“La atención primaria es el muro de contención de la sanidad”

“La atención primaria es el muro de contención de la sanidad”

Entrevista a Javier Tabarés, miembro de la Plataforma Rivas por la Sanidad Pública.

Omnipresente e inmune al desaliento. Omnipresente es el primer adjetivo que me viene a la cabeza para calificar a nuestro entrevistado de este mes, porque se le puede ver en todas y cada una de las movilizaciones que se producen en el municipio. Javier Tabarés no es médico o enfermero, sino economista, pero eso no le ha impedido ser uno de los referentes de la Plataforma Rivas por la Sanidad Pública: “miembro de la Plataforma, no hay portavoces”, aclara. Tabarés es uno de los vecinos que contribuyó a poner a este movimiento en el mapa y mantener la constancia de sus concentraciones periódicas frente a los Centros de Salud y su importante aportación al movimiento regional “Vecinas y vecinos de barrios y pueblos de Madrid”.

Pero eso no es todo. También es uno de los principales activistas de la Plataforma Emergencia Educativa que defiende la educación pública frente a los recortes del Ejecutivo regional y recibió recientemente el Premio Julio Pérez al Compromiso Educativo (en la categoría de “familias”). Y toca el bajo, en dos grupos de música a los que es habitual escuchar en conciertos solidarios de la localidad: Carrickfergus y RedCantoná. Sorprende tanta energía, por eso, el segundo adjetivo para describirle es “inmune al desaliento”.

Pese a su talante tranquilo, ese arrollador optimismo y energía salen a relucir en la movilización social y también en el deporte. En 2018, Javier Tabarés fue medalla de bronce en el Campeonato del Mundo de atletismo máster (modalidad 4×100). Hace tres años, fue campeón de Madrid en 60 metros lisos para mayores de 60 años, solo el último de los títulos deportivos “senior” que atesora este activista que corre hacia la meta de unos servicios públicos de calidad.

¿Cuándo y cómo surge la plataforma Rivas Por la sanidad pública?

En el año 2020, en plena pandemia, cuando había pasado ya lo peor. Yo recibí una carta de adhesión, porque buscaban determinadas personas que estaban en el movimiento de la educación u otros movimientos sociales para que lo firmáramos, pero era un manifiesto, no tenía más. Lo firmamos. Y allí conocí a los que impulsarían la Plataforma. Estoy hablando de Pilar Barrau, de Raúl, de Vero…otra gente que estaba ahí, yo era uno más, un invitado. Y nos dimos cuenta de que queríamos conocernos y queríamos ir un poquito más allá de lo que era simplemente firmar un manifiesto por la sanidad pública.

¿Y qué pedía ese manifiesto inicial?

Sobre todo, se pedía reforzar la Atención Primaria: no a la privatización y el gasto, ya nos dábamos cuenta de que estábamos a la cola de las comunidades autónomas. Urgencias empezaba a tener muchos picos y muchas colas con esperas de horas. Ya no era la pandemia, que nos podía engañar porque era un tensionamiento extraordinario del sistema sanitario, sino que era un mal endémico.

Es decir, ya en el 2011 y 2012, se paralizaron muchas privatizaciones porque los profesionales de la sanidad lideraron una movilización extraordinaria en la Marea Blanca, que fue apoyada masivamente por la ciudadanía. Pero luego hubo una travesía en el desierto (en relación a la contestación ciudadana) y la mala situación de la sanidad se fue agudizando, convirtiendo la Comunidad de Madrid en un auténtico laboratorio del nuevo modelo.

¿En qué consiste ese nuevo modelo?

Fundamentalmente, en la privatización. Al lado del Gobierno de la Comunidad de Madrid, hay una serie de empresas a las que el dinero público va a ir destinado, como la famosa Quirón, por ejemplo.

Pero, además, empieza a denostarse lo que es la sanidad pública. Se empieza a dotar a los hospitales de menos personal. Antes era una cosa normal el tener, en atención primaria, una cita casi de un día para otro, o en dos días. Y esa espera empieza y empieza a crecer, porque no se invierte. Hay mucha cultura del ladrillo, mucha cultura de inaugurar cosas y luego dejarlas sin personal y sin dotaciones de tipo sanitario. Es decir, hay muchas salas y plantas vacías en hospitales, como se empieza a denunciar.

En esta segunda etapa, las vecinas y los vecinos tomáis la iniciativa del movimiento en defensa de la sanidad pública.

Empieza desde distintos sitios, en distintos barrios, que se plantean “¿qué es lo que está pasando aquí?”. Nos damos cuenta de que, aprovechando la pandemia, se cambia el modelo de atención primaria, para quitar los SUAPs, los servicios de urgencia de Atención Primaria. Había 78 y, primero, desaparecen los rurales. Luego en Madrid los van dejando sin personal. Terminando inventándose el PAC, el punto de atención continuada, que viene no funcionando…por lo que se salieron con la suya.

