“Nadie te prepara emocionalmente para los cambios que sufres en 9 meses”

Entrevista a Raquel Barahona

Entrevista a Raquel Barahona, mamá de Emma y diputada del PSOE en la Asamblea de Madrid

En este número dedicado a la natalidad en Rivas, la protagonista de nuestra portada del mes es Emma, futura vecina de Rivas y no-nata al cierre de esta revista. Pese a la proliferación de ecografías en 2D, 3D, 4D, 5D y aún más dimensiones desconocidas, aún no es posible entrevistarla, así que hemos hablado con su mamá, Raquel Barahona.

Raquel siempre supo que quería ser madre, vive en el barrio de La Luna: “un barrio totalmente nuevo, joven, donde todo el mundo tiene niños prácticamente”, nos cuenta. Como a muchas mujeres, le gustaría haber sido madre antes, pero ha sido a sus 33 años cuando su pareja ha tenido estabilidad laboral y se han lanzado a dar el paso, coincidiendo por casualidad con su «empleo temporal» de 4 años como diputada en la Asamblea de Madrid.

Buenos días, Raquel. Cada vez es más tardía la decisión de ser madre, en tu caso, ¿siempre habías querido tener hijos o ha sido una decisión que ha venido posteriormente?

Yo siempre he querido tener hijos. Además, es algo que he tenido muy claro desde bien jovencita. Además, me gustan mucho los niños, yo hice educación infantil. Lo que no tenía tan claro era el momento. De hecho, si me hubieses preguntado con 20 años, te hubiera dicho que quería serlo con 25 o 27. Pero luego te ves de repente con 27 años y dices: “Ostras, no tengo un proyecto de vida estable, ¿cómo voy a plantearme tener un niño?”.

Cuando pensamos en la edad a la que se tiene hijos, pensamos a lo mejor en esas edades, y sin embargo la edad de primera maternidad ya está -de media- por encima de los 30 años, con la complejidad añadida para que los embarazos sean fáciles y vaya todo bien.

Y más tarde. De hecho, si no me equivoco, creo que ahora mismo España es uno de los países que más mujeres tiene siendo madre a partir de los 40. Al final, yo creo que influyen muchas cosas, como la parte socioeconómica. Si has terminado de estudiar carrera, máster y demás, a lo mejor con 26 años estás en tu primer empleo, ¿cómo te vas a plantear tener un bebé sin tener una vivienda? Aún no tienes ese proyecto de vida o de familia creado.

¿Cómo opera ese miedo a que, laboralmente, te pueda afectar el hecho de querer ser madre?

Afecta de dos maneras: por un lado, como familia, el miedo en la pareja a que uno de los dos se quede sin trabajo y pueda haber esa inseguridad económica dentro del hogar. Y por otro lado, a ti personalmente como mujer que, de repente, dices: “Jolín, no voy a tener esas oportunidades para poder ascender, me va a retrasar en los proyectos que estoy haciendo en este momento, etcétera…porque al final no deja de ser un pequeño paréntesis. Yo creo que todavía vivimos con ese miedo, que es real, a que tu carrera se quede un poco estancada por haber elegido tener un bebé.

Además del ámbito laboral, también es determinante para el retraso de la maternidad que se haya retrasado también la edad de emancipación. Si no tienes un hogar, una intimidad, un sitio en el que estar con tu pareja o con quien quieras, ¿cómo vas a plantearte tener hijos? ¿Cómo afecta la vivienda?

Yo creo que la vivienda es el principal motivo por el cual se decide tener o no tener una familia, si vives con tu pareja o en otros casos. A día de hoy hay muchísimas familias monomarentales o monoparentales también. Pero que si no tienes esa seguridad de darle un techo a tu hijo o a tu hija, te replanteas mucho el tirar para adelante. Tenemos ahora mismo un modelo que, desde luego, no está ayudando a los jóvenes a que puedan crear ese proyecto de familia.

Y cuando se habla de fomentar la natalidad, ¿qué tipo de medidas crees que ayudan a eso?

Sin duda, yo creo que el acceso a la vivienda es prioritario. Todo el mundo queremos crear ese concepto de hogar para nuestros hijos o nuestras hijas. Pero también el empleo, que no es solo que sea de calidad o estable, sino también que te permita conciliar y pasar tiempo con tus hijos. Al final, si tienes un horario desde la mañana a las nueve de la noche, es imposible prácticamente plantearte tener un niño.

Tú tienes 33 años, terminas de estudiar con toda la resaca todavía de la crisis de 2008, antes de la reforma laboral, con un empleo aún más precario que ahora. En ese entorno, ¿a qué se espera para plantearse tener hijos? ¿Cuando se considera que se tiene una estabilidad mínima?

