“Cañada es un barrio, de aquí no nos vamos”

“Cañada es un barrio, de aquí no nos vamos”

Entrevista a Rahma Hitach, presidenta de AMAL

Una vecina de Rivas tiene que ser una vecina ejemplar para que de forma unánime las familias de su colegio (Hipatia, en este caso) la propongan para los Premios Julio Pérez al Compromiso Educativo, promovidos por el gobierno local. Es el caso de Rahma Hitach, la presidenta de la Asociación de Mujeres Árabes Luchadoras (AMAL).

Y es que hay que ser muy luchadora para soportar cortes de luz por el mero hecho de vivir en el sector 5 de Cañada. También hay que serlo para ser mujer y hacerse escuchar en un movimiento asociativo y conflicto político copado por hombres.

El grupo de mujeres que lidera, mayoritariamente de origen marroquí, ha generado una densa red de apoyo mutuo que les permite resistir. Lo que empezó como una acción de Cruz Roja se convirtió en un montón de mujeres con una asociación propia repleta de actividades, de clases de idiomas y que “se expande como un volcán”, dice Rahma. “Si una sabe inglés, enseña inglés; pero hay mujeres que no pudieron estudiar en Marruecos y aprenden árabe bien para poder aprender luego español”, explica su portavoz.

La asociación es sin ánimo de lucro, las propias mujeres son las voluntarias y se ayudan a comprender trámites con el médico, el colegio o cualquier otra tarea. También se coordinan estrechamente con la Fundación Secretariado Gitano, entidades vecinales, trabajadores sociales y el resto de actores de Cañada, con los que impulsan el espacio unitario de la Plataforma “Luz para Cañada”.

Buenos días, Rahma. ¿Cuánto hace que vives en el sector 5 de Cañada (que es parte de Rivas)?

Vivo aquí desde el 2007. Al inicio no teníamos problemas vecinales, ni con la Administración. Si estabas empadronado y respetabas lo que tenías que respetar, eras un vecino más de Rivas.

¿Y en los últimos años?

En los últimos tres años, con el corte de la luz, ha sido una revuelta total. Sí que he visto cambio y más rechazo, pero yo tengo la suerte de vivir en el Sector 5, donde la convivencia con Covibar es total. La gente del sector lleva a los niños al colegio allí o va a hacer la compra allí y la relación es buena, no nos ha afectado tanto.

La asociación está en el centro comunitario y nuestro trabajo está también aquí en Rivas. Es con el apagón cuando se nos empieza a diferenciar, por lo demás: mis hijos van al colegio con sus amigos como un niño más, con las AFAS y con los colegios es una maravilla. Nunca he sentido esa discriminación fuerte por parte de la ciudadanía o me han dicho mis hijos que estén incómodos o quieran irse.

¿Cómo ven ellos el hecho de vivir en Cañada?

Están contentos porque es nuestra casa y nuestra raíz. Es un barrio. Lo único que pedimos es luz, contrato y mesa de seguimiento, poder vivir en paz.

¿Cómo fue el momento en el que llegó la Comunidad de Madrid y Naturgy y os cortaron la luz?

Es un golpe. Fue inhumano. Te quedas ahí bloqueada, como si vieras a una madre que da el pecho a su hijo y se lo quitaran cuando aún tiene hambre. Nos decían que consumíamos no sé cuántos vatios. Han venido técnicos a medirlo y no llega ni a la milésima parte de lo que están comentando. La gente no es tonta y ve que es una burrada. Tenemos gente de la Universidad haciendo un estudio.

La excusa de la marihuana existe desde antes de que yo naciera, ¿por qué no se hizo nada antes? Entra, búscalo y quítalo. Pero deja a la gente humilde trabajando y buscándose la vida. No nos mates poco a poco la vida. Los niños tienen miedo de que nos vuelvan a quitar la luz, ahora que tenemos una situación algo mejor. Pero de aquí no nos vamos.

¿Cómo os habéis organizado en el sector 5 para paliar el apagón de la luz?

Hay una organización super bonita, empezando desde el Mario Benedetti, y siguiendo por las organizaciones vecinales y culturales. Lo que conseguimos a través de un proyecto de una asociación (Life Humanity) es instalar placas solares que nos permitan algo de suministro de luz. Entonces todas las familias nos organizamos en turnos de “un día sí y un día no” o “dos días sí y dos días no” y así vamos controlando el poder tener algo de luz. Pero claro, tú misma tienes que pagar mensualmente las placas solares, no hay apoyo de la Administración en esto.

