Mujeres singulares en plural: Luisa Carnés

Mujeres singulares en plural: Luisa Carnés

Escritora, periodista, dramaturga, feminista, activista política y exiliada republicana.

Luisa Carnés ha sido una mujer olvidada como tantas que fueron fieles al régimen republicano y lo pagaron con el exilio después de la Guerra Civil. No ha sido conocida y reconocida como una de las más brillantes escritoras y persona comprometida con los valores de la izquierda, hasta que se ha comenzado a estudiar en profundidad la literatura española de comienzos del siglo XX.

A Luisa Carnés no se la puede incluir en la llamada Generación del 27 y tampoco dentro de las “Sinsombrero”; ella fue, desde los once años, una niña-mujer obrera que no tenía los mismos orígenes sociales y económicos de las personas encuadradas en dichos grupos. Era una de las figuras más destacada de la cultura española de los años treinta y se la puede incluir, de acuerdo a Vilches de Frutos, en la  llamada “Generación del Nuevo Romanticismo” grupo integrado por una pléyade de novelistas de la “narrativa social de preguerra”. También conocida como “narrativa social del 27”.

Todos los escritos de Luisa plasman su compromiso social y político como feminista, republicana y afiliada al PCE (Partido Comunista de España). Siempre lo hacía de un modo crítico y pedagógico. Preocupada por la realidad de las mujeres en especial las de la clase obrera, utilizaba sus escritos para evidenciar su situación y luchar por los derechos para lograr la igualdad. Otra de sus preocupaciones fundamentales eran las condiciones de vida de los niños y niñas encuadrados en un mundo de abandono y explotación inmisericorde.

Luisa Carnés nació en 1905 en la calle Lope de Vega del madrileño barrio de las Letras en una humilde familia, su padre, Luis Carnés era barbero y practicante y su madre, Rosario Caballero que era sastra tuvo que dejar este oficio para cuidar de sus seis hijos. Dada la situación económica en que se encontraban, ella como hija mayor abandonó la escuela cuando tenía once años para entrar como aprendiza en el taller de confección de sombreros de una tía; trabajando allí pasó su infancia y adolescencia. Esta experiencia le sirvió más adelante como base para alguna de sus novelas y escritos.

En el taller de costura

Fueron años muy duros para la familia y Luisa, en sus escasos momentos libres, leía novelas que adquiría e intercambiaba en librerías populares, prestadas en las bibliotecas públicas así como las que se publicaban en la prensa. En una entrevista que le hicieron en 1930 titulada “Luisa Carnés, la novelista más joven de España” lo explicaba[E1] : “[Así], y a través de innumerables autores y obras absurdas, ascendí hasta Cervantes, Dostoyevski, Tolstoi […], Santa Teresa, Victor Hugo…; después, no sé de qué manera, surgió el primer cuento, luego otro y otro, y hasta el libro” (se refería a su primera obra Peregrinos de calvario).

Portada

Pudo publicar su primer relato en 1926 en el diario La voz, fue el cuento titulado Mar adentro; después vinieron muchos más. Antonio Plaza Plaza experto en la obra de Luisa Carnés, escribe en el epílogo de Tea Rooms. Mujeres Obreras publicada por la editorial Hoja de Lata que el despertar literario de la autora fue anterior a su “bautismo público” que “no se produjo hasta el otoño de 1926”.

Desde esa fecha hasta 1929 publicó cuatro cuentos en la prensa, “un hecho poco común entre las personas ajenas al mundo de la cultura”. Indudablemente su situación económica no había mejorado mucho en ese tiempo por lo que siguió escribiendo activamente y pudo componer su primera obra impresa Peregrinos de calvario que incluye tres novelas cortas: El pintor de los bellos horrores, El otro amor y La ciudad dormida. En la obra incluyó un prólogo que le da unidad y donde narra los hechos ocurridos en Madrid cuyos protagonistas son personas comunes.

Es interesante pormenorizar, en estas líneas, las novelas incluidas en su primera obra publicada: El otro amor donde hizo una crítica contra el matrimonio tradicional; en La ciudad dormida esbozó algunas de las líneas que la escritora continuaría en otros de sus escritos: la actitud crítica frente a la realidad social “desde la mirada de una muchacha trabajadora que ha sufrido y convivido con los mismos hechos que cuenta”. Fue una denuncia de la explotación de la mujer, denuncia que reafirmaría en las novelas, cuentos y artículos posteriores.

