OPINIÓN

La oscuridad sólo quiere oscuridad

Es la frase que más me ha concienciado en la vida. Toda oscuridad sólo quiere oscuridad; toda sinrazón sólo quiere más sinrazón; todo inmoral sólo quiere más inmoralidad, ¡sin parar!; todo fanatismo sólo quiere más fanatismo; y toda mentira sólo quiere más mentiras.

Toda persona buena sólo quiere más bondad por todos sitios, y jamás consiente ni siquiera una guerra ni la muerte de un niño, ¡jamás! (ni en Gaza ni en Haití); toda persona sabia sólo quiere personas concienciadas y jamás quiere trampas en alguna información ni confusiones; toda persona que ama lo justo jamás permite ni silencia a quien da razón o claridad al mundo, ¡jamás!

El que sin usar razón gana dinero con cualquier bien, sólo quiere ya ganar más dinero, sea como sea, a costa de engañar o de venderse cínicamente a sí mismo; el que ha consentido el sufrimiento de un toro, en adelante quiere ya ver y consentir el sufrimiento de más toros, y luego el de cualquier otro animal, ¡sin duda!, pero procurando engañar a la sociedad y además a sí mismo, sin más, como un malvado sin remedio.

Y es que la ceguedad demanda más ceguedad, la sangre fría más sangre fría, la violencia más violencia en idiotez, los hipócritas más hipocresía de todos los colores, los intolerantes siempre demandan más intolerancias, ¡sin piedad!, unos concretos idólatras de dictadores más dictadores, la explotación de mujeres más explotación de mujeres, y la locura más locura.

Entonces, cuando entras a Twitter, ya todos tienen su camino-justificación, su palabrería preparada, eso es, su misión según su condición; sí, todos tienen ya sus mensajes instrumentales para acabar con unos “molestos” o que les molestan, ¡claro!, ya tienen unos “señalados” para linchar, para criticar por criticar sin fin, aunque sea sin motivos o sin dos dedos de frente. Es decir, el valiente que los desenmascara… ¡no lo quieren!

En este mundo (¡qué pena!), los poderosos y los autoengañados intelectuales tienen la enfermedad del reconocer sólo lo que les conviene a sus egos, y agravan tal enfermedad mucho, pero usando estéticas (de engaño) para que parezcan ya salvadores de lo que sea: unas veces de la patria, otras de la unidad de la nación, y otras… de la leche que los mamó.

En fin, el que tiene ética “desde siempre” o como algo de “su propia naturaleza”, sin pensarlo siempre demandará ética, ¡exacto!, y la demandará en los peores momentos o en las situaciones más complicadas o amargas; pero la demandará fuertemente y sin excusas, porque él sabe que eso es lo que hay que hacer.

He ahí que, saber lo que uno tiene que hacer (de bien) por intuición o por oficio decente, es la base para que nadie vaya apestando a la verdad ni a la bendita tierra; sí, ésa es la base, para no alimentar engaños, ni tonterías ni estupideces.

Si no, habrá consecuencias de miles de niños asesinados y olvidados mientras todos miran desalmadamente hacia otra parte.

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