Fueron 2.936 republicanos los fusilados por el franquismo en la capital entre 1939 y 1944. El Gobierno de Manuela Carmena decidió que el memorial levantado en el camposanto debía incluir sus identidades, pero la llegada al poder de PP y Ciudadanos, apoyados por Vox, cambió los planes. El Ayuntamiento retiró las láminas a finales de noviembre y desde entonces se amontonan en dependencias municipales.
La decisión indignó a los familiares. El colectivo Memoria y Libertad, envío el 4 de diciembre una misiva al alcalde, José Luis Martínez Almeida, para plantearle la posibilidad de que les entregaran las placas. “Incluso partidas o rotas tienen un elevado valor sentimental para nosotros”, admitían. La organización memorialista recibió el lunes, mes y medio más tarde, una respuesta negativa firmada por Borja Fanjul, segundo teniente de alcalde y presidente del pleno. “No resulta posible atender su solicitud, toda vez que dichas placas son propiedad del Ayuntamiento, abonadas por este en virtud de un contrato administrativo de obras y no se pueden entregar a un particular”.
Solo un día después de que Madrid las retirara, el Ayuntamiento de Rivas se prestó a albergar el memorial. El ofrecimiento se produjo a través de una carta que el alcalde, Pedro del Cura envió a su homólogo en la capital el 26 de noviembre. Sin embargo, aún no ha recibido respuesta. Rivas se comprometía a construir una estructura para instalar temporalmente las láminas con los nombres, hasta que estas pudieran regresar al enclave para el que fueron realizadas originalmente. “Sabemos que el lugar de esas placas es el cementerio de La Almudena. Allí deben volver”, insistía Del Cura.
En el texto registrado el pasado jueves por la Plataforma en Defensa del Cementerio de La Almudena, considera que Martínez Almeida ha demostrado “su desprecio absoluto a las víctimas del genocidio y dictadura franquista”, así como “su ignorancia a las leyes y principios universales de verdad, justicia y reparación”.
La plataforma esgrime que la retirada de las placas supone “una humillación más a las víctimas del franquismo en Madrid”. Julián Rebollo, portavoz de la plataforma, sostiene que, con esa decisión, Martínez Almeida perpetró “un acto verdaderamente franquista, impropio de un demócrata”. En su opinión, el alcalde no solo desprecia a los fusilados, también intenta borrar cualquier referencia a la dictadura franquista.
Parece que el memorial que finalmente se hará, consta de tres estructuras de hormigón levantadas sobre un antiguo parterre de La Almudena al que se accede por el flanco izquierdo de la puerta de O´Donnell, no hará ninguna alusión a los fusilamientos, a la dictadura franquista ni a la Guerra Civil. En uno de los bloques se podrá leer: “El pueblo de Madrid a todos los madrileños que entre 1936 y 1944 sufrieron la violencia por razones políticas, ideológicas o por sus creencias religiosas. Paz, piedad y perdón”. Fuentes municipales aseguran que la elección de este texto servirá para “rendir homenaje a todos los españoles sin distinción”. Sin embargo, las asociaciones memorialistas se quejan de que esas palabras ponen al mismo nivel a las víctimas de una guerra y a quienes sufrieron “la revancha fascista en tiempos de paz”.