Hasta 1929 Luisa siguió trabajando en la confección de sombreros cuando fue contratada como mecanógrafa en la CIAP (Compañía Iberoamericana de Publicaciones) donde conoció a Juan Puyol, con quién se casó. En la misma empresa fue compañera de los hermanos Carmen y Julián Grimau.

Luisa con otras personas empleadas en CIAP

Entre 1926 y 1934, logró publicar tres libros y al menos veintiséis cuentos. La irrupción de Luisa en el mundo literario causó sorpresa y curiosidad de la crítica literaria, en 1930 se publicó Natacha para cuyo título tomó como referencia de las novelas rusas que tanto admiraba. En esta novela describe los esfuerzos que una joven madrileña tiene que realizar, como la mayoría de las que se encontraban en su situación de pobreza, para ganarse la vida. La protagonista simboliza a tantas mujeres obreras que, incluso en la actualidad, se ven atrapadas en empleos precarios, con horarios interminables, con salarios bajos…Así mismo, refleja y denuncia el acoso de sus jefes. Esta novela fue incluida en la lista de las mejores obras publicadas en abril de 1930; supuso un hallazgo en una España que estaba a punto de entrar en una nueva era política que traería la República.

Luisa siguió escribiendo cuentos para conseguir ingresos, dado que la empresa CIAP quebró en 1931 y tanto ella como su compañero, el ilustrador Ramón Puyol, se quedaron sin trabajo. Esta situación de desempleo lo plasmará en uno de sus primeros artículos en la revista Estampa en el año 34 que tituló “Una mujer busca trabajo”. Para agravar más la situación, en aquellos momentos tuvo lugar el nacimiento de su hijo y decidieron irse a Algeciras con la familia de Puyol en espera de tiempos mejores. Ella no dejaba de escribir y comenzó su novela Olor de santidad.

Decidieron regresar a Madrid donde tampoco era fácil encontrar empleo y Luisa se vio obligada a trabajar como camarera-dependienta en un establecimiento de hostelería; esta etapa le sirvió, posteriormente, para redactar su tercer libro la novela-reportaje Tea Rooms. Mujeres Obreras. Esta obra se publicó en 1934 y fue  recibida calurosamente por la crítica con lo cual, según Plaza, “la escritora puede suspirar de alivio.”

Luisa Carnés en un lenguaje directo y sencillo explica la situación por la que pasaban las mujeres trabajadoras del momento: compaginaban sus trabajos externos con los internos de llevar una casa, cuidar de sus hijos; esto se agravaba por los bajos salarios que estaban muy por debajo de los de los hombres y por las malas condiciones en el ambiente laboral. Así mismo, es interesante cómo la escritora abordó en la obra: el matrimonio, la maternidad, el divorcio, el aborto, la educación. Indudablemente se puede apreciar la perspectiva de género que aporta una mujer concienciada de la situación y que abogaba por su emancipación a través de la educación y la cultura y la necesidad de la lucha colectiva. Luisa plasmaba una problemática que en pleno siglo XXI continúa.

En mayo de 1933 se posicionó públicamente cuando firmó un artículo en La Voz de Córdoba que tituló “Las mujeres no han votado” que defendía el sufragio femenino -debate del momento- que podría ser determinante en las siguientes elecciones generales. De este artículo conviene destacar que para ella “Es necesario que [la mujer] investigue, que hable y que haga por su propia cuenta” y concluye: “Que se emancipe de toda influencia”…”Hay que poner [a la mujer] en situación de comprender todas las ‘verdades’ de todas las doctrinas […]. Hay que dotar a la mujer de educación política, de la que hoy carece; cuando esta cultura la haya desligado de influencias, entonces el voto de la mujer tendrá un verdadero valor”. Paralelamente hacía una llamada directa a las organizaciones políticas, sindicales así como a las asociaciones de mujeres para que colaboraran de una forma responsable en la educación política de las mujeres.

