Las personas sin hogar ya empiezan a ser los invisibles de las grandes ciudades. En Francia, se les llama ‘clochards’, conocidos desde hace siglos como personajes pintorescos que han formado parte del panorama parisino -en las riberas del Sena-. Hoy son conocidos como personas SDF o sin domicilio fijo. En los EEUU, son conocidos como ‘homeless’, los que viven en las calles. En 2023 había una cifra récord de más de 600.000 personas en esta situación.
En España, se estima que hay alrededor de 42.000 personas sin hogar, un aumento del 7% en comparación con el año anterior. Esta cifra refleja un incremento significativo en el número de personas que viven en la calle o en situaciones precarias.
En cuanto a Madrid, se calcula que unas 4.000 personas viven en la calle. Este es el problema, una preocupación social y política.
Los factores que contribuyen significativamente al sinhogarismo son la crisis de la vivienda y el aumento de los precios de alquiler en las ciudades, especialmente en lugares como Madrid. Cuando los precios de la vivienda suben de manera desorbitada, muchas personas y familias se ven obligadas a hacer sacrificios económicos que pueden llevarlas a situaciones desesperadas. Las personas que no pueden afrontar el aumento del alquiler pueden ser desalojadas de sus hogares, lo que aumenta el riesgo de caer en la calle. La falta de viviendas asequibles puede llevar a las personas a vivir en alojamientos temporales o inadecuados, lo que incrementa la probabilidad de perder su hogar.
También puede favorecer al sinhogarismo la presión económica debida a los altos costos de la vivienda, lo que puede provocar problemas de salud mental y emocional. Esto puede dificultar aún más la capacidad de una persona para mantener un empleo y un hogar.
Los jóvenes, las personas mayores, los inmigrantes y aquellos con menos recursos económicos son particularmente susceptibles a caer en la pobreza y el sinhogarismo debido a la crisis de la vivienda.
Todos estos datos dibujan una situación anómala que necesita de manera urgente una serie de políticas habitacionales más efectivas que garanticen el acceso a viviendas asequibles para todos y ayuden a prevenir el sinhogarismo.
Es responsabilidad de todas las administraciones y todos los ciudadanos quitarse las gafas de la indiferencia cuando paseamos por las calles y permitir que los ojos recojan la situación de personas que por no tener no tienen ni un lugar donde cobijarse lo más parecido a un hogar. No votan pero sí cuentan como integrantes de nuestra sociedad. Ahora se lleva poco lo común, lo colectivo, y está de moda excluir a todos los diferentes por pobres. Por eso, es necesario visibilizar la invisible pobreza extrema para encontrar entre todos soluciones que tiendan a integrar a todas las personas en nuestras comunidades. Las personas sin hogar deben formar parte de nuestras reivindicaciones para mejorar el bienestar global de todos, también de los que carecen de derechos por no tener nada, ni visibilidad.