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OPINIÓN

El eurodiputado comunista que hizo pellas

Educación Inclusiva sí, pero Especial también

Otorgar una educación y atención plena a los alumnos con necesidades educativas especiales debe ser un objetivo fundamental, y es importante que estos alumnos se puedan escolarizar tanto en centros ordinarios, en aulas específicas dentro de los centros ordinarios y, por supuesto, también en centros de Educación Especial.

En España se matricularon el curso pasado casi 40.000 alumnos en centros de Educación Especial. Estos alumnos son el 17% de los menores con diversidad funcional, el resto ya está matriculado en el sistema ordinario.

De forma paralela, hay 1,89 millones de alumnos con necesidades educativas especiales matriculados en centros ordinarios, a los que se les adapta los currículos y los métodos de enseñanza. Se trata de un grupo muy heterogéneo, pues no solo lo integran alumnos con discapacidad, sino niños con déficit de atención, dislexia, trastornos de conducta o altas capacidades.

En nuestra ciudad, el centro María Isabel Zulueta abrió sus puertas en 2010 por demanda de las familias ya que hacía falta un colegio de educación especial en la zona. Actualmente, en este centro están matriculados 103 alumnos a los que se les ofrece toda la cobertura curricular y también soporte en las áreas de comunicación y desarrollo motor. Cuentan entre sus profesionales con fisioterapeutas y logopedas. Trabajan el desarrollo de la autonomía, y hay un equipo de auxiliares técnicos educativos que son los responsables de desarrollar este aspecto.

En el colegio María Isabel Zulueta se imparte Educación Infantil adaptada a las necesidades y competencias individuales de niños de entre tres y cinco años; Enseñanza Básica Obligatoria desde los seis años hasta los 16/18 años -dividida, a su vez, en Primaria (6-12 años) y Secundaria Obligatoria (13-16/18 años)-y la etapa de transición a la vida adulta, con una oferta formativa orientada a facilitar la autonomía personal y la integración social y laboral. También hay algunos alumnos que posteriormente acudirán a centros de día o a una residencia. Entre los objetivos de este centro de educación especial, además del desarrollo del alumnado, está su bienestar y calidad de vida.

El proyecto de ley para la reforma de la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE), también conocida como “Ley Celaá”, contempla el posible trasvase de alumnos de centros de educación especial al sistema ordinario, lo que ha motivado la protesta de familiares, profesores y alumnos de estos centros.

La reforma normativa, fija un plazo de diez años para integrar a los alumnos con necesidades especiales en centro ordinarios «con los recursos necesarios para poder atender en las mejores condiciones al alumnado con discapacidad».

En estos momentos se debate la conveniencia de hacer desaparecer la Educación Especial bajo el supuesto argumento de que es “segregadora y discriminatoria”. La Educación Especial tiene como objetivo desarrollar todas las capacidades de los alumnos, no sólo de sus competencias curriculares que, en algunos casos, pueden estar muy alejadas de las de otros niños y niñas de su misma edad sin discapacidad.

Aunque algunos niños y niñas se adaptan muy bien a la escuela ordinaria, otros precisan de una educación individualizada, con personal muy especializado, espacios adaptados, aulas con pocos alumnos y ritmos de aprendizaje concretos. ¿Por qué destruir estructuras educativas que están funcionando y que garantizan el derecho a una enseñanza de calidad de este alumnado?

La realidad es que no hay dos sistemas, sino un único sistema donde los niños con necesidades educativas especiales son atendidos bajo diversas modalidades de escolarización. Los centros de Educación Especial son centros especializados que dan una respuesta personalizada y garantizan los apoyos necesarios a cada niño. El derecho a no ser discriminado no supone tratar a todos igual, sino tratar a cada uno como necesita.

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