Hemos soñado con la reedición de un frente popular para derrocar a Rajoy, y en la práctica lo hemos conseguido. En la aventura han coincidido partidos de izquierda, social demócratas, republicanos,…, hasta centro derecha. Estaba claro ‘un objetivo común’: había que desalojar a la derecha corrupta del poder del estado. Y ese mismo objetivo, con parecidas confluencias, se ha venido repitiendo en esta legislatura en todas las instituciones políticas intermedias: comunidades autónomas y ayuntamientos.
No nos hemos puesto ‘estupendos’, ni ‘escrupulosos’. No les hemos hecho ascos a los votos y apoyos de las formaciones de centro o incluso de centro derecha, les necesitábamos para poder llevar a cabo nuestros programas, nuestras políticas. Aunque recabar o aceptar sus apoyos nos costara rebajar un poco nuestras expectativas.
Pero es que la política es eso, el arte de negociar, de encontrar con otros que piensan de distinta manera, cuales son los espacios e intereses comunes.
En los dos intentos de negociación con el PSOE, posteriores a los resultados de las votaciones que iniciaron esta legislatura, yo creo que Podemos se equivocó en las dos, o al menos no supo negociar debidamente. De hecho, en la segunda votación los electores castigaron la arrogancia de algunos y el respaldo fue mucho menor. Pasó de tener un peso fundamental en el Congreso a ser el ‘eterno marginado’ y el que iba a ser su papel, fue ocupado por Ciudadanos.
Pero todo son lecciones, tanto es así, que los dirigentes de Podemos, en la moción de censura presentada por el PSOE a Rajoy, rápidamente se prestaron a apoyarla sin concesiones, ni condiciones de ningún tipo. Hoy los dirigentes de Podemos negocian ‘la gobernanza conjunta del país desde el Parlamento’. ¿Quiere decir esto que Podemos está rebajando su ideario político?, no: en política hay que aprovechar las oportunidades y saber esperar. Pareciera como que los varapalos y la experiencia de estos pocos años va situando a Podemos en la realidad y en la mesura, sin renunciar a sus principios políticos.
Ahora nos bajamos ‘al ruedo’, tenemos que ‘lidiar’ con lo concreto, con las personas… Y aquí empiezan los problemas, incluso las ‘batallas campales’. Se nos olvida aquello de la unidad de la izquierda y lo que prima, por encima de cualquier consideración, son las imágenes preconcebidas de las personas, el historial de cada uno, sus errores por encima de sus aciertos, la intransigencia de lo imposible por encima de lo posible, etc.
Es curioso, que en Rivas más del 90% de los inscritos en Podemos-RivasPuede y los afiliados a SomosRivas-Equo-IU, hayan votado a favor de la unidad de la izquierda, con propósito de una formación única para presentarse a las próximas elecciones (a todas: locales, autonómicas, europeas y generales). Pero en la práctica, unos y otros son incapaces de sentarse, discutir cuales son las diferencias y/o reproches que recíprocamente se hacen, y después ponerse a trabajar juntos para configurar esa unidad que parece que todas y todos quieren.
Considero muy importante la existencia de líderes, aquellos que hacen el papel de referentes, aquellos que son capaces de trabajar por el conjunto, los que se someten a la voluntad de la mayoría,…, y los que saben cumplir las reglas acordadas por todos y todas. Pero creo que hay que acabar con aquellos otros, que lo único que defienden es su protagonismo, su prurito personal, que solo responden a consignas dictadas por terceros,…, que la asamblea o la opinión del conjunto solo les importa para que les escuchen o recabar su apoyo. Este es el mal intestino.
Es necesario relativizar nuestros amores, celos, excesos de protagonismo, odios seculares,…, y con una mirada más amplia analizar qué es lo que más conviene a la izquierda y a la ciudadanía.