Entrevista a David Sánchez y Manuel Castro de Jarama 80.
Hemos hablado con David Sánchez y “Manu” Castro, miembros de la asociación Jarama 80, que trabaja en Rivas por la recuperación de la memoria histórica local. Pese a que el componente bélico de recuperar la historia de la Batalla del Jarama es inevitable, afirma David que no encuentra la menor épica en las guerras: “La primera promesa que se debe hacer al pueblo trabajador es la paz”, defiende recordando el artículo sexto de la Constitución republicana de 1931.
Los bandos en pugna y el despliegue de tanques, aviones, artillería y trincheras suponen una “batalla moderna”, que anticipó la II Guerra Mundial en toda su crudeza. “Las trincheras olían mal, olían a muerte y a dolor”, explica Manu Castro, también concejal de Izquierda Unida. Este activista de la memoria se muestra especialmente orgulloso de las Brigadas Internacionales: “Lo épico es cómo un pueblo recibió la solidaridad internacional, por primera vez en la historia, y a una escala que nunca más se ha vuelto a ver”. De Irlanda a China, la lista de voluntarios abarcó más de 50 nacionalidades.
Hemos hablado de lo mucho que queda por hacer, en un tiempo en el que la memoria histórica escasea y las derechas europeas se acercan cada vez más a los herederos del fascismo que, como Georgia Meloni (presidenta de Italia), acarician el poder o sueñan con hacerlo de nuevo.
¿Cómo surge la asociación Jarama 80?
David: La asociación surge en febrero de 2017, en el 80 aniversario de la batalla, de ahí el nombre. Surge para reivindicar la memoria de quienes lucharon allí defendiendo la democracia y la República. También para conservar el patrimonio histórico que de esa batalla ha quedado en Rivas.
¿Qué actividades hacéis y con qué otras entidades colaboráis?
David: Estamos en contacto con otras personas que defienden lo mismo, como la Asociación de Amigos Irlandeses de las Brigadas Internacionales (FIBI, por sus siglas en inglés). Esto nos permitió por ejemplo colaborar con el Ayuntamiento para poner el monumento a Charlie Donnelly (poeta y brigadista irlandés).
Luego, fundamentalmente, lo que hacemos es la celebración del aniversario de la Batalla. Y también, periódicamente, visitas guiadas a las trincheras que están dentro del término municipal de Rivas. También hemos hecho un ciclo de cine de memoria democrática y otras actividades de reivindicación.
En los últimos años, las instituciones han dado más pasos por la recuperación de la memoria histórica, ¿qué papel tiene que jugar, al igual que vosotros, la sociedad civil?
David: La memoria histórica es una asignatura fundamental para la construcción de sociedades democráticas. Es la sociedad la que tiene que empaparse de esa memoria histórica, la que busca recuperarla. Lo que ocurre es que las instituciones públicas son quienes tienen la posibilidad o los recursos (como los fondos documentales) para hacer eso factible.
Y hay una labor fundamental también de los expertos: historiadores, fundamentalmente, pero también antropólogos forenses, por ejemplo, que participan en las exhumaciones.
Manu: La sociedad civil va demandando a las instituciones que recuperen nuestra memoria. En la primera etapa de Zapatero, sí hubo financiación para un proyecto de geo-radar y se ubicaron cuatro fosas comunes en la zona de la Batalla del Jarama, pero ninguna en RIvas.
¿Ha habido exhumaciones en Rivas?
David: No, ha habido trabajo arqueológico de recuperación de las trincheras en la Laguna del Campillo y el Soto de las Juntas, pero no exhumaciones.
Manu: A finales del 2018, se recuperó la zona de trincheras de Los Migueles (arroyo). La asociación nace también por la preocupación por el incendio del verano de 2015 en (el cerro) Coberteras y las posteriores labores de la Comunidad de Madrid, que supusieron la destrucción de varias líneas de trincheras. Eso nos hizo interesarnos por los trabajos de memoria, hacer contactos y empezar a preparar el homenaje del 80º aniversario.
Las excavaciones del último periodo buscan musealizar ese patrimonio del pueblo de Rivas. El Ayuntamiento acometió una primera fase con una contratación al CSIC, bajo la dirección de Alfredo González-Ruibal (reconocido arqueólogo sobre la Guerra Civil), aún no se ha podido llevar a cabo la segunda fase. Se centra en cuatro posiciones de la Laguna del Campillo y se realizaron sondeos valorativos en el Soto de las Juntas.
Contáis que el Ayuntamiento ha apoyado esos trabajos de memoria, ¿qué hace la Comunidad de Madrid sobre estos temas?
Manu: En lo referente a memoria deja mucho que desear, pero en lo referente a patrimonio, Rivas aparece en el catálogo del Plan de Fortificaciones de la Comunidad de Madrid, que se trabajó mucho con las entidades de memoria y de recuperación del patrimonio. Pero eso se quedó ahí.
Desde Rivas, pedíamos que se pudiera declarar “bien de interés cultural” alguna de las zonas, ya que eso facilitaría que el Ayuntamiento pudiese invertir.
