Entrevista a Diana Pérez, presidenta de AMEIGI y directora de la EI «Patas Arriba».
Diana Pérez Sánchez es la presidenta de la Asociación Madrileña de Escuelas Infantiles de Gestión Indirecta (AMEIGI). Esta “patronal” no es una organización al uso ya que la mayoría de estas escuelas infantiles son gestionadas por cooperativas, también la suya.
En la Escuela Infantil “Patas Arriba” de Rivas, Diana Pérez ejerce como directora de orquesta de un elenco armónico de enamoradas de la educación de los niños y niñas, que están en el centro de su filosofía educativa. Afirma Pérez que “los recursos humanos son lo más importante en educación” y reclama a las administraciones que mejoren las condiciones laborales de las docentes, que son mileuristas y no ven reconocida su formación académica y actualización permanente.
Buenos días, Diana, ¿cómo está la situación del convenio de la educación infantil 0-3, cuya negociación sigue en punto muerto?
Lleva varios años congelado y están en la negociación de las subidas salariales. La patronal (estatal) no quiere subirlos y los trabajadores están presionando. Por eso han hecho tantas movilizaciones, incluso huelga, porque las educadoras tienen un salario muy bajo.
¿Por qué son tan bajos esos sueldos?
Es un sector de servicios, que está mal pagado y muy feminizado, con lo cual peor pagado todavía. A primera vista, no da dinero. Aunque luego, si tienes ciudadanos que están bien a nivel emocional y educativo, seguramente tendrás menos problemas de salud, de enfermedad y de otras situaciones. Pero en principio no es algo que dé dinero, con lo cual es un sector de servicios mal pagado, tanto que ahora, con la subida que ha hecho el Gobierno del salario mínimo interprofesional, ya ha igualado al salario de las educadoras infantiles. Entonces, es muy penoso…
¿Qué supone para una educadora ser mileurista?
Una educadora es una profesional, con una formación concreta. Con eso, no puedes vivir solo, por ejemplo, porque te van a pedir mil euros por un piso. Te obliga a compartir casa o tener pareja. Tenemos la mala suerte de que el ciclo de cero a tres años no está reconocido socialmente, pareciera que es el sitio donde dejamos a los niños mientras trabajamos para que les entretengan un ratillo las cuidadoras. Y no somos cuidadoras, la mayoría somos maestras y, las que no, son técnicos en educación infantil.
Un salario mínimo para lo que es un trabajo cualificado, entonces.
Y además necesitas formación permanente. Los estudios cambian, sale normativa nueva y tienes siempre que estar a la última. Y aparte de los conocimientos, hay que valorar la responsabilidad que conlleva tener a tu cargo a un montón de niños menores de edad. Hay que pagarlo, porque cualquier cosa que les pueda pasar, la responsabilidad a nivel penal o legal es tuya.
Y hablando de reconocimiento de la profesión, ¿cómo valoras la frase del entonces consejero de Educación, Enrique Ossorio, de que no era una actividad esencial “cambiar pañales”?
Pues que este señor no tiene ni idea de lo que es la educación infantil, está claro. Fue denigrante que nos trataran así, nos mandaron directamente a un ERTE. Cuando además era un dinero ya presupuestado, que no les incrementaba el gasto.
¿Qué impacto tuvo ese ERTE?
-Las familias se sintieron muy solas porque tenían que seguir trabajando en sus casas y además atender a sus hijos, se veían desbordadas. No podíamos dar atención directa, pero hubiéramos podido hacer un acompañamiento a las familias.
¿Qué más demandas eleva AMEIGI a la Administración?
La Comunidad lo que hace es crear los centros y sacar a concurso la escuela. Antes tú presentabas el proyecto educativo y el proyecto de gestión, y el mejor proyecto se quedaba el centro. Pero en 2008, ya no era un dinero fijo sino que se abría una “subasta” para bajar los precios de gestión de las escuelas.
Y, claro, tú puedes comprar unos bolis más baratos pero en el servicio, ¿dónde reducimos? Está la alimentación de los niños, los materiales y el sueldo de los trabajadores, no hay más. Entonces las pequeñas empresas y cooperativas nos unimos para poder sobrevivir, porque no hay beneficio de la empresa. Y empezaban a entrar grandes empresas que sacaban a las pequeñas cooperativas.
Esta asociación busca dignificar la etapa de educación infantil. No es normal que unos ciudadanos tengan una escuela pública en unas condiciones y otros en otras, según qué proyecto gane. Queremos que se reconozca la etapa educativa de 0-3 años y que se bajen las ratios para atender a los niños como se merecen.
¿Qué ratios tenemos ahora?
Ahora mismo en bebés tenemos ocho niños por aula. En un año, 14. Y en dos y tres años, 20 alumnos. Han bajado la ratio del 3-6 a 20 niños, pero en el 0-3 no la han bajado, la han mantenido.
Entonces, claro, una escuela con ocho aulas puede tener una tutora por aula y un apoyo para toda la escuela. Eso serían los mínimos que exige la ley. O sea, que si una empresa quiere gestionar la escuela, puede. Es una barbaridad, por eso las cooperativas ponemos como mínimo un apoyo cada dos aulas.