Uno de los huertos urbanos de la asociación en la Casa de las Asociaciones

¿Y os alcanza con ese suministro intermitente y de baja potencia?

Con eso y con el butano y las estufas, se va aguantando la cosa. En verano, como hay más sol aguantan bastante las placas solares. Pero ahora en invierno la luz no aguanta. Y hay casas y casas, hay de todo en Cañada, también gente que lleva más de 70 años viviendo aquí, pero se pasa mucho calor en verano y mucho frío en invierno.

Hacemos mucho apoyo mutuo entre vecinos. Si hoy yo tengo batería y la tuya está agotada, pues a lo mejor te llevo el café caliente por la mañana. Pensaron que cortándonos la luz nos iban a separar y echar, pero al revés, nos han unido más.

¿Y en otros sectores?

También se apoyan y nos apoyan mucho. Incluido el sector 6, toda la zona de Valdemingómez que ahora no tiene luz ninguna, o incluido el sector 1, que es el que ya está legal. Son tres años y pico sin luz.

En el sector 5 hay muy buena colaboración, también en el sector 4 que no tienen ahora problemas con la luz. Somos sectores pequeños que han sido más fáciles de organizar, entre asociaciones culturales y vecinales. Echamos manos, pies y de todo, lo que haga falta.

¿Qué soluciones buscan otros sectores?

Creo que el sector 2 no tardará en legalizarse como pasó con el sector 1. Y en el sector 3 como está encima de las vías del tren es más complejo el estudio que requiere.

¿Os quitan la luz con el objetivo de echaros?

El objetivo de quitarnos la luz está bastante claro. Están creciendo las urbanizaciones de viviendas hasta Cañada, ya nos están comiendo, ya nos están saludando desde la ventana, casi. Alguien que compra un piso por no sé cuántos millones y va a saludar a unos que estén en chabolas. Es el valor del terreno donde estamos lo que se quiere.

¿Qué problemas cotidianos, con los niños o con la compra, os genera la falta de suministro eléctrico?

Ahora con organización, placas solares, baterías y butano, se puede. Pero cuando te quedas sin luz para la nevera, adiós todo, compartes lo que tengas con los vecinos y sacas la linterna para poder estudiar con tu hijo y que pueda hacer los deberes.

Mi hija con 5 años venía contentísima del colegio, queriendo la merienda y que viera el dibujo que había hecho ese día, pero lo primero que preguntaba era “¿hay luz en casa?”. Y eso te llega hasta el fondo, porque no quería ir a casa. Y en pandemia se complicó aún más todo.

¿Qué pensabas en esas situaciones?

Pues que esto no iba a quedar así. Me arremangué la camisa, como suele decirse, y dije que había que luchar. A mí nadie me cogió ningún permiso para quitarme la luz. Y yo luché bastante por mi casa, así que sé que mis hijos van primero, que mi casa va primero, y que no nos van a echar de aquí aunque me lleven muerta.

¿Qué reclamáis desde la Plataforma Luz para Cañada?

Nuestra luz. Es un derecho que tenemos que tener. Cuando nos dicen lo de “es que se enganchan y no pagan”, ¡pero si pago el triple ahora con el préstamo para las placas solares! Ven a quitarme el enganche, ponme un contador y estamos en paz.

Yo prefiero pagar 100 euros de luz al mes aunque luego pase hambre. No queremos vivir de gratis, esto es la luz para nuestros hijos y nuestros ancianos. O las personas con discapacidad, que tenemos también en Cañada.

¿Y cómo afecta en el terreno educativo que estéis sin luz?

A mí lo que más me impacta es las ganas que tienen los niños por superar las dificultades para estudiar. Incluso en Filomena, con toda la nevada, no dejaba ni un solo niño de ir a clase y luego se iban a una biblioteca para poder hacer los deberes. Algunos coles nos ayudan a cargar allí las tablets o los móviles, porque los necesitan para hacer los deberes.

El despacho de AMAL en la Casa de las Asociaciones de Rivas

En tu caso, en el colegio Hipatia, encontraste varias iniciativas específicas de apoyo.

El colegio Hipatia es una maravilla. Están ofreciendo a los niños quedarse hasta última hora para que puedan hacer los deberes, les ayudan a que puedan comer comida caliente. El agradecimiento es total.

También había gente que no conocía la Cañada y vinieron más de 200 niños y niñas a visitar el sector 4 y 5. Ahí está la casa de Miguel, un artista maravilloso. Vieron también la mezquita o la casa de asociaciones. Fue una experiencia maravillosa porque cambiaron la imagen que llevaban en su cabeza, que es lo que más nos duele, que si el “terrorismo” o la “droga” o no sé qué.