Volviendo a Antonio Plaza es interesante el paralelismo que hace en el ya mencionado epílogo de Tea Rooms entre Luisa Carnés y Clara Campoamor:

Primera edición Tea Rooms

“Tanto Luisa como Clara proceden de medios obreros y sus orígenes les han exigido luchar duramente para abrirse camino. Ambas son también personas socialmente muy frágiles, aunque de firmes convicciones. Las dos son también mujeres que se introducen en un mundo que no era el suyo. Han tenido que hacerse solas el camino completo. Por otra parte, son personas excepcionalmente buenas en su actividad (jurista, una; escritora, la otra), que obtuvieron un prestigio reconocido habiendo salido de muy abajo. Se habían formado en los aguijones y batallas de la vida real, en el mundo del trabajo. Las dos apostaban por la dignificación de la mujer, en un feminismo peculiar, que se define por la lucha en pro de la justicia que equipare a ambos géneros.”

La acogida de Tea Rooms por la crítica hizo que a Luisa se le abrieran las puertas de la prensa y se convirtió en periodista, nada más y nada menos que como colaboradora de la revista gráfica Estampa que era la de mayor tirada; tenía una media superior a 150.000 ejemplares durante la Segunda República. Desde aquellos momentos, su actividad periodística le obligará a aparcar la dedicación a la literatura, para poder vivir de su trabajo como reportera. Entre 1934 y 1935, realizó una intensa labor en los periódicos y revistas del grupo editorial Rivadeneira: Ahora, Estampa, La Linterna, As, Cultura Integral y Femenina, entre los más habituales.

Sus escritos de esta época incidían en la lucha de la clase obrera en general y en la situación de las mujeres, en particular. Luisa era consciente de que ser mujer, en aquella España, era desolador: desigualdad, violencia extrema contra las mujeres en todos los ámbitos (doméstico, laboral, eclesiástico), pobreza, incultura. No se contentaba con solo denunciarlo en sus textos incidía en la necesidad de una mujer nueva, combativa y valiente, una mujer que no pensara que solo se podía elegir entre la esclavitud laboral y/o doméstica y la prostitución. Había otras salidas, pero no se conseguirían sin luchar.

Estampa

La participación de Luisa en varias revistas gráficas cuyo público era esencialmente femenino, le facilitó que sus artículos y reportajes trataran de aportar diversas perspectivas como la actividad laboral, el esfuerzo necesario para superarse y poder así participar más activamente en la vida pública. Tuvo una presencia destacada el relato de las condiciones en que se desarrollaba el trabajo femenino e infantil, que reflejó en la serie de artículos Pensión completa. Memorias de una sirvienta o la novela corta Rojo y gris, asuntos conocidos de primera mano por la autora.

Luisa marcó su posicionamiento político firmando en El Heraldo de Madrid un artículo que tituló “Contra el terror nazi”; en aquello momentos, la mayoría de los y las intelectuales adoptaban una posición cada vez más comprometida a favor de la República desde la “Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura”, donde ella se integró; las elecciones legislativas de febrero de 1936 supusieron la victoria del Frente Popular. Dio un paso más en su compromiso político con el PCE, y sindical con la Asociación Profesional de Periodistas. (UGT).

Ya en aquellos meses de efervescencia política que precedieron al estallido de la Guerra Civil, es posible que compartiera su trabajo en el grupo Rivadeneira con la colaboración en la redacción de Mundo Obrero. Lo que sí está claro es que, al comienzo de la contienda, junto a su trabajo en Estampa y Ahora, también escribía en Altavoz del Frente, la revista creada por Mundo Obrero, para distribuir en los frentes de guerra. Así mismo colaboró en La Hora, la edición nacional de Ahora, que se publicaba en Valencia desde 1937.

Desde que en el otoño de 1930 empezara a publicarse Mundo Obrero, la presencia de mujeres en sus páginas, como autoras, había sido anecdótica más allá de la participación de las grandes figuras políticas femeninas del partido: Dolores Ibárruri, Irene Falcón, Encarnación Fuyola, Margarita Nelken. Tras la incorporación de Luisa Carnés en el 37 comienza una nueva sección dominical bajo el título Mujeres inaugurándolo con su primer artículo titulado “Para las mujeres de nuestra guerra”. Fue un hecho sin precedentes en la prensa controlada por el PCE ya que antes del comienzo de la Guerra Civil, ningún otro nombre de mujer tuvo una presencia señalada en la redacción de ese periódico.