Y lo suyo sería tener “pareja educativa”, que es lo que llevamos reclamando a la Comunidad de Madrid. Las escuelas de gestión directa lo tienen, igual que las del Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, las de la Comunidad no, y es lo que estamos reivindicando porque son muchos niños.
También reclamáis una subida de presupuesto frente a esa competición a la baja de los últimos años.
-Es que el presupuesto que teníamos en el 2008 para una escuela era de unos 580.000 euros anuales. Y los concursos que están saliendo tienen presupuestos de partida con 50.000 euros menos, de unos 535.000 euros. Encima, a partir de ahí, tú tienes que hacer una bajada presupuestaria si te quieres quedar con la escuela. Imagínate también el poder adquisitivo que se pierde con todo lo que ha subido el coste de la vida. Se precariza el sector porque las trabajadoras quieren que les paguemos más, pero las pequeñas cooperativas o empresas echan cuentas y dicen “quiero, pero es que no puedo”.
En febrero, interviniste en la Asamblea de Madrid defendiendo una proposición no de ley sobre las escuelas de gestión indirecta autonómicas. ¿En qué consistía la propuesta?
-En hacerlas de gestión directa, que sería lo ideal, fue una propuesta que hizo el PSOE. Nosotros también creemos que tendrían que ser públicas totalmente porque sino estás externalizando de alguna manera. A algunos les choca que digamos esto dedicándonos a la indirecta, pero es que si hace 30 años que no hacen escuelas públicas de gestión directa, pues las personas de esta profesión tenemos que buscarnos la vida.
Ojalá tener la seguridad que da el puesto de trabajo asegurado y no que te puedan sacar a concurso en cualquier momento y tengas que estar otra vez presentando un proyecto y viendo de dónde recortar. Llega un momento que no puedes más, pero es que un proyecto educativo tiene coherencia cuando hay un equipo estable que lleva muchos años gestionando el centro, que conoce la población y los recursos que tiene, que las familias confían en el equipo.
Te quería preguntar por el acceso al no ser una etapa obligatoria. El triple de niños de hogares de renta alta están escolarizados en comparación con los hogares de renta baja, en el primer ciclo. ¿Qué impacto tiene en las familias y en la educación de estos niños?
Es verdad que desde el 2019 se ha hecho gratuita la escuela infantil pública, antes los precios eran caros y había familias que no podían traer los niños a la escuela, venían las familias en las que trabajaban los dos. Ahora es gratuita y solo se paga el comedor y el horario ampliado. Eso ha facilitado el acceso, pero hay más población que plazas escolares, con lo cual algunas se quedan fuera. Y también vemos situaciones tan precarias que no se pueden permitir pagar ni el comedor y aunque haya becas para el comedor, no cubren tanto dinero.
Y a nivel educativo, la etapa 0-6 años es fundamental a nivel cognitivo y de desarrollo del individuo.
-Es donde se sientan todas las bases de la educación. Muchas veces vemos muy claro que los contenidos de Primaria son fundamentales: la lengua, la matemática…pero es que en cero a tres años se trabaja todo lo que tiene que pasar antes de llegar a esos sitios.
Para que un niño aprenda a leer, primero le tienen que haber leído cuentos, le tienes que haber acompañado hacia la lectura. Para que un niño desarrolle el pensamiento lógico-matemático, tiene que haber hecho antes trasvases y experimentado con materiales y texturas. Son aprendizajes instrumentales que son necesarios para que en el futuro, cuando lleguen a primaria, puedan desarrollar los aprendizajes que les corresponden a esa edad. No se trata de imitar lo que hacen los coles, sino que tienen en 0-3 años su propio aprendizaje.
Eso exige un esfuerzo de adaptación importante.
Para eso hace falta una formación continua. Te pasas el día observando a tus niños, viendo en qué momento evolutivo se encuentran y pensando cómo presentar la actividad o los materiales para que ese niño pueda seguir avanzando en su desarrollo. Está muy pensado, no es un “saco estos juguetes para que se entretengan”.
¿Cómo le explicáis a los padres y madres esto?
Muchas veces nos dicen: “es que esto es una escuela para nosotros también, porque no éramos conscientes de todo lo que estáis trabajando aquí”. Entonces, a mí me parece también muy importante que desde las escuelas hagamos esa labor, de que las familias vean que lo que hacemos en la escuela tiene un sentido y les expliquemos la parte teórica de todo lo que están viendo en el desarrollo de sus hijos.
¿Y qué preocupaciones o demandas tienen las familias cuando llegan buscando una escuelita?
Lo primero que quieren es que sus hijos estén felices, que se encuentren protegidos y seguros. Eso se lo explico muchas veces: cuando una persona no se siente segura en un sitio, no está en modo aprendizaje, está en modo protegerse. Eso nos pasa a todos los humanos: si te van a atacar, te defiendes o huyes, pero no estás descubriendo el mundo. Por eso lo primero que hacemos es crear vínculos con los niños y las niñas para que se sientan seguros y después los abrimos a trabajar lo que haya que desplegar a esa edad.