Prácticamente todos esperaríamos a tener esa estabilidad laboral. El problema es que no llega y que, cuando creemos que la hemos medio alcanzado, siempre buscamos como ese pasito más que puedo dar para ya entonces sí estar más segura. Y acabas retrasando la decisión de formar una familia.

Esa incorporación de la mujer al trabajo y ese deseo de tener sus propias carreras laborales, está muy ligada al feminismo. Como activista feminista, ¿cómo crees que ha cambiado la mentalidad y la idea de maternidad?

Quizás ahora hay menos presión por parte de la sociedad. No está tan mal visto no ser madre como hace 10 o 15 años, hoy en día todos conocemos gente que no quiere tener hijos porque no quiere y no pasa absolutamente nada. Ese activismo feminista nos tiene que servir para apoyar tanto a aquellas mujeres que quieran tener hijos como para apoyar a aquellas que no quieran tenerlos, sobre todo, cuando no quieran tenerlos porque sea una decisión propia. Porque podríamos hablar del sobrecoste de la reproducción asistida, además de las barreras laborales o de vivienda que decíamos antes. Y aún con todo, aún queda una parte de la sociedad con reticencias, que te ve como “un bicho raro” si no quieres tener hijos, aunque poco a poco se va normalizando.

Es ya otra opción más.

Claro, al final cada uno prioriza cómo quiere vivir su vida. Habrá gente que prefiera tener hijos, perros, viajar o lo que quieran hacer. No tienes por qué ser madre para realizarte como persona, aunque desde luego te cambia la vida (se ríe).

Y en estas parejas cis heterosexuales, que es al final el caso mayoritario al que nos estamos refiriendo, ¿crees que también está cambiando en los hombres su relación con la paternidad?

Sí, no me cabe ninguna duda. Además, el Gobierno está dando pasos legislando para fomentar la corresponsabilidad, que está haciendo que los hombres se impliquen muchísimo más en el proceso. El poder tener esas bajas de paternidad ayuda a que estén presentes también durante los primeros meses del bebé y que sean parte de la formación de esa nueva familia. Incluso, los padres valoran más las opciones de reducir también sus jornadas para poder pasar más tiempo con los niños. Ya no es como antes, que pasaban todo el tiempo en el trabajo.

Rivas es, concretamente, una ciudad que destaca por su altísima natalidad. ¿Por qué crees que vienen a Rivas muchas familias jóvenes o que muchas familias de Rivas deciden pronto tener hijos?

Es un espacio amable para formar una familia. Yo llevo ya más de 11 años aquí y, además, vivo en el barrio de La Luna, que es un barrio totalmente nuevo, joven, donde prácticamente todo el mundo tiene niños. Rivas es una ciudad muy amigable para poder tener familia, donde tienes espacios deportivos, parques para poder salir a pasear, un montón de actividades para niños todos los fines de semana, oferta cultural, etc. Hace que mucha gente salga del asfalto y del bullicio del centro de la ciudad y elija Rivas para vivir y formar una familia.

Una vez decides ser madre, ¿cómo se aprende a serlo? Antes solo existía la transmisión familiar de la experiencia.

Es supercurioso porque…cuando te quedas embarazada, al menos mi experiencia personal, es que todo el mundo te da consejos. Todo el mundo te cuenta su experiencia: “Pues yo esto lo podía comer”. Bueno, ya, pero es que ahora los médicos recomiendan no consumir estos alimentos. Pero es que “mi hijo ha salido estupendamente”, te responden. Entonces, es como una pelea continua porque todo el mundo te quiere dar su experiencia, sin ninguna mala intención, queriendo aportar.

Entonces tenemos muchísimas opiniones…y las redes sociales. Porque en cuanto buscas cualquier tema, el algoritmo te empieza a bombardear con “tienes que hacer esto”, qué es ser mala madre, qué es ser buena madre o que tu hijo se tiene que criar así. Entonces, creo que ese bombardeo excesivo de información termina siendo perjudicial para nuestra propia salud, porque terminas dándole vueltas y cuestionándote si lo estarás haciendo bien. Hay que buscar un equilibrio.

¿Cómo discriminar entre la avalancha de información?

Ahora es que hay muchas teorías. Sobre los horarios, el ritmo de sueño, cuándo tienen que empezar no sé qué…yo creo que cada una tiene que ir encontrando su manera de ser madre. Adaptar al bebé y que el bebé se adapte un poco a ti, no puede convertirse en una guía cerrada, porque posiblemente ninguna guía sea perfecta, lo que funciona con un niño no tiene por qué funcionar con otro. Y tu cuerpo es sabio, al final yo creo que termina sabiendo qué hacer.

¿A ti qué te ha servido? ¿A qué has recurrido?

