Hongos de control mental

Hongos de control mental

El tema de este mes, la salud mental, tiene dos vertientes totalmente distintas. Por una parte, en lo que se refiere directamente a los insectos (y otros invertebrados) entre los cuales destaca, por lo sorprendente y estar “tan de moda” entre los investigadores, de los denominados “insectos zombi”, que son especies parasitadas por hongos, gusanos o ciertos himenópteros (minúsculas avispillas de diversas familias) que se transforman en auténticos “muertos vivientes” manipulados por ellos y la ciencia todavía desconoce cómo lo consiguen. Y es inquietante el “control mental” que ejercen estos parásitos con los insectos. Les mostraré un ejemplo: una hormiga va caminando tranquilamente por el campo y una espora de cierto hongo que es diez veces más fina que un cabello humano, se adhiere a su exoesqueleto…, el insecto ni se entera, pero esa “semilla diabólica” no pierde el tiempo y en poco tiempo toma el control de la hormiga y la doblega a su antojo… En un momento dado, la pequeña obrera adopta una actitud atípica y manifiesta comportamientos extraños…, finalmente, se aleja de la ruta que conecta con su hormiguero, sube por el tronco de un árbol, clava sus mandíbulas en él y acaba muriendo… Al final, de su cabeza brota un tallo de “Ophiocordyceps unilateralis”, su verdugo, que volverá a liberar esporas a la búsqueda de nuevas víctimas. Mindi Weisberger, un investigador americano que está estudiando esta curiosa relación parasitaria, declara: “La idea de perder el libre albedrío, de que algo externo controle tu cuerpo mientras sigues técnicamente con vida, es inquietante”.

No obstante, hay otra manera de abordar el tema de este mes y es todavía más terrible y turbadora si cabe. Y es la de verlo desde el punto de vista humano. Existe una rara enfermedad, el “Síndrome de Ekbom” o delirio de parasitosis es una condición psiquiátrica donde una persona cree estar infestada por insectos. Las personas con este trastorno sienten picazón, movimiento o irritación en la piel, y pueden rascarse hasta causarse heridas. A menudo, llevan muestras de la piel, polvo o pelusa a los médicos para «demostrar» la infestación. Esta enfermedad mental puede causar aislamiento social, y la persona que lo padece puede intentar métodos extremos para deshacerse de los «organismos» que lo invaden, lo que puede generar lesiones o reacciones alérgicas.

Para terminar, quiero pedir disculpas por lo desagradable del relato y porque el tema se haya decantado por derroteros tan desapacibles, pero les tranquilizaré: se trata de una enfermedad infrecuente y en realidad “muy rara” que tiene, por descontado, tratamiento psiquiátrico para combatirla.

Les deseamos, amables lectores, una buena otoñada, y les emplazamos, como de costumbre, a leer la revista del próximo mes con las nuevas que podamos ofrecerles. Gracias por estar ahí. Sean ustedes muy felices!

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