Celia Aguilera tenía la formación, la experiencia y la vocación clara. Sin embargo, lo que no encontró nunca fue estabilidad en el mercado laboral. Tras años de precariedad, decidió emprender junto a su compañero Andrés y abrieron su clínica de Podología y Biomecánica (Ronda del Parque Bellavista 2, local 18) en Rivas, la ciudad en la que creció. Desde entonces, ha ayudado a decenas de ripenses y a sus hijos e hijas a pisar fuerte.
A diario pasan consulta, pero muchos fines de semana los invierten en seguir formándose y actualizándose con nuevos cursos. Recién estrenada la treintena, reflexiona sobre algunos de los referentes a los que admiraba cuando iba a sus charlas sobre podología: “Pensaba: ‘Si este señor tiene 3 hijos pequeños y ha dedicado tanto tiempo a su carrera, ¿quién se lo ha dedicado a sus hijos?’», recuerda. Hoy, lamentablemente, tiene la respuesta clara: “Me gustaría que la maternidad no truncara nuestras carreras profesionales porque la vida y la sociedad nos pusiera fácil ser madres sin dejar de ser mujeres y profesionales, como han hecho nuestros compañeros toda su vida”.
Charlamos con Celia sobre mujer y empresa en el test Zarabanda.
¿En qué año empezaste tu negocio en Rivas?¿Con qué recursos contaste?
Comenzamos nuestra andadura en Rivas en el año 2019. Contamos con recursos muy limitados, ahorros y un pequeño crédito personal. Empezamos en un local muy pequeñito, de unos 38 metros cuadrados. Queríamos poder con todo solos, no pedir ayuda, y era lo que nos podíamos permitir. Nunca tuvimos ayudas del Estado como jóvenes emprendedores, puesto que éramos autónomos antes. En nuestra profesión la gente no te contrata, te pide ser autónomo «colaborador» (entiéndase la ironía y las comillas), por lo que el Estado no tenía en cuenta que, en realidad, estábamos montando una empresa.
En este caso, montaste tu negocio con un compañero, ¿tenéis la misma participación en la empresa?
Sí, mi compañero Andrés y yo somos socios, además de pareja. La participación siempre ha sido muy igual y en la misma dirección. Si bien es cierto que cada uno tiene unas tareas en la empresa y eso hace que todo sea más sencillo. Cada uno tiene «su faena» y tiene que estar hecha.
¿Por qué decidiste montar un negocio?
En mi profesión, trabajar para otros implica, en su inmensa mayoría, contratos en régimen de falsos autónomos, porcentajes abusivos, aseguradoras que te impiden atender con calidad al paciente y, en la mayoría de los casos, sin gran aspiración de desarrollo profesional ni mejora. Es cierto que tener un negocio implica en parte «hipotecar» tu vida personal. Tener un negocio sanitario te lleva, por un lado, a nacer como empresario, algo que nadie te enseña en la universidad, y por otro, a seguir actualizándote sin parar en tu profesión que es ser podóloga.
¿Por qué elegiste Rivas?
He nacido aquí. Tengo que reconocer que, a nivel personal, el camino de crecimiento exponencial que lleva el que siempre llamaré «mi pueblo» no me gusta demasiado, pero sería hipócrita no reconocer que a nivel negocio viene muy bien. Mi compañero y yo tenemos especialidades dentro de nuestra profesión (Biomecánica, Cirugía y Pediatría) que precisan de una población joven y con una renta medio-alta. Y Rivas, la verdad, entraba dentro de la idea que teníamos.
¿Qué dificultades encontraste? ¿Y qué ventajas?
Dificultades en Rivas, solo encuentro una. Hemos tenido problemas con empresas de telefonía, por ejemplo, y al querer poner una reclamación, no podíamos hacerlo a través de la OMIC, puesto que no gestionan reclamaciones a empresas. Ojalá se hiciera algún tipo de estamento que ayude a las empresas a gestionar las reclamaciones como consumidores, que también somos.
