José Luis Fernández escribe sobre agroecología y sostenibilidad desde la frontera urbana
En un rincón de Rivas Vaciamadrid, junto a otras personas comprometidas, decidimos dar vida a una iniciativa que une filosofía, sostenibilidad y acción social. Así nació Ataraxia Rivas Vaciamadrid, una asociación que toma su
nombre de un concepto filosófico griego que significa ausencia de turbación. Para mí, la ataraxia representa ese estado de serenidad mental y equilibrio interior que tanto necesitamos en tiempos de ruido, prisa y desconexión. Llevar ese ideal al campo de la agroecología ha sido una experiencia profundamente transformadora.
La agroecología: sembrar más que alimentos
Siempre he creído que cultivar la tierra es también cultivar valores. La agroecología no es solo una técnica agrícola, sino una forma de entender el mundo. Combina saberes ancestrales con ciencia moderna, respetando los ritmos naturales y promoviendo una relación sana entre las personas y su entorno. En espacios periurbanos esos lugares que se sitúan entre lo rural y lo urbano este enfoque cobra especial relevancia. Nos permite producir alimentos, regenerar ecosistemas y fortalecer el tejido social.
En Ataraxia, esta filosofía se traduce en acciones concretas. En el parque agroecológico del Soto del Grillo, hemos creado un bancal solidario que devuelve a la sociedad lo que la tierra nos ofrece. Hasta hoy, hemos entregado más de 600 kilos de productos ecológicos de temporada a la Red de Recuperación de Alimentos de Rivas (RRAR). Son alimentos de kilómetro cero, cultivados con conciencia, que ayudan a paliar necesidades reales.
Tres dimensiones de impacto
La agroecología periurbana tiene un potencial inmenso. Lo veo cada día en la huerta o bancal, en los talleres y actividades que ayudamos a llevar a cabo en la difusión de estos espacios, en las conversaciones con vecinos y vecinas. Sus beneficios se manifiestan en tres dimensiones:
- Ambiental: regeneramos el suelo con compost y rotación de cultivos, fomentamos la biodiversidad urbana y contribuimos a mitigar el cambio climático.
- Social: convertimos los huertos en espacios de aprendizaje, promovemos la inclusión y fortalecemos los vínculos comunitarios.
- Económica: apoyamos a pequeños productores, reducimos costes logísticos y generamos empleo verde.
Cada bancal es una semilla de transformación. Cada fruto, una oportunidad para repensar cómo vivimos.
Un puente entre lo rural y lo urbano
Los espacios periurbanos pueden ser mucho más que zonas de transición. Pueden actuar como amortiguadores ecológicos, frenar la expansión urbana descontrolada y ofrecer soluciones sostenibles para la gestión del territorio. Desde Ataraxia, trabajamos para que esa visión se haga realidad. Porque creemos que la agroecología no solo cultiva alimentos: cultiva resiliencia, equidad y conciencia ecológica.
Mirando hacia el futuro
Integrar la agroecología en los planes urbanos es apostar por ciudades más verdes, saludables y participativas. Desde huertos comunitarios, escolares… hasta redes de consumo responsable, cada iniciativa agroecológica es una semilla de cambio. En Rivas, esa apuesta ya está en marcha, impulsada por una ciudadanía cada vez más consciente y comprometida.
Ataraxia, como concepto y como proyecto, me recuerda cada día que la serenidad también se cultiva. Y que, en cada bancal, en cada fruto, hay una oportunidad para sembrar conciencia.
Y tú, ¿qué vas a sembrar?
La transformación empieza en lo local, en lo cotidiano, en lo que decidimos apoyar, en los pequeños gestos diarios. Comprar local, apoyar redes solidarias, aprender sobre el origen de lo que comemos, compartir saberes, cuidar el entorno… Cada acción cuenta. Porque sembrar conciencia es también asumir que todos tenemos un papel en la construcción de un mundo más justo, sostenible y humano.