Recuerdo que fue el 1 de abril de 2022 cuando Ayuso ejecutó el despido de 6.000 sanitarios. Personal había, pero les hacen unos contratos tan ridículos que se van a otras comunidades o al extranjero. Ayuso está destinando dinero de sanidad a cosas que no son sanidad pública: no es una casualidad, es un plan perfectamente orquestado para dejar caer a la sanidad pública y que la gente se haga un seguro privado, los grandes beneficiados de que la gente se canse de esperar.

Volviendo a vuestras demandas. ¿Por qué es tan importante ese primer eslabón de la sanidad pública que es la Atención Primaria y que ha supuesto ese cambio de modelo para el ciudadano o ciudadana?

Bueno, la Atención Primaria es el corazón de alguna forma. Si cae la Atención Primaria, cae absolutamente todo, como un castillo de naipes. Tenemos un estudio serio hecho aquí en Rivas, médico a médico de atención primaria, donde se ve que hemos pasado de uno o dos días a 20 días. Vas a llevar a una persona, a tu padre o madre que tiene un catarro y que estás preocupado por su salud y te dicen que vengas dentro de 20 días. Si tú haces caso, tu padre se ha muerto o te lo has llevado a Urgencias a otro lado y lo que has hecho es abrir un nuevo boquete, porque lo que haces es colapsar los hospitales. La atención primaria es el muro de contención de la sanidad.

¿Cómo deben actuar los ciudadanos y las ciudadanas en esta situación?

Estos plazos son absurdos. Posiblemente, tenemos que hacer una campaña ciudadana en el sentido de que cuando tú acudes a los 20 días, tú ya te has curado o te han curado en urgencias, por lo que muchas veces las citas esas quedan vacías. Como vecinos y vecinas, tenemos que hacernos la autocrítica de que no podemos dejar citas sin anular si no vamos a ir o ya no las necesitamos. Porque eso redunda en que otras personas no puedan acceder.

Mientras se producía ese deterioro que mencionabas antes, el gobierno autonómico salía anunciando un nuevo hospital que fue el Hospital Zendal. ¿Qué supuso esta nueva construcción?

Es lo que hemos comentado antes de la cultura del ladrillo. Una macro-obra faraónica que al final no solucionó absolutamente nada. Nos vendieron que era “el milagro de Madrid”. Pero durante los peores momentos de la pandemia no se derivó a gente, solo estaban personas con síntomas muy leves. Y con mucho personal, que se quitó de otros sitios que a lo mejor hacía más falta…porque la gente entubada estaba en otros hospitales.

Y los tristemente conocidos 7291 muertos en las residencias, ni les intubaron ni les derivaron. No es cierto eso de que se hubieran muerto igual. Hay un estudio que calculó que, creo que era la mitad, se hubieran salvado llevándolos al Zendal o medicalizando las residencias. Pero les dejaron morir como perros, asfixiándose. Lo relataron los testigos en la Comisión de Verdad y Justicia que presidió Martín Pallín, como si fuera un juicio…para que no vuelva a pasar. Los testimonios eran muy duros.

La pandemia tuvo ese hito dramático en las residencias de Madrid: los llamados “Protocolos de la Vergüenza”. También apoyáis a Marea de Residencias y a Verdad y Justicia, que son quienes apoyan a las familias afectadas y dan visibilidad a esta lucha. Cuéntame qué pasó.

Aún no había ni Estado de alarma, cuando en la Comunidad de Madrid empezaron a aplicarse algunos protocolos. Se estableció que nadie contagiado saliera de las residencias, pero eso pronto se convirtió en que nadie, contagiado o no, lo pudiera hacer. Dijeron que las iban a medicalizar pero luego las abandonaron a su suerte al vaciarlas de médicas y personal sanitario.

Tampoco se enviaron tratamientos paliativos para que los ancianos murieran en paz, tal y como se relató en las comparecencias del juicio paralelo “Verdad y Justicia” que se organizó. Según los testigos, los mayores morían agarrados a los barrotes, asfixiados, mirándoles sin entender por qué nadie les ayudaba. Convirtieron a las residencias en guetos donde la gente moría contagiándose unos a otros hasta el infinito.

El propio Consejero de Servicios Sociales, en ese momento de Ciudadanos, denuncia ese protocolo llamado “de la vergüenza”. ¿En qué consistían esas instrucciones que fijaba el protocolo?

En que no se derivaba a nadie, solo si tenías algún tipo de seguro privado. Fueron los que se pudieron salvar, bien para ellos. Pero había casos esperpénticos en los que no te dejaban recoger a tus padres, aunque vivieras a 200 metros de la residencia. También faltaban ambulancias para llevarlos a otro lado, ni personal. Porque uno de los problemas era que como no había EPI (equipos de protección individual), la gente enfermaba también y no podía ir a trabajar. Pero, sobre todo, lo criticable es cómo alguien puede tener la frialdad de decir “a todas estas personas no vamos a mandar ni una ambulancia, ni vamos a dejar que los recojan en coche”. A posteriori, creo que si la gente hubiera sabido que llevándoselos hubieran salvado a esas personas, se hubieran vivido situaciones más jodidas de gente que hubiera ido allí con dos palos a llevarse a su familiar.

¿Se podía haber evitado?

