La sangre hierve (El rojo corazón del escorpión) Capítulo XXXIII (el epígono)

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Hay algo inaudito en todo esto; es como tener que acometer una misión fatal. Negar con palabras y con hechos todo lo que has afirmado hasta ahora no tiene porqué ser reflejo de un espíritu negativo, lo reconozco; podría ser su antítesis, ninguna objeción; quizá sugiera que posees una visión más dura y terrible de la realidad. Pero no es mi estilo. Yo suelo llevar hasta el abismo mis afirmaciones, que son claras y sencillas —¿qué es ser “claro y sencillo”?, ¿qué lenguaje emplea alguien cuando se habla a sí mismo?—.

Te crees un erudito, y en realidad se puede afirmar sin duda alguna que lo eres…, porque no paras de revolver en los libros, de recabar información de aquí y de allá ¿estás al día?, ¿diez, veinte doscientos libros a la semana?, horas y horas (tanta información a procesar…). Y así, has perdido la capacidad de pensar, la capacidad de equivocarte, de revocar algo propio: simplemente te detienes a rechazar o aceptar cosas ya pensadas, a criticarlas de una manera u otra. Yo prefiero ser un cretino, el idiota con ideas propias, aunque mis pensamientos sean desvergonzados, insolentes o irreverentes, me lleven por pedregosos caminos, a callejones sin salida o a sótanos oscuros y lúgubres, mohosos e irrespirables, y me conviertan en “the fool on the hill”, el estúpido de la sonrisa tonta.

No sé, ¿qué opinas de todo esto?

Una vez escribí un libro cuyas páginas estaban todas en blanco…, ciento veinte…, ¡nadie lo entendió!,

Hades Gaudó

Nota a pie de página:  Como quiera que este espacio es reducido, tengo que restringir los ruegos habituales para que desde Europa se tomen medidas efectivas para ayudar a los refugiados. Ya sean sirios o africanos, sean subsaharianos o magrebíes, a todos lo que sufren. A pesar de los gravísimos problemas que ahora tenemos “en casa” por causa del Covid-19, el “coronavirus” dichoso, en Europa y en España no cejamos en el empeño: seguimos cerrando fronteras; continuamos levantando barreras, unas de espino y otras de papel, algunas —mucho peor— de acero invisible, barricadas custodiadas por cíclopes y dragones (malditas leyes e ideologías). Cientos, miles de muros y vallas siguen elevándose hacia los cielos en todo el mundo…. Cientos de miles, millones de personas, continúan sin poder ejercer uno de los derechos elementales del ser humano. Lejos de resolverse, la situación se agrava cada día más ¿Quién ha dicho que tenemos derecho a levantar vallas y a cerrar fronteras? ¿a quienes queremos engañar?

Y no queremos terminar sin volver a recordar un asunto puntual importantísimo para ayudar en España como es el de solucionar de una vez por todas la insoportable la situación española en el asunto de los  desahucios: cientos, miles de familias quedan en la calle porque la legislación española no soluciona la gran estafa que la Banca ha propiciado en las últimas décadas; auténtico pillaje que está dinamitando la cohesión social. A pesar de la grave situación actual, tampoco eso cambia y sigue su curso exactamente igual que hace unos meses. La Banca es implacable…

Y todo eso hay que hacerlo dejando aparte cualquier tipo de consideración ética y/o moral dejando de lado las ideologías, las creencias religiosas y las consideraciones económicas…, eso hay que hacerlo  simplemente PORQUE ES LO CORRECTO.

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