Artículo de José Ángel Ortuño
“El mundo no tiene por qué ser como es. El mundo es tal y como lo concebimos. Por eso son tan importantes las ideas y los medios”. A esta conclusión llegó Gramsci, filósofo y político comunista italiano.
Las ideas dominantes en un momento histórico son las ideas de la clase dominante, dijo Marx. Gramsci le dió la vuelta: la clase que haga hegemónicas sus ideas será la clase dominante. La sanidad privada es mejor que la pública. La escuela concertada es mejor que la pública. Los funcionarios son unos vagos. Los políticos (profesionales) son todos iguales. Las empresas crean empleo. Si sube el Salario Mínimo Interprofesional, subirá el desempleo… Las ideas hegemónicas en nuestros días no dejan lugar a dudas de quién domina.
Los pobres viven menos y enferman más que los ricos. Una obviedad sustentada sobre las estadísticas. El mundo es así y no puede ser de otra manera. La salud es cosa de hábitos: no fumar, comer equilibrado, beber con moderación, hacer ejercicio… Y tener empleo estable, una vivienda digna, un entorno libre de contaminación, contar con mecanismos de protección social, haber recibido educación para la salud. Al final lo de que los ricos (enriquecidos más bien) viven más años y en mejor estado de salud que los pobres (empobrecidos más bien) tiene que ver más con factores sociales y ambientales que con los hábitos personales, sin quitarle su importancia a estos últimos.
Fumar es malo para la salud. Pero fumar, fuman más los pobres, que han recibido una peor educación y están sujetos a más factores estresantes. Además, viven en zonas con mayor contaminación, que también es mala para la salud.
Los «malos humos» discriminan por clase social
En Madrid, el 7% de las muertes prematuras tienen que ver con la contaminación del aire. En la salud cuenta el código genético, pero pesa más el código postal. Y hablando de códigos postales, ¿por qué determinadas infraestructuras, contaminantes y/o molestas se concentran en determinados códigos postales de la ciudad? ¿Qué tiene de especial San Fermín para disfrutar de una depuradora y ahora de un crematorio? ¿Por qué estos dispositivos (depuradoras, crematorios, centros logísticos…) tienden a concentrarse en determinados distritos periféricos de las ciudades, normalmente los de rentas más bajas? La respuesta es obvia, por mucho que quienes dominan la quieran maquillar con argumentos técnicos: son molestas, son contaminantes, son malas para la salud y no las quieren cerca de sus lugares de residencia.
El mundo es como es, pero podría ser de otra manera. Podría ser un mundo en el que los empobrecidos no enfermaran más y murieran antes que los enriquecidos. Podría ser un mundo en el que no hubiera enriquecidos ni empobrecidos. Hay un argumento pedestre para quitarle hierro al asunto de los humos de San Fermín. Incluso para verle el lado práctico a la presencia de un nuevo crematorio en Usera. Y es que, si el crematorio está instalado en San Fermín y, por desgracia, fallece un familiar o un amigo, no te tienes que desplazar fuera del distrito. Lo cual pone de manifiesto que el lamentable estado del mundo tiene una explicación: la simplicidad humana. ¿A cuántos duelos tienes que asistir al año? ¿Cuántas veces respiras por minuto? Saquen los lectores las conclusiones.