Ni por asomo tenían que haber muerto, como les sentenció Ayuso. Lógicamente, sí bastantes de ellos como en el resto del país. Pero podrían haberse salvado algunos y otros hubieran podido morir sin agonía. La cifra de los tristemente famosos 7291 perseguirá a la Presidenta hasta el final de sus días.

Me comentabas que os dais cuenta a nivel local de que no basta con un manifiesto, que hay que articular una plataforma, un movimiento social. ¿Cómo fue ese arranque?

Estábamos en tiempo de pandemia, en junio de 2020. Era la época de los aplausos, la época de las mascarillas. Era un sistema sanitario que ya estaba muy tensionado y que saltó por todos lados. Y respondimos con concentraciones. Cada concentración que hacíamos tenía que ser con unas determinadas condiciones higiénicas y sanitarias, de distancia interpersonal. La gente estaba por la labor y este año celebraremos el quinto aniversario, para recordar que hay que continuar, que esto no ha ido a mejor, al revés.

Pasa el verano de 2022 que mencionaste y, a la vuelta, la plataforma empieza a crecer.

En septiembre, sí, hubo un grupo de personas que se acerca a la plataforma y dice: “no queremos ir solo a las concentraciones, sino que queremos participar y queremos estar aquí en primera línea”. Fue un soplo de aire fresco, porque había gente además muy, muy comprometida en movimientos sociales, la “crème de la créme” de lo que es este pueblo, el pueblo de la solidaridad y del asociacionismo. Además, era un espectro social y político muy amplio, también gente no adscrita a ningún partido. Y luego fuimos tejiendo redes con distritos como Villaverde, Carabanchel y Abrantes (los primeros), viendo que los problemas no eran solo de Rivas. Fue el comienzo de lo que hoy es “Vecinas y Vecinos de Barrios y Pueblos de Madrid”.

Ese movimiento convocó una manifestación importante en noviembre del 2022 y una más masiva aún en febrero de 2023 que fue una de las movilizaciones más multitudinarias que se recuerdan.

Recuerdo a Paloma, la mamá de mis hijos, llamarme (yo estaba atendiendo la logística del acto desde el escenario) y decirme “Estoy aquí en Atocha y no me puedo mover”. Fue espectacular, aún me emociono al recordarlo. Nos llegamos a creer que un movimiento ciudadano de vecinas, hecho por gente de cada pueblo y cada barrio, podía echar a Ayuso. Después fueron las elecciones y ya todo el mundo sabe qué pasó. Nosotros hicimos la lectura de que una de las razones -no la única- fue la desunión de la izquierda.

¿Cuáles son las demandas más locales? Se habla siempre del 4.º centro de salud. ¿Cuánta población, por ejemplo, no tiene ese centro de salud de referencia?

Según los datos, hay ya 25.000 o 30.000 personas en el Barrio de La Luna, por lo que les correspondería el cuarto centro de salud. Pero no solo eso, sino que hace falta uno de especialidades y de urgencias. Los anuncios que hacen de que va a estar para 2027 es una falacia. Eso que se se lo cuenten a los compañeros, a los vecinos y vecinas de Abrantes, que les han llegado a poner el cartel de las obras cada cuatro años y llevan ya cinco carteles diferentes, lo que significa 20 años diciendo “aquí va a haber un centro de salud”. No nos lo creemos en absoluto.

Lo último que hicisteis fue participar de una masiva recogida de reclamaciones en los centros de salud.

Pusimos a disposición de los vecinos y las vecinas una serie de modelos. Para reclamar por las urgencias, la falta de personal, de pediatría, etc. Tú elegías qué modelo presentar según lo que vieras que iba mal en tu centro de salud. Funcionó muy bien en toda la Comunidad de Madrid (con Vecinas y Vecinos de los Pueblos y Barrios), se recogieron casi 30.000 reclamaciones (3.000 recogidas en Rivas) que entregamos a la Consejería de Sanidad.

Ya acabando, ¿qué medida rápida y con impacto se debería tomar?

Una anécdota: imagínate que mañana sale un fármaco nuevo que consigue evitar un 30% de la mortalidad de las personas, de cualquier patología. ¿Todo el mundo lo aplaudiría, no? Pues cuando tienes un médico de referencia accesible, que conoce tus patologías y te hace un seguimiento, ese es el efecto según los estudios.

Una última pregunta: ¿Qué podemos hacer y está en nuestra mano para prevenir en salud?

La ciudadanía tenemos que potenciar hábitos saludables, como la actividad física y el deporte, empezando por algo tan sencillo como caminar. Además, recuperar la dieta mediterránea, que destaca como alimentación sana. Rodearte de la gente a la que quieres, abrazarla, es un buen hábito para estimular la oxitocina. También se producen endorfinas con “placeres” como escuchar música, bailar o reír. En resumen, en el tiempo libre hay que priorizar cosas como salir o ir al cine frente a beber alcohol; y cero tabaco y otras drogas.

Pero uno de los hábitos saludables más importantes de todos es pelear para que no nos quiten la gran sanidad pública que tenemos. Eso sí que previene nuestro buen estado de salud.

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