A través de la vinculación que la escritora tenía con Altavoz en el Frente, se incorporó al proyecto del Teatro Popular que se presentó en el Ateneo de Madrid en mayo de 1936; se aspiraba a hacer “un teatro del pueblo y para el pueblo”. En el verano de ese mismo año, escribió una obra de teatro corta: Así empezó…, la cual se estrenó junto a otras ya conocidas de César Falcón, Rafael Alberti e Irene Falcón, en el teatro Lara de Madrid que en aquellos momentos se bautizó como Teatro de la Guerra.

Las pocas crónicas teatrales que la mencionaron la calificaron como “un reportaje escénico” Los datos disponibles apuntan a un argumento donde la autora se acercaba a los sucesos que acontecieron en Madrid al comienzo de la Guerra Civil. Las protagonistas de la obra son un grupo de vecinas de un barrio de la capital madrileña que comentaban lo sucedido durante las primeras horas de la sublevación fascista desde los balcones y en la puerta de sus casas. La obra debió permanecer en cartel hasta finales de octubre de 1936.  La autora nunca mencionó la escritura de esta obra teatral, o su estreno, ni en España, ni en el exilio; probablemente no le atribuyó demasiado valor.

Portadas de Revistas

Ya en México escribió otras obras dramáticas donde continuó plasmando su compromiso social y político. Allí escribió Los bancos del Prado, texto cuyo tema es la protesta de los ciudadanos madrileños contra los acuerdos firmados en 1953 entre España y Estados Unidos y en Los vendedores de miedo, afrontó el tema del debate ético relativo a la investigación y financiación de armas químicas de destrucción.

La decisión de los órganos rectores del PCE de dividir la redacción de Mundo Obrero para atender a las nuevas circunstancias impuestas por la guerra llevaron a la escritora, junto a otros de sus compañeros de redacción, primero a Valencia, y más tarde a Barcelona, como parte de la redacción del reaparecido Frente Rojo  (Los medios de comunicación y los aparatos de los partidos que respaldaban al Frente Popular acompañaban al Gobierno y a las instituciones del Estado en sus traslados). Durante su estancia en Valencia, Luisa entabló una relación sentimental con el escritor y poeta Juan Rejano, que continuaría hasta el fallecimiento de la escritora.

En una de las primeras colaboraciones en Frente Rojo Luisa escribió: “Las mujeres españolas celebrarán la jornada del 8 de marzo intensificando su  labor de guerra.” Posteriormente, en diciembre de ese mismo año 37, aparecía en el periódico una página dominical dedicada a la mujer que titularon “Mujeres” donde en su primer número escribió “Para las mujeres de nuestra guerra”. El 20 de noviembre se trasladaron a Barcelona reanudando su publicación hasta el 25 de enero de 1939 cuando en esa misma madrugada fueron asaltadas las redacciones de La Vanguardia y de Frente Rojo por patrullas armadas de la Quinta Columna como prólogo a la entrada del ejército franquista.

Luisa Carnés junto a sus compañeros periodistas dejaron Barcelona apenas horas antes de la entrada del ejército rebelde. En las páginas del libro de memorias de la escritora De Barcelona a la Bretaña francesa (1939), describe las terribles condiciones en que los republicanos españoles tuvieron que avanzar hasta la frontera huyendo del hostigamiento del ejército franquista. En esa misma obra, narra la vida de los refugiados con los que convivió durante el tiempo que tuvo que permanecer en Francia donde sufrieron tremendas dificultades. Fue instalada, junto a otras mujeres, en un centro de internamiento ubicado en Le Pouliguen, en la región de Bretaña, donde permaneció hasta comienzos de abril y de donde salió por la intermediación de Margarita Nelken.

Cartera que llevó al exilio

Tras su liberación de aquel centro, viajó a París para reunirse con su hijo Ramón, de siete años de edad, que había permanecido refugiado en la capital francesa desde 1937, con la familia del diplomático mexicano Gregorio Nivón. Ambos permanecieron en Francia hasta su salida hacia México, en mayo de 1939, en compañía de un destacado grupo de intelectuales y sus familias en el barco holandés Veendam.