Yo hice educación infantil. Primero el grado superior y luego estuve en la carrera. Y estuve dos años trabajando en una escuela infantil, trabajando con bebés. Entonces, es verdad que ya había aprendido muchos “tips”.

Había estudiado muchísima teoría en cuanto a partos, porque muchos de los problemas con los que luego tú trabajas en educación infantil, vienen o bien desde el embarazo o se han desarrollado en un momento determinado del parto. Trabajo también con estimulación temprana. Pero, de repente, te das cuenta de que todo lo que has estudiado está muy bien, pero tus miedos son libres. Aunque sepas que esto pasa por esto, con las hormonas a flor de piel se te olvida un poco la teoría, osea que la práctica es mucho más compleja.

Por ejemplo, ¿qué cosas sabías de la teoría y luego te has encontrado de repente? Me comentabas antes de la entrevista lo que eran los “lapsus de embarazada”.

Eso es algo muy curioso, sobre lo que había leído pero pensaba que no era cierto. Se llama “poda neuronal”: tu cuerpo se está desarrollando para proteger a ese ser vivo que está dentro de ti y evadirte de los peligros más superficiales que existen, por lo que no está pendiente de otro tipo de cosas. Entonces, es muy curioso cómo se te olvidan las palabras. O estás en una conversación y de repente tu mente se ha ido a “¿mi bebé está bien?”, “tengo médico la semana que viene” o “he comprado este mueble”. Tu cuerpo tiene que hacer muchas cosas en muy poco tiempo y entonces tu cabeza se centra en ese bebé.

Mencionabas lo de la estimulación temprana. ¿Hay una presión cada vez más anticipada en desarrollar al máximo el rendimiento escolar o cognitivo?

Sí, desde luego. Ahora desde el inicio prácticamente del embarazo se hacen muchísimos más ejercicios y planificas la alimentación. Antes del embarazo, empiezas a tomar ciertas vitaminas para prepararte. Quizás eso sea una presión añadida. Yo lo que más he echado de menos, posiblemente, sea una atención psicológica. Ahora que hablamos mucho de salud mental: yo voy al médico, a mi obstetra, a mi ginecólogo, pero nadie te prepara emocionalmente para los cambios que sufres en nueve meses.

Tu cuerpo cambia, tu manera de ver las cosas cambia…son cambios brutales a tu alrededor. Entonces, ese acompañamiento psicológico sería necesario para decirte: “Oye, lo que te pasa es normal”. Y de repente estás contenta y ahora tienes ganas de llorar y ahora estás feliz y ahora de repente…eso es normal, pero gestionarlo a veces es complicado.

¿Hay ciertos tabúes o una versión idealizada de los embarazos?

Para mí el gran problema son las redes sociales, porque proyectan unas maternidades perfectas. Y las maternidades no son perfectas, a ti se te van a hinchar los pies. Entonces, van a pasarte una serie de cosas que quizá nadie te cuenta. Entonces, creo que vamos avanzando y ahora ya también se empieza a hablar un poco más de esos síntomas. Hay que hablarlos abiertamente y no pasa absolutamente nada. Gracias a la incidencia tan fuerte que ha tenido el feminismo, por ejemplo, se empezó a hablar de la regla, que es algo que hasta el momento no se hablaba prácticamente, ni entre nosotras muchas veces.

Una última pregunta, desde la “estupefacción” de quienes no tenemos un útero. ¿Qué se siente al pensar “ostras, ahora mismo estoy fabricando un pie” cuando crece un ser vivo en tu interior?

(Se ríe) Es curioso porque claro, estás sentada en el sofá tranquilamente y de repente notas un bulto que aparece por un lado, que será un pie o una mano o un codo… Entonces, siente sun poco de incredulidad. Tú notas que está ahí dentro, que se está moviendo, pero de repente dices: “Ostras, es que lo que hay es un bebé”. Es muy bonito, emocionante, y a la vez da mucho vértigo.

Finalmente, ¿algo que le quieras decir a alguien que se plantee ser madre?

Le diría que nunca va a encontrar ese “buen momento” para ser madre, tal y como está la vivienda y la precariedad laboral, sobre todo para la gente más joven. Y que su decisión tiene que ser una decisión tomada de manera libre. Entonces, yo creo que hay que hacerlo cuando uno realmente esté convencido de que quiere formar una familia e intentando, obviamente, buscar las condiciones más óptimas, pero al final creo que es un paso bonito que merece la pena. Yo, desde luego, por el momento, animo a todo el mundo.

Muchas gracias, Raquel, por la entrevista y por dejarnos sacar a Emma en portada.

Dentro de unos años, le diré: “Mira, ahí estabas tú”.

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