Los llamo dibujos a lápiz porque son ligeros y provisionales, leves apuntes previos a figuras y expresiones más acabadas. Espero que, al menos, nos resulten sugerentes, con la ayuda de nuestra imaginación.
Padre e hijo hablando de “sus cosas” y paseando, después jugueteando con un balón.
Niño con su hermano en algún país del tercer mundo, en un desierto infinitamente vasto y desabrido. Ambos caminan descalzos, el mayor ha cargado en sus hombros al pequeño. Les queda mucho camino aún por recorrer en soledad y asediados por la incertidumbre.
Pequeño puesto de flores en la calle, con la luz del mediodía y la solitaria vendedora de las flores más bellas y diferentes. Casi nadie compra ni siquiera mira al pasar, pero la calle se viste de colores y fragancias.
Partido de fútbol el sábado por la mañana entre chavales de unos catorce años, animados y aplaudidos por sus padres. ”Jugar no es solo competir sino también participar y disfrutar”, dicen unas pancartas ¿De veras?”, respondemos nosotros. Ha faltado poco para llegar a la bronca.
Músicos callejeros. Una ráfaga de alegría sobrevuela el colorido lánguido del atardecer. Los músicos alternan los temas, cambian de estilo y de ritmo, y nos garantizan un temple Silencio de bienestar en el retorno a casa para encontrarnos con la noche.
. El sosiego de la mañana y de la noche, el silencio de las estrellas. La necesidad que tenemos de navegar en la penumbra, de sumergirnos en la profundidad del mar.
Belleza. Una de las palabras mayores de la vida en todas sus formas y expresiones. El arte de la fuga, los dibujos de Goya, la primavera de Botticelli, los retratos de Durero, las puestas de sol, la brisa de la costa…Este dibujo debe sugerir la belleza que alienta en la entraña de tantas cosas, aunque sea irreconocible en una primera mirada.
Indiferencia. Una figura de mujer de mirada seductora, de expresión penetrante. Un velo que cubre el rostro y difumina los rasgos, desvirtúa la intención y el brillo. Puede ser un símbolo de la indiferencia que nos envuelve y nos consume, que convierte el genio en monotonía, la creatividad en tedio, la ciudadanía en monólogo, la soledad en huída.
Sensibilidad. Una flor desnuda, una conversación sin palabras, una resonancia opaca, una caricia suave, un tríptico formado por el gusto, la paz y la armonía.
Monotonía. Una lluvia pertinaz, una sequía interminable, un día tras otro, una llanura insoportable, un monólogo eterno sin respuestas ni preguntas, un discurso exasperante, un lápiz fino que dibuje todo eso.
Santiago S. Torrado