OPINIÓN

Ni los Reyes eran magos

Ni los Reyes eran magos, ni tienen sangre azul, ni son de designación divina…

Todo una patraña…

Acabamos de pasar la Navidad y su última representación teatral, la fiesta de los Reyes Magos. Y me parece bien, sobre todo esto último, es una fiesta apoteósica, dedicada a los niños, pero en la que también disfrutan, tanto si cabe, los padres, abuelos, etc.

Es curioso que en estas celebraciones participan todo tipo de gentes, de culturas y de religiones. Se ha convertido en una fiesta popular, bien aprovechada principalmente por las grandes cadenas comerciales, también el pequeño y mediano comercio. Ya no es extraño encontrarnos durante la cabalgata de los Reyes, a niños y adultos de todas las razas y de todas las religiones, he podido ver a bastantes árabes (algunos que conozco y sé que son musulmanes), también chicas jóvenes y mujeres adultas con el velo puesto. Se trata de una fiesta en la que pueden participar todas/os.

Pero lo cierto es que aquellos Reyes Magos que visitaron la cuadra donde nacía un niño, que después se dijo que era ‘el hijo de Dios’, ni eran reyes, ni llegaron a la misma vez, ni fueron guiados por una estrella en el cielo, ni tampoco ningún ángel les había avisado de que aquel niño fuera a ser nada especial. Todo es una fábula tierna y romántica, con algunos ‘toques’ exotéricos, que la iglesia católica ha hecho prosperar en el tiempo (sobre todo en el último siglo) y que los comerciantes se lo han agradecido.

Pero es que tampoco la historia de los otros reyes, los que han reinado en la mayoría de los países, de manera despótica, usurera, desleal y explotadora de los que llamaban súbditos o ciudadanos ahora, nos ha contado casi ninguna verdad: no son reyes por designación divina, simplemente se autonombraron reyes en un momento de la historia y han perpetuado su dinastía (genuina o mezclada con otras) hasta nuestros días. Ni su autoridad emana del cielo, tampoco su sangre es azul, tampoco sus inconmensurables fortunas las han conseguido trabajando, sino más bien, aprovechándose de su posición y explotando a los que decían iban a proteger: sus súbditos, o ciudadanos en la actualidad.

El historiador Gonzalo de Riparaz (padre), en el prólogo del libro ‘Los Borbones de España. Historia patológica de una dinastía degenerada’ (Madrid 1931), escribe: “Decían los escritores monárquicos. La condición esencial del buen gobierno es la estabilidad del orden social; que depende de la continuidad de la acción del poder supremo; es así que esa continuidad la da la monarquía, donde a rey muerto rey puesto, de suerte que jamás se interrumpe la acción de dicho poder; luego la monarquía es la forma de gobierno que mayor suma de felicidad puede dar a los pueblos”. “Las dilatadas dinastías de reyes han hecho las poderosas naciones europeas”. “Pero la patología de las dinastías más famosas refuta esa afirmación temeraria. Ella nos enseña cómo la continuidad de la estirpe entronizada conduce fatalmente a la degeneración de los príncipes reinantes. Lo que se perpetúa no es el gobierno, sino la incapacidad mental del poder supremo. Como al servicio de esa incapacidad están fuertemente unidos el ejército, la aristocracia y la iglesia, no le queda al pueblo oprimido y arrastrado de desastre en desastre más recurso que la revolución”. Aún sin formación ni experiencia de gobierno, la utopía es un objetivo.

Hoy en las democracias modernas, las que son ‘monarquías constitucionales’, el rey ha perdido una gran parte de su poder, pero sigue siendo la figura aglutinante de todos los sectores reaccionarios que limitan el desarrollo económico, intelectual y cultural de la gran mayoría de los ciudadanos. El crecimiento en formación, capacidad analítica y crítica, de las clases populares, pone en peligro su estatus dominante. Por supuesto el del rey, cada vez más denostado por innecesario, y también el de los otros estamentos: iglesia, poder económico, poder judicial y partidos progresistas tibio, o los de derecha y ultraderecha, que son quienes verdaderamente sustentan la monarquía. Los medios de comunicación modernos, controlados por los poderosos, son los nuevos púlpitos de concienciación y de manipulación del pensamiento único.

Pero vuelvo al comienzo de este escrito. Mientras el mundo entero celebra la Navidad y los Reyes Magos en la fiesta del consumo desenfrenado, aquel lugar donde se dice que nació ese supuesto salvador del mundo Jesús de Nazaret, está siendo cruelmente masacrado por las bombas, ante la pasividad hipócrita de políticos, eclesiásticos, jueces…, aún considerándose la mayoría de ellos discípulos de ese ‘maestro’ que llamaron Cristo…

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