En la sociedad actual, las madres se enfrentan a una presión constante para recuperar su figura rápidamente después del parto. Desde famosas que muestran cuerpos perfectos apenas semanas después de dar a luz, hasta los mensajes en redes sociales que promueven la “rápida recuperación”, parece que el enfoque está más en la apariencia que en la salud. Sin embargo, esta presión no solo es injusta, sino que también puede afectar negativamente al bienestar físico y emocional de las madres, lo que a su vez repercute en sus bebés.
El posparto es un periodo de recuperación que cada madre vive a su propio ritmo. Es fundamental recordar que el cuerpo ha pasado por cambios importantes durante el embarazo y el parto y que, por lo tanto, necesita un tiempo para sanar.
Durante la lactancia, el cuerpo va recuperando su peso de manera gradual. Amamantar quema entre 500 y 700 calorías diarias, utilizando parte de la grasa acumulada durante el embarazo. Además, se puede realizar ejercicio moderado, ya que los niveles de prolactina, la hormona responsable de la producción de leche, siguen elevados. Sin embargo, si una madre opta por una dieta restrictiva, su cuerpo priorizará la producción de leche, lo que puede llevar a un déficit nutricional.
La proteína en la leche materna proviene directamente de la alimentación de la madre, lo que resalta la importancia de llevar una alimentación adecuada. Incluir proteínas, cereales integrales, frutas y verduras garantiza que la madre tenga la energía necesaria para cuidar a su bebé. Si sigue una alimentación vegetariana o vegana, es crucial que se suplemente con vitamina B12 en la dosis adecuada. La hidratación es fundamental, siendo el agua la mejor opción, aunque el café puede tomarse con moderación. Además, es importante ser cautelosos con los alimentos naturales, ya que “natural” no siempre significa “saludable”. Por ejemplo, las semillas de amapola, que contienen alcaloides, pueden provocar efectos sedantes en los bebés. Para tomar decisiones informadas sobre la alimentación o los medicamentos compatibles con la lactancia, es aconsejable consultar fuentes fiables como e-lactancia.org.
Mantener una dieta saludable es también esencial para las madres que alimentan a sus bebés con leche artificial. Aunque en este caso no enfrentan la demanda calórica de la lactancia, sus cuerpos siguen recuperándose, ya sea por la cicatrización de desgarros, el ajuste hormonal que conlleva el posparto o, en el caso de las cesáreas, la sanación de las capas cortadas. Una alimentación rica en nutrientes, junto con el cuidado de la salud mental, es esencial para afrontar las demandas del posparto, independientemente del método de alimentación elegido para el bebé.
Además, los hábitos alimenticios que la madre adopta en esta etapa afectan no solo a su salud, sino que también sirven de ejemplo hacia su hijo. Los niños observan y aprenden de lo que ven a su alrededor y establecer una relación positiva con la comida desde el principio puede prevenir problemas futuros de alimentación. No solo la madre gestante debe adoptar estos hábitos saludables, sino también los adultos que rodean al niño. En lugar de buscar soluciones rápidas, lo mejor es optar por una alimentación consciente: escuchar al cuerpo, comer cuando se tiene hambre, elegir alimentos nutritivos y disfrutar de la comida sin culpa. Este enfoque promueve una mejor salud física, emocional y social, además de ser un ejemplo positivo para el bebé.
Es necesario un cambio de mentalidad, tanto personal como social. En lugar de presionar a las madres para que recuperen rápidamente su “peso ideal”, debemos centrarnos en apoyar su recuperación completa, que incluye su bienestar físico, emocional y mental. Las madres necesitan tiempo para sanar sin sentir la presión de ajustarse a estándares de belleza poco realistas. Las campañas de concienciación en medios y redes sociales deberían promover una imagen más realista y saludable del cuerpo posparto, priorizando la salud y el bienestar por encima de la apariencia física.