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La delicadeza, la gratuidad y la compasión son cualidades que humanizan nuestro entorno.
Me impresionan por igual la fragancia clamorosa del campo y el poderío de la montaña.
Necesitamos deslizarnos hacia el silencio y sumergirnos en él.
Huir de la exageración y la desmesura, de la opción por el ruido y la palabrería, de la retórica engañosa.
La melancolía se debe a la conciencia de lo no alcanzado y que ya no se alcanzará.
La templanza y la bella elegancia son algunas características del otoño.
Veo reflejada en los ojos de los niños la tristeza que provoca el hambre.
Conviene siempre poner las cosas en su sitio y llamarlas por su nombre.
La vida es un largo viaje con parada en todas las estaciones, una sucesión ininterrumpida de encuentros y desencuentros, también de momentos inigualables de sosiego y de silencio interior, de cercanía solidaria, de humor y de ternura. La vida es todo eso y algunas cosas más.
La tibieza es carencia y vacío, la templanza es plenitud.
Hablamos mucho (sobre todo los políticos) de “la gente”, “los que peor lo pasan”, etc. pero en realidad no configura suficientemente nuestra vida.
La audacia y la osadía son actitudes positivas y necesarias, siempre que se mantengan en los límites del sentido común y de la racionalidad, del realismo no ingenuo y lejos de la arrogancia.
Es mejor estar solo que mal acompañado, pero es mucho mejor estar bien acompañado que solo.
Santiago S. Torrado
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