Por suerte, las familias cada vez tienen más claro lo que quieren, el estilo educativo. Yo siempre las invito a que vayan a las jornadas de puertas abiertas de todos los centros, porque siempre ahí van a respirar los valores y el tipo de escuela que es. La educación es algo muy personal, tienen que sentirse identificados. Tú tienes unas creencias de la vida y quieres educar a tus hijos en esos valores. Se ve muy claro con la religión, pero pasa en cualquier otro aspecto del desarrollo.
¿Y con esto de que tengáis que “competir” entre centros, se dan modas como la Montessori?
Claro que hay modas. Yo creo que de todos los autores clásicos y nuevos hay que quedarse con lo que te sirve. A mí Montessori me parece maravillosa, pero el mundo que tenemos ahora no era el que había entonces (hace más de un siglo). Pikler nos ha aportado cosas maravillosas, pero lo que ella tenía que era un orfanato, no es lo que tenemos nosotras. Entonces, cuando me preguntan “¿pero sois Pikler, sois Montessori?”. Respondo que nosotras somos “Patas Arriba”. Y de Pikler, Montesori, de todos los autores que hemos estudiado, vamos cogiendo lo que nos vale para la realidad que tenemos, con un número de profesionales que nos permite hacer hasta ciertas cosas, y con un tipo de familias concreto. Es decir, tú vas adaptando todos los aprendizajes que te has llevado de toda esta gente maravillosa y lo aplicas a tu práctica y a tu realidad.
Una moda más polémica es la de instalar cámaras de seguridad. ¿Cómo la valorais vosotras? ¿No es muy intrusivo?
Me parece muy intrusivo y al final, además, ese tipo de centros que ponen cámaras te van a dejar ver lo que ellos quieren que tú veas. Si no confías en el centro en el que dejas a tu hijo, mal vamos.
Entonces, para mí, la clave no está en poner cámaras, sino en abrir las puertas a las familias, que las familias puedan entrar hasta la cocina, como se suele decir. Porque si las familias entran a dejar o recoger a sus hijos todos los días, pueden participar de proyectos del centro cuando quieran, pueden venir a pasar una mañana a la escuela cuando quieran, no hay nada que ocultar.
Incluso van a haber momentos puntuales que vais a ver que estamos sobrepasadas de trabajo, de que no llegas a todo lo que tienes que llegar, porque tenemos 20 niños en dos años. Pero las familias ven también el esfuerzo que hacen las profesionales y ponen en valor ese trabajo con los niños y niñas tan maravilloso que hacen las educadoras.
¿Y cómo se educa a los propios papás y mamás en que la escuelita tiene un rol educativo importante, que no es solo conciliación?
Esto se ve cuando los niños enferman y nos los traen malos porque ellos están apurados con el trabajo, que yo lo entiendo. Les intentamos hacer entender que esto es un centro educativo y que los niños cuando están enfermos no se encuentran bien y no podemos darles lo que necesitan.
Es el Gobierno o el Estado quién tiene que facilitar que los padres puedan hacer esa conciliación, como ahora con los cinco días libres para situaciones de este tipo. Esas cosas están fenomenal, porque son las familias las que tienen esa responsabilidad de atender a sus hijos. Y a veces eso sí que te cuesta hacerlo entender a las familias, porque “yo me tengo que ir a trabajar”, si yo te entiendo, pero tú entiende que yo tengo que atender a un montón de niños y tu niño está llorando todo el rato, necesita estar en brazos, y yo no le puedo tener. Aparte de eso, puede contagiar al resto de compañeros.
Esa concepción antigua de “esto es mi conciliación, entonces, resuélveme el problema” sigue existiendo. Pero la realidad es esto es un sitio donde tu hijo se está educando, igual que en el cole. Y en el cole, si le duele la cabeza o se encuentra mal, te van a llamar para que le recojas. Esto es igual. A mí me duele mucho cuando escuchas a un político hablar de “guardería” en vez de escuela infantil. Al final, si ellos no cambian el discurso, no puedes hacer ver a la ciudadanía que somos una parte más del sistema educativo, no un centro de ocio para niños.
¿Un mensaje que quieras decirle a los papás y mamás?
Disfrutad de la etapa. Es una muy cansada porque son niños pequeños que tienen muchas necesidades y agota, lo sé porque he sido madre, pero es una etapa maravillosa en que los aprendizajes que se dan no se van a volver a dar nunca con esa rapidez. A esas edades, un niño es un regalo porque te adora, ya lo puedes hacer mal, que los niños te adoran y eso es maravilloso.
Luego llegarán otras etapas, con cosas también maravillosas y cosas complicadas. Disfrutad de cada momento y cread ese vínculo bonito con los hijos, porque luego, aunque sean adolescentes y entonces te vean como un poco “el enemigo”, en el fondo la semilla que has plantado en ellas está, y tendrán una adolescencia bonita (dentro de lo que les toca ser).
Muchas gracias, Diana, por tus consejos.