A lo largo de mis años de docencia uno de mis objetivos diarios en el aula era conseguir que las propuestas favorecieran el razonamiento y el pensamiento en el alumnado, tratando de reducir el tiempo de actividades mecánicas y repetición. Dentro de esta propuesta, también entraba el reflexionar sobre lo que hacemos, por qué lo hacemos, por qué son las cosas como son, la repercusión de nuestros actos, la necesidad del apoyo y la colaboración, quiénes son los famosos, por qué las noticias son noticias, lo que significan o esconden las palabras, y un largo etc. que día a día iban tomando cuerpo.
En los tiempos actuales creo que esos momentos dedicados a pensar y reflexionar sobre el día a día son más necesarios que nunca. Y deberíamos encontrar la manera de practicarlos, si es posible con nuestros hijos, para tratar de entender y aclararnos sobre el momento presente. A modo de ejemplo expongo algunas cuestiones que merecerían un rato de atención:
Por qué los informativos están llenos de opiniones y apenas tienen cabida los hechos.
Por qué tantos programas de debate en los que prima el enfrentamiento, el no dialogo, y la multiplicidad de opiniones que no se justifican ni razonan.
Por qué ponen “entrevistas a pie de calle” que no aportan nada de información.
…
Hemos de valorar qué medios aportan información y qué medios anteponen el generar emoción al de la información. En el primer caso, nos corresponde el valorar los hechos y ver qué repercusión tienen en nuestra vida y en la de la sociedad en la que nos movemos. En el segundo, si nos dejamos arrastrar podemos caer en el desengaño, el enfado… y enfrentados con los que no piensan o ven lo que nosotros vemos. Aparece el nosotros y el ellos, lo que nos lleva a conmigo o contra mí. Y eso no favorece ni potencia una vida democrática.
Me llama poderosamente la atención como “informan” de las diferencias en el gobierno de coalición, las llaman enfrentamientos o desencuentros, como algo negativo. Nos quieren hacer pensar que la discrepancia es mala, que la negociación no vale; es decir, es preferible tener una persona que decida y haga. Y así vemos normal que los grupos parlamentarios voten según señala el responsable. ¿Somos conscientes de esto?
Con el debate de la ley de igualdad sexual nos están “sobreinformando” con el tema de la reducción de penas y no se habla de la importancia del consentimiento, de los beneficios que incorpora la ley, y todo se resume en una frase, un eslogan, lo más dañino posible contra la ministra. Parece que lo válido de una ley es que castigue con penas lo más fuertes posibles. Lo importante del sistema penal no es que sea justo y proporcionado para que permita la reinserción tras cumplir la condena. No. Ahora se trata de que los condenados paguen cuanto más mejor.
Pero, de todas las consecuencias de esta manera de “informar” la que me parece más deseducativa, más dañina para la convivencia y la democracia es el “todos los políticos son iguales”. Es curioso cómo nos cuelan esta idea “igualitaria”, cuando tenemos claro que no hay dos niños o personas iguales. Esta idea nos lleva a no pensar, a no valorar la actuación de las distintas personas, ni las consecuencias que tiene en nosotros su hacer o no hacer. Así, como todos son iguales, dejamos de valorar que unos se dedican a becar a los ricos y subvencionar lo privado y otros a subir el salario mínimo.
Dediquemos unos minutos a reflexionar qué repercusión tiene en nuestra vida y en nuestro entorno las distintas actuaciones de nuestros gobernantes. Y, después de esta reflexión valoremos la actuación que nos corresponde a lo largo de los “intensos” meses que tenemos por delante. Que el ruido no nos confunda la mirada ni la razón.
Colectivo EQS – Miembros del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (http://www.mcep.es)