Es una anomalía que España no tenga un museo sobre la Guerra Civil. ¿Cómo veis la situación en comparación a Portugal, por ejemplo, o el hecho de que el único museo de la Guerra Civil española sea virtual y ubicado en Canadá?
Manu: La democracia perdió la memoria dos veces. La primera en el 39 y la segunda en la Transición, con una llamada “reconciliación” que corre un velo porque los ganadores no quieren reconocer que lucharon por el fascismo.
David: Cuando se habla de derrotados o vencidos, se habla de bandos, cuando lo que pasó es que perdió el país. Se truncó un proyecto de democratización profunda, al que el tiempo dió la razón. En los 80, cincuenta años después, se recuperan derechos y medidas que ya impulsaba la República.
Lo conflictivo de la memoria histórica es que con ella se reconocen los elementos que construyen la democracia y los que la destruyen. Y eso es algo que se pretende ocultar o ignorar como algo del pasado. Es un lugar común eso de que “nosotros queremos ganar una guerra que perdimos”, ¡no, nosotros no vamos a ganar ninguna guerra, ni hemos participado, ni queremos participar en ninguna guerra! Pero, por supuesto, claro que nos reconocemos en el bando perdedor, el de la democracia.
¿Qué se hizo o no se hizo en la Transición para que hubiera una amnesia colectiva?
Manu: El problema es que se instaura un régimen formalmente democrático sobre las bases económicas del 39. Por eso, el Rey (emérito) juró los Principios del Movimientos o las tierras siguen en manos de aquellos que ganaron la guerra, cuando había un proyecto de reforma agraria que nunca se llevó a cabo.
Los estancos o las loterías sabemos a quiénes se les daba. Había una red de dinero público que iba a los vencedores. Ya no solo molestas a los vencedores, molestas a hijos o nietos que viven de eso.
David: La Transición se negocia y se sientan a la mesa de negociación los golpistas, con las armas y el aparato del Estado en las manos. Cuando algunos deberían estar en los juzgados.
Manu: Se ve en el Ejército, donde los aviones del ejército español siguen llevando el aspa que puso Franco en la Guerra Civil o la laureada de San Fernando sigue siendo la máxima condecoración. Todavía hay unidades militares que se llaman Millán Astray. Vas al Museo del Ejército y es tremendo: es un museo de la dictadura y del ejército que masacró a este país.
Volviendo a la actualidad, ¿qué os parece que haya gobiernos de coalición entre PP y Vox que están derogando las leyes de memoria y aprobando leyes de lo que llaman “concordia”?
David: La dictadura se impuso con una guerra bárbara, cuasi colonial, contra el propio pueblo español. Y se sustenta 40 años mediante la represión y el terror. Algunos no quieren reconocer esas cosas. Cuando quieren hablar de la concordia entre el asesino y el asesinado, entre el torturador y el torturado, cuando la guerra la pierde país, lo que están haciendo es reconocerse en el bando golpista vencedor. La concordia tiene que ser entre todos los españoles que quieren entenderse para construir la democracia, no algo para que algunos salgan impunes, conservando todo el poder económico, político o judicial que les dió la dictadura.
Manu: Buscan otra victoria. Las leyes de memoria eran muy tibias pero quieren dejar claro quién manda, es una revancha. En Jarama80, siempre explicamos que había una trinchera donde se defendía la democracia y una trinchera donde se defendía el fascismo. Nosotros tenemos claro que estamos siempre en la trinchera de la democracia, pero otros no pueden decir lo mismo.
En Europa, hay mucha gente que entiende la guerra en España como el preludio de la II Guerra Mundial, la primera batalla internacional contra el fascismo. Viendo el panorama europeo actual, con Georgia Meloni en el gobierno de Italia o las encuestas en Francia y Alemania, ¿creéis que está en retroceso la cultura europea antifascista que se instaura en 1945?
David: Creo que es un lugar común creer que España es una anomalía por la pervivencia de aparatos y residuos franquistas. Eso no es tan cierto. Se sabe que también mucho del aparato del Partido Nazi pervivió. Fueron jueces, comisarios de policía, etc. Lo mismo pasó en Italia. Lo que ocurre es que ellos no tienen el descaro de aquí, porque perdieron la guerra y el que pudo se escabulló.
Y se ha ido instalando una equiparación en “igualdad” entre el fascismo y el antifascismo, porque el fin de la II Guerra Mundial es el inicio de la Guerra Fría, casi sin solución de continuidad. Eso es lo que impera ahora, un “ni fascista, ni antifascista”, igual que “ni racista, ni antirracista” o “ni machismo, ni feminismo, igualdad”. En fin…
Todo esto es fruto de quiénes tienen el control de la opinión pública. Pero no hay que negar, evidentemente, con todos los defectos de la Transición, que la democracia cambia radicalmente las condiciones en las que luchan las distintas fuerzas políticas. Lo que ocurre es que, tras décadas de relativa estabilidad y bienestar, no es tan fácil para el poder decirle al pueblo trabajador europeo que las va a pasar canutas porque hay que gastar su dinero en reforzar la OTAN, mientras ve que no tiene para sanidad o educación. O no es tan fácil hacerlo desde presupuestos democráticos y por eso vuelve a aparecer la reacción y el fascismo.