Ya en México a donde llegó el 23 de mayo de 1939, Luisa Carnés es, como sus compañeros de expedición, “una asilada política”, autorizada a permanecer en aquel país, “mientras persisten en España las circunstancias políticas que le obligaron a acogerse a la noble hospitalidad mexicana”. En aquellos momentos, los intelectuales republicanos se tuvieron que enfrentar a la dificultad de rehacer la trayectoria vital que la Guerra Civil les había truncado y se debatían entre el “deseo de volver” y el “temor de no volver”. Ahora bien, al mismo tiempo se encontraron con un país donde se estaba gestando una renovación del panorama cultural en el que terminaron convirtiéndose en partícipes y actores del proyecto.

Revista Mujeres Españolas

En aquellos primeros momentos, Luisa a la espera de obtener la nacionalidad mexicana, un requisito indispensable para poder trabajar legalmente, colaboró en los periódicos constituidos por la delegación del PCE en este país: España Popular, Reconquista de España, Juventud de España, Nuestro Tiempo, España y la Paz, y Mujeres españolas; en esta última, fue su primera directora en 1951. Al mismo tiempo, también colaboró en otras revistas culturales de la emigración, como Romance (1940-1941), Ars (1942- 1943), y Ultramar (1947), en las que publicó algunas colaboraciones literarias, y reseñas de libros.

La creación de la revista Mujeres Españolas, en la que Luisa publicó muchos de sus relatos fue fruto de la unión de las exiliadas en asociaciones como “La Unión de Mujeres Españolas Mariana Pineda” y de las “Mujeres Antifascistas Españolas”, cuyas militantes eran en su mayoría socialistas o afiliadas al PCE. Según Olmedo, “Carnés consideraba que la labor política femenina debía efectuarse desde el ámbito de acción de las mismas feministas, en asociaciones y revistas, que constituían herramientas organizadas de trabajo”.

Su primer empleo consistió en editar la sección dedicada a las actividades sociales de la clase alta mexicana en el diario La Prensa, desde marzo de 1943; sus artículos y reportajes aparecían sin firmar o bajo el pseudónimo Clarita Montes. Desde ese año, también se podían encontrar sus artículos y colaboraciones en periódicos como Novedades y El Nacional. En este último diario, donde Juan Rejano ejercía como editor de la sección cultural diaria y colaborador del suplemento dominical, Luisa escribía en la sección diaria crónicas y artículos de opinión mientras que en el suplemento dominical publicaba breves anotaciones críticas, comentarios de libros, textos de ficción. En ambas publicaciones firmó sus primeros artículos con el pseudónimo Natalia Valle, nombre que tomó de la protagonista de su segunda novela.

Luisa Carnés empleó la firma para dividir las dos esferas profesionales en las que se desempeñaba: su obra literaria, suscrita con su nombre, y la periodística, con el pseudónimo. Para ella, estas esferas debían deslindarse, incluso llegó a separarlas a través de pseudónimos diferentes, para colaboraciones en El Nacional recuperó su antiguo Natalia Valle y en el trabajo en la prensa rosa, fue conocida como Clarita Montes. Hasta que en 1951, escribió un texto titulado «Adiós a Natalia Valle” y a partir de ese instante comenzó a firmar sus textos periodísticos con su nombre; señaló que para ella el pseudónimo significaba un enlace con el pasado español y utilizar su nombre una vía para reiniciar la profesión periodística.

Luisa Carnés con su hijo Ramón Puyol a comienzos de los años cuarenta

Una vez que se aseguró cierta estabilidad económica continuó escribiendo cuentos y novelas he hizo algunas incursiones en teatro y poesía. Legó una notable producción formada por: una biografía, cuatro novelas largas, tres novelas cortas y numerosos cuentos, parte de los cuales aún sigue inédita.

En ese mismo año terminó de escribir Tres estampas andaluzas, una novela corta ya iniciada en España cuyo título sustituyó posteriormente por Un día negro. Este texto formaría parte –junto con otras tres novelas, también inéditas– de su obra La camisa y la virgen, fechada en 1942; en ellos abundaba en la descripción de la vida rural en España antes de la Guerra Civil.

En 1945 se publicó su biografía novelada Rosalía de Castro. Escribió dos años después Juan Caballero, una novela ambientada en la postguerra española y que recrea un episodio de la lucha de la guerrilla republicana contra el régimen franquista, basada en hechos reales. La obra, que se terminó en 1948, fue premiada ese mismo año; un galardón que conllevaba la publicación del libro, la cual se retrasó hasta 1956.

