Buenos días, amables lectores de Zarabanda. Esperamos que hayan pasado ustedes un buen verano. Iniciamos ciclo tras los meses estivales presentando a una especie vegetal curiosa y enigmática con la cual deseamos que sirva como anuncio de un periodo mucho mejor y más estable en nuestras vidas que la extraña primera mitad de año que hemos sufrido y que nos marcará sin duda para siempre.
Se trata del denominado “Hármel”, “Ayahuasca europea” o “Harmala”, cuyo nombre científico es Peganum harmala L. (Familia Nitrariaceae), una especie que podemos encontrar en nuestros campos, siempre en terrenos muy secos o al borde de los caminos —no es frecuente—, tan bella como peculiar, que además cuenta con no poca parafernalia cultural asociada. Es anti-depresiva, hilarante e incluso ¿afrodisíaca? (parece ser que esto último no es cierto). Aparte de eso, se le atribuyen “poderes” y, de esa manera, la también llamada “Ruda Siria” se utiliza para hacer “incienso” en Oriente medio (Turquía, Siria, Irán, etc) y como talismán para protegerse del “mal de ojo” y que no entren los “malos espíritus” en las casas (estas creencias vienen de tiempos preislámicos —son costumbres mesopotámicas y babilónicas muy antiguas—, pero de hecho se emplean todavía para esos fines, quemando sus semillas secas, en algunas regiones de Turquía e Irán).
En la India y Pakistán las semillas del hármel se utilizan como vermífugas, es decir, para eliminar las lombrices intestinales. En el Magreb se usa para combatir la alopecia. En definitiva, que es una planta que tiene muchas propiedades medicinales (absolutamente prohibida para embarazadas e hipertensos).
Lo dicho, amables lectoras y lectores de la revista: con esta planta van nuestros mejores deseos para que comiencen ustedes con buen pie el nuevo ciclo.
José Ignacio López-Colón