Manu: Hay un intento de “ir preparando el camino” (a la guerra) muy parecido al del periodo de Entreguerras. Al final, es un reparto económico: ¿quién mejor que los fascistas para acallar a los trabajadores?
Y, sin embargo, incluso Meloni en Italia no discute cosas de memoria que aquí la derecha sí discute. O recordemos a John McCain (ex candidato republicano en EEUU), que alabó a los brigadistas norteamericanos de la Brigada Lincoln. Cuando murió el último brigadista, escribió un artículo alabando la lucha antifranquista de sus compatriotas. Pero aquí en España, no.
Decía David, sin embargo, que tendemos a sobrevalorar el carácter democrático de Europa.
David: Esa convicción democrática ha tenido más que ver con el bienestar en Europa Occidental que con los valores democráticos. Si tú ves lo que se hizo en Argelia bajo dominación francesa o el colonialismo en América Latina, ves que hemos vivido en una isla de bienestar. O las injerencias de los Estados Unidos en las elecciones, desde el final de la guerra, para evitar que ganaran los comunistas en países como Italia.
Esos supuestos valores democráticos se esfuman. Lo vemos con la tolerancia con lo que está haciendo Israel en Palestina, por ejemplo.
Volviendo a la Batalla del Jarama, ¿qué tuvo de novedoso?
Manu: Fue una de las primeras batallas modernas. La primera batalla de la Guerra Civil en la que se ubican en un mismo plano los dos ejércitos.
David: Es un evento de dimensión internacional, con un equilibrio de fuerzas entre ambos bandos, donde interviene un ejército popular republicano, casi recién constituido. Es una batalla moderna también en el sentido de que interviene la aviación, la artillería y los carros de combate. Hay más similitudes con las posteriores batallas de la II Guerra Mundial, que con las batallas coloniales o anteriores.
¿Y cómo influyó la participación de las Brigadas Internacionales, por ejemplo, en su impacto en la cultura?
Manu: A veces se dice que la mayoría de los brigadistas eran intelectuales, no es así, pero es cierto que había muchos profesores, novelistas, periodistas…lo que provoca que se conserven más escritos o piezas muy bonitas de poesía. En la novela “¿Por quién doblan las campanas?” de Hemingway, aunque el relato no transcurre en la Batalla del Jarama, casualmente habla de la toma de un puente que por su descripción es similar al del Puente de la Paz en Arganda.
Hemos hecho exposiciones y también recomendaciones de libros, como uno que editamos en Atrapasueños sobre los brigadistas irlandeses.
¿Y cómo valoráis el reflejo de esta época en la ficción, ya sea en novelas o en series como El Ministerio del Tiempo?
David: Depende de lo que te pongas delante. Yo creo que perdura un relato falso de que había dos bandos que entre hermanos se mataron porque se habían enfadado o no sé sabe qué. No se refleja que hubo un golpe de estado contra un pueblo que reclamaba sus derechos.
También hay una visión épica y atractiva de la guerra que a mí no me gusta. Y cuando la guerra se refleja como un drama, resulta que todo el mundo es culpable. Cuando hay responsables de la guerra, y fueron quienes fueron.
Almudena Grandes, La Voz Dormida…son interesantes. No voy a ver “Raza”, claro. Ni leerme la “causa general”, en versión de novela de 2024.
En el ensayo, hay mucha diferencia entre historiadores que ves que en la bibliografía citan archivos de todo tipo, treinta páginas de fuentes, y otros libros que solamente citan un artículo de ABC o las memorias de no sé qué general. Pues hombre, haciendo ese pequeño estudio de comparar las fuentes se ven las diferencias.
Por ejemplo, los ensayos que intentan situar hechos previos como origen de la guerra.
Manu: Sí, como la muerte de Calvo Sotelo. Pero ya en febrero se compra armamento italiano y estaba Juan March financiando el golpe. Era evidente que prepararon el golpe antes.
¿Qué avances del Gobierno os parecen más importantes de ese periodo de la Segunda República?
David: Hay un reconocimiento general de los derechos de los trabajadores y de la participación política. Pero hay un artículo que me parece muy oportuno, y es que la República en un momento dificilísimo de la historia de Europa “renuncia a la guerra como instrumento de política nacional” (Artículo 6 de la Constitución). Y hubo una cosa muy tangible que fue la extensión de la cultura, había una creencia sincera en que para consolidar la democracia hacía falta la cultura y la educación.
Manu: Son cosas que también impactaron en Rivas. Se conserva una foto, creo que aparecía Victoria Kent, de una inauguración a una escuela infantil en el año 1935.
Pues con esa imagen en mente, despedimos la entrevista. Muchas gracias por ayudarnos a documentarnos sobre la Batalla del Jarama. Invitamos a nuestros lectores a que acudan a alguna de las visitas guiadas, para aprender más.