Posiblemente para Shakespeare, el verano de una de sus obras más conocidas, si cambiamos “cielo” por “sueño” en esta metáfora que abre el artículo del mes, significaba una estación más libre, más rebelde, más bulliciosa, más abierta y más festiva. Se desarrolla fundamentalmente en el campo, donde la noche, las hadas y las brujas, cantaban las “saturnales”, fiestas de carnaval y de bodas, en una noche estrellada y sin Luna.
Pues bien, voy a tratar del verano en este artículo porque también es una estación donde la noche y la observación toman más relevancia, no sólo porque “roba” horas al díasino porque con el calor, la hora de dormir se retrasa considerablemente, lo que se puede aprovechar para mirar más tiempo hacia el Cielo, porque, aunque no os deis cuenta, en verano vemos cosas que durante el resto del año NO podemos observar.
¿Por qué hay verano?, ¿Por qué hace calor? Parecen preguntas obvias, pero en el cosmos pocas cosas lo son. Aquellos que en el bachillerato estudiasteis las leyes del “movimiento” y concretamente las “Leyes de Kepler”, sobre las que se basa, junto con las de Newton, el movimiento de nuestro Sistema Solar, quizás recordéis la Primera Ley de Kepler: “Todos los planetas se mueven alrededor del Sol siguiendo órbitas elípticas. El Sol está en uno de los focos de la elipse”.Miremos la figura 1.En ella vemos un esquema de nuestra Tierra recorriendo un año alrededor del Sol. Como la órbita es una elipse, en algún momento la Tierra estará más cerca del Sol (perihelio) y en otro, más alejada (afelio). Muchas personas siguen pensando que en verano hace calor porque la Tierra está más cerca del Sol, lo cual parecería un buen argumento.
Craso error, porque la realidad es otra: La excentricidadde la órbita de la Tierra es muy pequeña, prácticamente circular, con un valor de 0.017, lo que significa que la diferencia entre el perihelio y el afelio es aproximadamente sólo del 3%. Además, la “prueba del algodón” es que nuestro hemisferio norte, en España, en Europa, la Tierra está más cerca del Sol en invierno que en verano, luego…debe haber otra explicación. La hay, esta es la “buena”:
Es la inclinación del eje de la Tierra la causa de las estaciones. A lo largo del año, distintas partes de la Tierra reciben los rayos del Sol directamente. Así que cuando el polo norte se inclina hacia el Sol, es verano en el hemisferio norte y, cuando el polo sur se inclina hacia el Sol, es invierno en el hemisferio norte y verano en el hemisferio sur. Por esta razón hace frío cuando los rayos caen inclinados y calor cuando lo hacen perpendiculares. Esto también depende de la latitud a la que nos encontremos respecto al ecuador, donde hay ausencia de estaciones.
Si miramos la figura 2 veremos que, a igualdad de intensidad, la superficie inclinada B es superior a la vertical A, lo que quiere decir que el calor debe repartirse en una mayor superficie; esto provoca más frío en toda la región B, respecto a la temperatura de A. Por eso hace frío en invierno y calor en verano.
Aclarado esto surge otra pregunta: ¿Por qué si la Tierra flota en medio del espacio no vemos siempre las mismas constelaciones? ¿Qué nos lo impide? Pues dos cosas en las que hay que reparar:
- La propia forma esférica de la Tierra que hace que detrás del horizonte no veamos más cielo, salvo que viajemos hacia el Sur.
- Porque hay una estrella enorme que “dirige” todo nuestro sistema, que se llama Sol y al cual no podemos mirar si no queremos fastidiarnos la vista y que “oculta” con su luz todo lo que hay detrás de él y en sus alrededores.
Así pues, ¡¡Ya lo tenemos!! ¿Qué nos perdemos en verano? Pues no veremos a Orión ni sus famosas estrellas que forman su cinturón, ni la Nebulosa de Orión, ni su inmensa estrella roja conocida como Betelgeuse. Tampoco veremos la constelación de Tauro ni su agrupación de estrellas azuladas Las Pléyades. No veremos Sirio, la estrella blanca del Can Mayor, que está sólo a 8 años-luz de nosotros, ni al León con su silueta perfectamente reconocible…y así sucesivamente en cuanto a las constelaciones por las que va pasando el Sol en verano, en este movimiento aparente, porque en realidad, no es el Sol, sino la Tierra la que se mueve en una trayectoria llamada “eclíptica”.
En cambio, sí veremos al Escorpión con su anaranjado ojo Antares y sus amenazantes pinzas y aguijón (figura 3) y también a Sagitario con la “tetera” o bien el arco tensado y las nubes moleculares del centro de la Vía Láctea (figura 4), que como sabemos alberga al “motor” de la Galaxia, un enorme “Agujero Negro” bautizado como Sagitario-A. Veremos al Águila, cuya estrella Altair junto con Deneb (en el Cisne) y Vega (en la Lira) forman el bello y famoso “Triángulo del Verano” (figura 5) y también veremos a Ofiuco, el “Portador de Serpientes”, y a Capricornio…y así todas las constelaciones que en invierno están “eclipsadas” por la enorme luz que irradia de nuestra “Estrella Central”.
En cuanto al cielo Sur sucede lo mismo, constelaciones como Scutum, Grulla, Corona Austral, Telescopio, Lobo, Pez Austral y Microscopio, pueden ser vistas gracias a la diferente inclinación relativa de la Tierra y a la posición del Sol que no “estorba” en estos meses veraniegos.
Todo ello, naturalmente… ¡¡Mirando al Sur en una noche de verano!!