Para una mejor conservación, es aconsejable envolver el pan en plástico o guardarlo en un envase hermético antes de congelarlo
Congelar el pan es una opción habitual para conservarlo pero, en el proceso, puede volverse chicloso y perder su textura crujiente. Albert Monferrer, tecnólogo de los alimentos, explica a Maldita.es que el problema no es la congelación en sí, sino la forma en la los descongelamos. Para mantener su calidad, es clave evitar la rehidratación de la corteza, la causa de que el pan esté gomoso en vez de crujiente.
Los ingredientes principales del pan normalmente son la harina, el agua, la sal y las levaduras. Durante el proceso de cocción, el almidón de la harina absorbe agua pero, cuando el pan se congela, esta humedad se redistribuye.
Según explica Monferrer, la diferencia de humedad entre la miga y la corteza se equilibra durante la descongelación, afectando así a la textura. Para evitarlo, recomienda descongelarlo en el horno en lugar de al aire, en la nevera o en el microondas. Así, la humedad acumulada en la corteza se pierde de nuevo y el pan recupera su textura crujiente.
Es recomendable guardar el pan cuando está fresco
Hay que tener en cuenta que una congelación lenta, como la que ocurre en los congeladores domésticos, provoca la formación de cristales de hielo grandes que alteran la textura y el sabor del pan.
Para una mejor conservación, es aconsejable envolver el pan en plástico o guardarlo en un envase hermético antes de congelarlo. Esto evita que sufra quemaduras por frío o que absorba olores de otros alimentos. En caso de encontrar zonas blanquecinas en el pan después de congelarlo, Monferrer aclara que se deben a la deshidratación y retrogradación del almidón, y que no afectan a su seguridad alimentaria.
Por último, si decidimos congelar pan, es recomendable hacerlo cuando aún está fresco y no cuando empieza a pasarse, ya que esto empeoraría su calidad al descongelarlo.
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