quedó marcado en la memoria de sus 250 habitantes, un día que marcó el inicio de una nueva etapa en la historia de nuestra ciudad. El Casco Antiguo, testigo de aquellos años de esfuerzo colectivo, cumple años y, de alguna manera, nos invita a adentrarnos en nuestra propia historia, en recuperar esa memoria con la mirada puesta en el futuro. Porque la historia de nuestra ciudad es la de un pueblo pequeño con un puñado de casitas bajas para quienes labraban el campo, la Casa Consistorial, el grupo escolar, la casa del médico, la iglesia y la central de telefonía, y que en poco tiempo ha ido convirtiéndose en una de las ciudades más dinámicas e innovadoras de este país.

La ciudad que hoy es Rivas no se entendería sin conocer sus orígenes. Y es en esos orígenes donde se sitúa El Porcal, cuna de la primera Rivas. Hace unos meses pudimos regresar al lugar donde comenzó todo. Viajamos de la mano de varias generaciones que nacieron, crecieron y vivieron en aquella finca agrícola, a orillas del río Jarama, que durante décadas fue centro neurálgico de la actividad del Sureste, que sirvió de ayuntamiento itinerante para el municipio, donde estuvo la primera escuela donde Mercedes Vera daba clases y que más tarde daría paso al grupo escolar del pueblo y que también se convirtió en el escenario de la resistencia antifascista durante la batalla del Jarama en aquel febrero de 1937.

Por eso, más allá de la celebración, queremos homenajear a quienes hicieron posible que hoy sintamos tanto orgullo de nuestra ciudad. Una forma de agradecer y reconocer a quienes con su trabajo, esfuerzo y dedicación dejaron y siguen dejando huella en Rivas: desde las primeras personas que habitaron la finca agrícola de El Porcal hasta los primeros vecinos y vecinas que se trasladaron al núcleo urbano, al otro lado de la carretera.

Nuestro querido Casco cumple 65 años de historia. Sigamos escribiendo nuevos capítulos desde lo que nos define. Porque la Rivas de hoy es su pasado, su patrimonio, su paraje natural y también el resultado de un proyecto colectivo. Ahora tenemos otro gran reto: continuar diseñando, desde lo común, la ciudad que queremos para las próximas décadas sin olvidar quiénes somos, de dónde venimos y el modelo que queremos preservar.

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