OPINIÓN

Organizarse en sindicatos para defender mejor las conquistas y los nuevos derechos sociales

Desatender los pequeños detalles -¿derechos?- ennegrece la atención a los ripenses

El 8 de abril estaba citado en las oficinas del Ayuntamiento de Rivas, en las cercanías de una oficina de Correos, para un asunto relacionado con la firma digital. Ese martes soleado era el día elegido y todo parecía que iba sobre ruedas. En las cercanías del edificio municipal, dos plazas pintadas de azul indican el lugar preferencial para el aparcamiento de coches guiados por personas con alguna discapacidad. Todo un detalle para favorecer a los vecinos que necesitan hacer alguna gestión municipal. Faltó el pequeño detalle de la existencia de una pequeña rampa para superar el escalón de la acera y facilitar el paso de sillas de ruedas o personas con problemas de movilidad. Superado ese obstáculo, una gran rampa dirige hasta la entrada a estos servicios de atención ciudadana.

Nada más traspasar la puerta de entrada, todo fue de maravilla. Fui atendido con cariño y naturalidad por el empleado instalado en la pecera de información. Me facilitó todo y me dijo que sería atendido en poco tiempo en alguna de las mesas de atención al ciudadano. Me dijo que podía esperar sentado. Le pregunté que dónde podía posar mi trasero, porque los asientos instalados, además de ser demasiado bajos no contaban con apoyabrazos para facilitar que personas de edad muy avanzada o con problemas de movilidad se puedan levantar. Se llama accesibilidad. El joven empleado lo entendió y me colocó una silla junto a una mesa que me sirviese de apoyo para levantarme. Todo amabilidad y buen servicio por parte de este trabajador municipal. También fueron todo atenciones y buen trato del empleado de la mesa 7 que me facilitó la firma electrónica.

Eso mismo me ha sucedido en las salas de espera de los Centros de Salud de La Paz y Santa Mónica. Si te sientas en bancos metálicos, igual que los de la oficina municipal de Rivas, ya no te puedes levantar sin ayuda de otra persona. Presenté la correspondencia denuncia en la Consejería de Sanidad del Gobierno presidido por Isabel Díaz Ayuso. Me contestó Irene Santos, responsable de la Unidad de Atención al Paciente. Me agradeció mi escrito que “nos ayuda a mejorar el estado de nuestras instalaciones”. Eso fue en septiembre de 2024 y a fecha de hoy todo sigue igual.

Ya denuncié hace tiempo que el Salón de Actos del edificio Atrio, de propiedad municipal, donde acudí a la presentación de Zarabanda, tenía más escaleras que la Muralla de China. Ese mismo día se lo comuniqué a la alcaldesa, Aida Castillejo. Otra persona del gobierno local me explicó que esa zona casi no se utiliza por la falta de accesibilidad. Los últimos festivales de monólogos Ríe Rivas se han celebrado allí.

Esos pequeños detalles como facilitar la accesibilidad de personas con distintas capacidades a los edificios públicos de salud o gestión administrativa con la existencia de rampas para subir a la acera desde la carretera o con bancos disponibles de apoyabrazos nos hacen la vida más agradable a todos los ciudadanos diferentes por su manera de desplazarse. Desatender esos pequeños detalles ennegrece la atención de un servicio municipal que dispone de excelentes y atentos trabajadores públicos. Sin embargo, ha sido diseñado por personas con cargo pero sin conciencia por no tener en cuenta que la sociedad es plural e integrada por personas diferentes que desean que se respete su derecho a la diferencia.

Hace muchos años, cuando Esperanza Aguirre era la presidenta de la Comunidad de Madrid, yo me quejaba de problemas de accesibilidad en los lugares donde convocaba algunas ruedas de prensa. Su respuesta era tajante. Ofrecía que me llevase en brazos uno de sus escoltas por zonas intransitables y con escaleras. ¿Pondrá el Ayuntamiento de Rivas, en lugares con sillas que impiden levantarse a algunas personas, a policías locales para ayudarnos a ponernos de pie? A Aguirre le dije que, a mí, nadie me lleva en brazos. A los responsables municipales de esta falta de humanidad les diría al oído que presten atención a los pequeños detalles que para mí son derechos.

Es difícil ser detallista con las pequeñas cosas en momentos en los que las derechas enloquecen y las izquierdas se tumban en el diván para que el psicoanalista le aclare quién es el más rojo de la zona. Los pequeños detalles engrandecen el corazón y nos ayudan a muchos que somos diferentes a no sentirnos extraños.

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