De cigarras y hormigas

De cigarras y hormigas

El tema de fondo elegido para este mes, “La cuesta de enero y el manejo de los periodos de escasez” hace casi obligado hablar de la conocida fábula de la cigarra y la hormiga. Esta comparación, aunque no deja de ser una visión muy particular y antropocéntrica del mundo de los insectos, refleja perfectamente distintas maneras de abordar tales situaciones y sus consecuencias.

“Cantando la cigarra pasó el verano entero, sin hacer provisiones. Allá para el invierno los fríos la obligaron a guardar el silencio…”, “… Sin mosca, sin gusano, sin trigo, sin centeno. / Habitaba la hormiga allí tabique en medio…” (Fábulas de Samaniego, 1882).

El ser humano siempre ha estado fascinado por el tesón y el esfuerzo que las diversas sociedades de hormigas muestran para almacenar comida y utilizarla en los períodos en los que no pueden disponer de recursos —básicamente el invierno en nuestras latitudes— y para reflejarla como ejemplo a seguir por las sociedades humanas, lo comparan con el modo de vida de un insecto que, dado que “se pasa el día cantando”, es el ejemplo perfecto para esta metáfora tan elaborada.

En nuestro país existen incontables ejemplos de hormigas —casi 300 especies— entre las cuales hay que destacar las del género “Messor”, las conocidas “hormigas cosechadoras” porque no tenemos mas que dirigir la vista al suelo y observar a muchas de ellas portando espiguitas o semillas de las plantas para introducirlas en sus hormigueros (“Messor barbarus”, “Messor structor” y “Messor capitatus” son muy frecuentes en Rivas-Vaciamadrid y casi toda la península ibérica) y una treintena de especies de cigarras —exactamente 32—, siendo las más comunes y frecuentes “Cicada orni” y “Cicada barbara”, las cuales no dejan de llenar de sonido los calurosos veranos con su incesante chirriar; “Lyristes plebejus” es una de las más grandes y, como las anteriores, tiene un potente canto (en realidad estos insectos no cantan, estridulan).

Cigarra Cicada Orni Rivas

Pero todo esto no deja de ser un artificio literario para componer esta alegoría, ya que en realidad las cigarras —Homoptera de la familia Cicadidae— viven entre 2 y 17 años bajo tierra, en forma de ninfa y cuando emergen y se transforman en adultos viven unas cuantas semanas o poco más de un mes, el tiempo que necesitan para buscar pareja y reproducirse y, en el caso de las hembras, poner los huevos, después de eso, simplemente mueren.

Desde Zarabanda, amables lectoras y lectores, aparte de agradecer su atención y fidelidad a la revista, queremos desear que pasen un 2024 lleno de buenaventuras y en concreto, este primer mes del año, sin sentir demasiado los efectos de la conocida “cuesta de enero” y podamos llegar a fin de mes sin demasiadas apreturas.

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