La brecha nutricional en la atención sanitaria

La brecha nutricional en la atención sanitaria

Rivas Vaciamadrid, con cerca de 100.000 habitantes, lleva años reclamando un cuarto centro de salud como centro de especialidades. Actualmente, cuenta con tres centros de atención primaria y un hospital privado que, aunque sirve de apoyo, no cubre todas las necesidades.

La nutrición es un reto en cualquier sistema sanitario, pero en Rivas el desafío es aún mayor. No existe la figura del nutricionista en atención primaria, los médicos están desbordados, las listas de espera crecen y en la sanidad privada la mayoría de los seguros excluyen la atención nutricional. Esto obliga a muchas personas a asumir costes que no siempre pueden permitirse, dejando fuera a quienes más lo necesitan.

Cuando alguien pide orientación nutricional, lo más habitual es recibir una dieta genérica que, aunque bien intencionada, no se adapta al estilo de vida ni a las necesidades del paciente. Si bien la nutrición no forma parte de las competencias específicas del médico de cabecera o del personal de enfermería, estos profesionales son los primeros responsables en detectar problemas incipientes como diabetes tipo 2, colesterol alto o desnutrición. A pesar de su papel crucial en esta primera línea de atención, las limitaciones del sistema juegan en su contra: no pueden derivar a un nutricionista en el sistema público y el tiempo limitado de consulta no permite profundizar en los hábitos alimenticios o adaptar la dieta a las necesidades del paciente.

El problema con las dietas genéricas es que no contemplan la realidad de cada persona. Si, por ejemplo, el paciente tiene colesterol alto e hipertensión, lo normal es que reciba dos dietas diferentes, con recomendaciones que pueden ser contradictorias. Tampoco tienen en cuenta el nivel de actividad física, la capacidad económica, las preferencias alimenticias o cuestiones más profundas como el estrés, la relación con la comida o el hambre emocional. Este enfoque rígido y generalizado no solo no soluciona los problemas de fondo, sino que también genera frustración. Esto lleva a muchas personas a abandonar las pautas rápidamente al sentir que no se ajustan a su realidad.

La ausencia de una atención nutricional especializada tiene un impacto que no podemos ignorar. En niños, el acceso a alimentos ultraprocesados hace crucial que los progenitores estén informados sobre alimentación equilibrada, pues sin esta guía el riesgo de obesidad infantil, con impacto a largo plazo, aumenta. En las personas mayores, una dieta inadecuada puede agravar patologías crónicas como hipertensión o diabetes, afectando significativamente su calidad de vida. Y para las familias con menos recursos, la falta de tiempo y el acceso a alimentos rápidos o más económicos hace que mantener una alimentación saludable sea cada vez más difícil.

Ante la falta de nutricionistas en la sanidad pública, muchas personas recurren a internet, donde proliferan dietas milagro y tendencias extremas. Estas prácticas, lejos de solucionar el problema, pueden agravarlo. Esto subraya la necesidad urgente de contar con una atención profesional que sea accesible, personalizada y basada en evidencia científica.

A pesar de estas carencias, el papel de médicos y enfermeros sigue siendo fundamental. Reconocer su esfuerzo y dotarlos de recursos especializados no solo es necesario, sino esencial para mejorar la calidad de la atención sanitaria y aliviar su carga.

En Rivas, ya hay iniciativas que muestran que el cambio es posible. Los huertos urbanos y mercados locales están fomentando hábitos más saludables a nivel comunitario, poniendo alimentos frescos al alcance de la ciudadanía. Además, incluir la figura del nutricionista en los colegios marca la diferencia al educar a niños, familias y docentes sobre alimentación equilibrada.

Al final, la salud empieza en el plato, pero necesita más que una lista de alimentos permitidos y prohibidos. Requiere un sistema que comprenda la complejidad de la nutrición y sea capaz de adaptarse a la vida real de las personas. Rivas tiene el potencial de convertirse en un modelo a seguir para avanzar hacia una nutrición más consciente, accesible y saludable para todos.

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