En el pleno municipal de noviembre, hace unas semanas, tuvo lugar un interesante debate sobre el turismo en Rivas, en el que el concejal de IU (Manu Castro) sacaba pecho de los trabajos que se estaban haciendo para situar a Rivas y su memoria histórica como destino turístico, especialmente la Ruta por las trincheras de la Batalla del Jarama. Sin olvidar que la laguna del Campillo y el Parque Regional del Sureste suponen un entorno natural privilegiado para un turismo sostenible, basado en el acercamiento a la naturaleza.
Por parte del PP, la concejala Janette Novo reclamaba más inversión (¡un nuevo albergue incluido!) para potenciar el Camino de Uclés como parte de la ruta madrileña del Camino de Santiago. Además, queda pendiente desde hace años convertir la antigua Casa del Alcalde en un centro de interpretación. Tres enfoques que deberían poder ser complementarios.
El debate era interesante porque ningún vecino de Rivas tenemos la idea de que nuestro municipio sea un destino turístico, pero ahí están las cifras de inversión que cuenta Leire Olmeda en “Rivas al Dato”: invertimos casi tanto como ciudades como Alcalá de Henares, que puede presumir de Universidad y patrimonio histórico-artístico.
Lo que está claro es que un municipio inteligente y con identidad propia, como es Rivas, tiene que buscar su propio valor turístico. Un valor que no recaerá solo en su corta Historia (aunque podamos encontrar restos de un Palacio Real de Felipe II o un yacimiento carpetano).
Tampoco parece buena idea sumarse a absurdas competiciones sobre quién tiene el árbol más grande o las luces más brillantes, porque de existir algún retorno económico, este recae únicamente en el municipio ya posicionado en esa temática vacacional. Competir en luces con Vigo sería como tratar de competir en Museos, teniendo a escasos kilómetros de Rivas el Museo del Prado.
Rivas tiene el reto de ser una ciudad innovadora, también en su turismo. ¿Por qué no la Casa del Alcalde, a través del ejemplo de Catalina San Martín López (primera alcaldesa elegida democráticamente en España) puede convertirse en un Centro de Interpretación de Historia de las Mujeres? Sería así paso obligado para todo turista que no quiera verse limitado por los sesgos que encuentra en cualquier visita turística por la Historia de Madrid.
Lo único claro es que el orgullo de ser ripense es contagioso, así que quien venga, repetirá.