Y como ventajas, el hecho de trabajar en la misma población en la que he vivido y crecido. Tengo como pacientes a profesores y profesoras de mi colegio e instituto, con los que he podido entablar una relación diferente o encontrarme a mis pacientes por la calle y charlar un rato. Eso me parece muy bonito.
¿Te has encontrado con machismo en tu día a día por el hecho de ser mujer y liderar tu propia empresa?¿Y ves diferencia entre cómo te tratan a ti (proveedores, clientes, otros compañeros) que a tu compañero?
Esto daría para escribir un libro. Ser mujer, joven y querer posicionarte como referente en un sector determinado es complicado cuando se juntan esos factores. Me han llamado muchas veces «niña» o «ayudante», mientras que a mi compañero le llamaban «doctor». Por suerte hace mucho que esto no sucede, quizás porque hemos sido muy tajantes con esto. En nuestra clínica no hay lugar para el machismo ni el clasismo. Somos todos importantes y hacemos equipo.
¿Crees que tener tu propio negocio te ayuda en algún sentido en la conciliación o es más duro?
Es mucho más duro. Sin duda. Tengo 30 años, sé que soy joven, pero actualmente lo único que tengo «mío» es el proyecto que supone la clínica. Es inviable plantearme la compra de una vivienda o la maternidad por el momento. Actualmente, me encuentro en «ese momento» en el que me encantaría ser mamá pero no es viable la conciliación. Mi compañero y yo necesitaríamos otro profesional contratado para poder comenzar la búsqueda con seguridad, pero teniendo en cuenta la ausencia de subvenciones y el coste que supone para una empresa pequeña (minúscula) como la nuestra, eso también debe esperar. Muchas veces tengo la sensación de que las leyes están hechas para los trabajadores y las grandes empresas, pero para las empresas minúsculas no hay mucho lugar.
Hemos hablado de tu función como empresaria, ¿pero tus clientes son mayoritariamente mujeres u hombres? ¿Por qué?
Al ser sanidad privada tenemos pacientes de ambos sexos. Pero sí tengo que hacer un apunte. Como ya he comentado, soy especialista en Biomecánica y Pediatría. Hace 7 años, cuando empecé, la mayoría de familiares que acudían acompañando a los y las peques a consulta eran mujeres y cuando venían hombres muchas veces no tenían ni idea de cosas básicas como la edad en la que el peque daba sus primeros pasos y se pasaban gran parte de la misma consultando el teléfono o mirando a su pareja cuando se les preguntaba algo sobre la crianza de su hijo o hija. De un tiempo a esta parte esto sucede menos, aunque queda mucho por hacer.
¿Quieres compartir alguna reflexión más sobre mujer y negocio?
Hasta hace bien poco, los grandes referentes de mi profesión eran hombres. Hombres con hijos que hablaban en sus cursos de las horas, días, semanas y meses del tiempo invertido en sus proyectos profesionales, a los que se dedicaban en cuerpo y alma. Yo, en uno de los cursos a los que fui, mientras todo el mundo admiraba al profesional de turno cuando exponía lo mucho que había dedicado su vida a su carrera, pensaba: «Si este señor tiene 3 hijos pequeños y ha dedicado tanto tiempo a su carrera, ¿quién se lo ha dedicado a sus hijos?». Mi pregunta no tardaba en ser respondida cuando aquel profesional decía entre risas: «Cuando llegaba a las tantas de estudiar y de realizar mis miles de proyectos, la que no estaba tan contenta era mi exmujer que tuvo que dejar su trabajo para cuidar a nuestros hijos. Es que yo no podía dejar mi carrera en un momento así. Y por eso me divorcié». Y en ese momento ese «referente» dejó de serlo. Me gustaría que la maternidad no truncara nuestras carreras profesionales porque la vida y la sociedad nos pusiera fácil ser madres sin dejar de ser mujeres y profesionales, como han hecho nuestros compañeros toda su vida.