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OPINIÓN

Mujer y liderazgo

El siglo XXI es el siglo de las mujeres, el momento actual es diferente a otros más oscuros del pasado, el papel de la mujer cada día toma mayor protagonismo. El liderazgo es la capacidad de influir, organizar y motivar a otras personas…no es eso acaso lo que hacemos todo el tiempo…con nuestras familias, ya sea con hijos o sin ellos, padres, amigos, trabajo, lo hacemos de manera natural.

Habilidades propias de nuestra forma de liderazgo, tales como: capacidad de planificación, control de impulsos, empatía, memoria emotiva, creatividad, resolución de problemas, comunicación asertiva, por mencionar algunas, son claves para fortalecer las estructuras. Ya hay estudios que dicen que la participación de la mujer en cargos directivos o de responsabilidad se asocia a un mayor compromiso social, mayor trabajo colaborativo y participativo, lo cual permite generar mejores ideas y trabajar más eficientemente en equipo, con los consiguientes beneficios para las empresas y la sociedad.

No llegamos a esos niveles pese a que el 68% de las mujeres quiere desarrollarse tanto a nivel profesional como familiar. Sin contar que las medidas de conciliación desarrolladas hasta ahora son insuficientes hay un factor emocional importante que nos afecta, la mujer tiene que trabajar en sus barreras internas, nadie nos ha enseñado a pedir, a poner límites ni mucho menos a hacernos notar, nuestro liderazgo es propio y único, no tenemos que imitar los modelos antiguos, predominantemente masculinos.

La mujer se tiene que preparar para liderar este cambio que viene, pero no a nivel profesional, a la mayoría nos sobra cualificación, siempre estudiando ya que nunca nos sentimos lo suficientemente preparadas. Hay que trabajar en nuestra inteligencia emocional, seguridad, autoestima, creer en nosotras y nuestras capacidades.

También aprender a no juzgar a las otras mujeres, respetarnos con nuestras diferencias, romper viejos paradigmas sobre todo con respecto a lo que implica ser o no buenas madres, buenas hijas, etc. Ser compañeras y amigas, no olvidar, que cada una carga con su propia mochila emocional. Una sociedad más justa sólo es posible con la participación de todos sus integrantes, en las familias, en las empresas, en la sociedad civil en su conjunto.

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