OPINIÓN

El gobierno municipal y su desconexión de la realidad diaria

Recordar el Holocausto es mucho más que un mero ejercicio de memoria histórica

Estrenamos año y queremos aprovechar esta columna para desear a todos los ripenses un próspero y feliz 2020.

Comenzamos conmemorando este mes de enero el “Día de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad”, y desde el Partido Popular queremos rendir un sentido homenaje a las víctimas y reafirmar también, porque es lo mismo, nuestro firme compromiso con la defensa activa de los derechos humanos.

Para conmemorar esta efeméride, el Partido Popular de Rivas Vaciamadrid tributará el día 25 de enero un homenaje a las víctimas del Holocausto y, por extensión a las víctimas de todos los crímenes cometidos contra la humanidad, consistente en la interpretación de «Roemeense melodie», compuesta para trío por el compositor judio-holandés Dick Kattenburg en 1941 estando escondido de los nazis; de «Gelem, Gelem», himno tradicional gitano nacido en los campos de concentración; y de «Eli, Eli», melodía de David Zehavi para el poema de Hannah Szenes.

Más allá del exterminio físico, la pretensión última de los nazis no era sino la deshumanización y la degradación absoluta de quienes ellos, en su abominable delirio, etiquetaban como “untermenschen” o “infrahumanos”: judíos, gitanos, presos políticos, homosexuales, discapacitados… Por la fuerza de las armas, los nazis y sus cómplices fueron capaces de proceder al exterminio físico de millones de inocentes.

No hay ni maldad ni necedad suficiente en el mundo para poder ocultar o negar la existencia del Holocausto. El Holocausto no es ni una leyenda, ni un concepto abstracto, ni mucho menos, como se dice ahora, un “significante vacío”.

El Holocausto es un hecho histórico, situado en unas coordenadas temporales y espaciales concretas; con víctimas y victimarios identificados por sus nombres y apellidos; y producto de unas causas pormenorizadamente estudiadas por los historiadores.

El Holocausto es, así, una realidad clavada como un puñal en la memoria colectiva del género humano. Un estigma que jamás podremos olvidar, ni relativizar, y del que sólo podremos redimirnos si impedimos que nunca nada parecido vuelva a suceder, que no haya margen para ningún crimen más contra la humanidad.

Conocer y recordar el Holocausto es mucho más que un mero ejercicio de memoria histórica: es, para todos los seres humanos, una ineludible obligación moral, porque sirve para vacunarnos contra el rebrote de los gérmenes que lo hicieron posible.

Debemos estar alerta ante quienes vienen a manipular nuestras emociones colectivas; ante quienes pretenden cautivarnos con el embrujo de sus falsas utopías; y quieren que olvidemos algo tan fundamental, tan irrenunciable, como que el ser humano, cada ser humano, es un fin en sí mismo y nunca puede ser utilizado como un simple medio para conseguir nada.

Tenemos la obligación de ser implacables contra aquellos que, aviesamente, cultivan el odio entre seres humanos por sus diferencias de ideas políticas o de creencias religiosas, por su identidad sexual, sus costumbres, su origen o su color de piel.

Recordemos el Holocausto, no olvidemos ni a los victimarios, ni mucho menos a sus víctimas. Recordemos lo que ocurrió para así combatir lo que aún hoy ocurre. Condenemos a quienes hoy, en este momento, aún pisotean derechos humanos. Defendamos, sin escatimar esfuerzos, a sus víctimas. Y respaldemos con determinación a quienes, valientemente, con un coraje ejemplar, luchan contra esa injusticia aún a riesgo de su vida y su libertad.

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