La trayectoria de Luisa Carnés tomó un nuevo camino a partir de 1951. La negociación de pactos militares entre España y USA con la contrapartida de la instalación de bases militares en suelo español representaba el indulto del franquismo por parte de las grandes potencias. La autora –como el resto de los españoles emigrados–, tuvo que asumir que su destino de exilados podía ser permanente, sin fecha para el ansiado retorno. Indudablemente, su modo de manifestar la oposición a la dictadura franquista fue a través del periodismo y la literatura; lo hizo escribiendo una obra de teatro, Los bancos del Prado (1951-1952), que ha permanecido inédita hasta 2002.

Imagen de Luisa en la Enciclopedia de México

En 1959, Luisa Carnés firmó, junto a otros intelectuales residentes en México, en la conmemoración de los veinte años del final de la Guerra Civil, pidiendo el fin de la represión y la vuelta de los exiliados. Posteriormente se sumó también a otras manifestaciones públicas, como la protesta colectiva que se organizó por la ejecución de Julián Grimau, el apoyo a la causa de los trabajadores españoles que reivindicaban mejoras sociales como los mineros asturianos…

Por otro lado era innegable su compromiso paralelo con la sociedad mexicana, que reflejó en una parte fundamental de su obra escrita y periodística publicada en aquel país. Escribió cuentos ambientados en la sociedad mexicana Donde brotó el laurel que reúne treinta y cuatro relatos y que se unen a otros tantos escritos en España en el volumen Rojo y gris. En 1961 abandonaba sus tareas periodísticas para dedicarse a la literatura por entero, procediendo a la revisión de varias de sus obras con la intención de editar las que permanecían inéditas.

Sus últimos escritos conocidos reafirman la línea de compromiso político y social que mantuvo toda su vida plasmada en su obra. En ella siguió resaltando el papel de la mujer, la defensa de la paz, la lucha por la integración social y racial, la denuncia de la dictadura franquista y el compromiso permanente con el pueblo español que sufría la ausencia de libertades. La muerte la sorprende en 1964 a consecuencia de un accidente de automóvil cuando volvía de dar una conferencia con motivo del Día de la Mujer.

Como otras mujeres importantísimas Luisa Carnés no ha sido incluida en los estudios de la educación secundaria ni en los de las universidades españolas; en la actualidad se está incorporando cada vez en más instituciones educativas. Como dice su nieto Juan Ramón Puyol: “Lo que están haciendo las profesoras en bachillerato es revolucionario, tener el valor de meter mano en el canon, llevar a Luisa a las aulas… es un cambio copernicano.”

¡Bien por ellas!

BIBLIOGRAFÍA

  • Vilches de Frutos, María Francisca: La generación del nuevo romanticismo: estudio bibliográfico y crítico (1924-1939). Tesis doctoral Universidad Complutense, 2015.
  • Plaza Plaza, Antonio: A propósito de la narrativa del 27. Luisa Carnés: revisión de una escritora postergada. Epílogo de la novela Tea Rooms Mujeres Obreras. Edit. Hoja de Lata, 2021.
  • Plaza Plaza, Antonio: Luisa Carnés y su contribución a la difusión del teatro de agitación y propaganda durante  la guerra civil española. Anales de Literatura Española, nº 39, pp. 267-299. https://doi.org/10.14198/ ALEUA.24799, 2023.
  • Plaza Plaza, Antonio: Luisa Carnés: literatura y periodismo, dos vías para el compromiso. IES Blas de Otero. Madrid, 2016.
  • Olmedo, Iliana: Los exiliados republicanos y la cultura mexicana: los artículos de Luisa Carnés en El Nacional.  gexel-cefid, Universitat Autònoma de Barcelona, 2010.
  • Calero Palma, Rafael: Luisa Carnés y la Mujer Obrera. Confederación Intersindical. Organización de Mujeres.
  • Caño Rivera, Claudia: Exilio e identidad en los relatos de Luisa Carnés: análisis comparativo de los “cuentos españoles” y los “cuentos mexicanos”.  Universidad de Sevilla.
  • Montiel Rayo, Francisca: La vida y la muerte en los cuentos sobre la Guerra  Civil de Luisa Carnés. Universidad Autónoma de Barcelona, 2018.

 

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