Nosotros hacemos un montón de actividades que los medios no suelen cubrir, como el festival de cine, o la obra de teatro “400 días sin luz” en la que pude actuar. Las puertas están abiertas a todo el mundo y luego cada uno elige cómo nos “pinta”, no somos de otro mundo, somos gente normal y corriente que quiere que se conozca su realidad.

¿Y cuál es la respuesta de las instituciones?

Estuvo por aquí el ex alcalde, Pedro del Cura, que es muy buena persona. Él está haciendo su trabajo, lo que puede, pero luego está lo que le mandan los de arriba.

Cada uno hace lo suyo. Trajo a la Cañada a la, como digo yo, “patrulla canina” a quitar los “enganches feos”. Algo es algo. Pero luego los grandes se ponen más fieros y es otro el plan. Yo tengo respeto a todo el mundo y contacto con todo el mundo.

Una de las instituciones que más os ha apoyado ha sido el Defensor del Pueblo. En su informe, por ejemplo, hablaba de enfermedades respiratorias y otros problemas sanitarios ligados al frío. ¿Cómo afecta la falta de luz en invierno a vuestra salud?

Imagínate. Aún con todas las mantas, coges bronquitis. Y la gente mayor tiene enfermedades que con el frío aumentan.

Imagínate el frío y el cuidado de tu hijo cuando lo sacas de la bañera y lo secas rápido y con cuidado y con miedo a que coja frío y al día siguiente esté tosiendo. Ahora el Ayuntamiento de Rivas nos ha ofrecido poder acceder a los pabellones para que los niños puedan ducharse con agua caliente. Pero lo sufrimos mucho en pandemia y cuando la nevada, que había gente sana a la que le empezaban a doler los huesos del frío. Yo invito a que la gente se imagine lo que sería su vida con un día, no una semana, sin luz. Cuando la gente se pone nerviosa normalmente solo con que se vaya un momento la luz.

El otro día me pasó una cosa en el metro: hubo un apagón y tres jóvenes que había en el vagón dijeron “¡otra vez, luz para Cañada ya!”. Eran jóvenes de Cañada, claro, que iban a una excursión. Y ahí se ve que estamos orgullosos de ser de Cañada y de Rivas.

-Te quiero preguntar por el Pacto Regional de Cañada, que es el acuerdo de solución al que se llegó entre las distintas instituciones. ¿Cómo lo has visto?

-Yo no estoy en contra del realojo, sobre todo para quién vive en una chabola o una infravivienda, ojalá que los puedan llevar a un sitio adecuado si ellos quieren. Pero dejas tus planes, tu colegio, tu gente. Que al menos les ofrezcan buenas condiciones y puedan acabar quedándose esas casas, no que en unos años les suban el alquiler y se queden otra vez sin nada.

Pero luego estamos también la gente que queremos estar en nuestra casa, que estamos en viviendas dignas.

¿Y cuál es la solución para quiénes queréis quedaros en Cañada y que se convierta en un barrio más? ¿Qué haría falta?

Cañada es un barrio. Para nosotros ya es un barrio, hay que sentarse y hacer un acuerdo, después de valorar las casas, ver los ladrillos y si vale o no vale para vivir. Quién quiera vivir allí porque tiene una casa adecuada que se respete y quién quiera irse que se respete también. Hay muchos barrios en Madrid que fueron como nosotros y se hicieron planes, adaptaciones, indemnizaciones, negocios, hasta llegar al barrio que son hoy.

Respecto a lo que decías antes del crecimiento de urbanizaciones, ¿hay intereses inmobiliarios en que se desmonte Cañada?

¡Tú dirás, si hasta vemos las máquinas desde el centro comunitario! Si vas a Vicálvaro, ves cómo todo está creciendo, cómo se comen el terreno y en la Cañada…pues se encuentran a personas en medio que somos de aquí.

¿Cómo se plantea este nuevo invierno?

Desde hace tres años es lo mismo. Cuando viene el invierno, siempre el miedo en el corazón. Nos preparamos con la estufa y el butano, mientras seguimos luchando por que devuelvan la luz a la normalidad y tener una solución para vivir como todo el mundo.

Cuando te sientes que estás cansadísimo, luego ves el calor de la gente, el calor de tus hijos, ellos también luchan a su manera. Ves a los niños que van cantando “luz, contrato y mesa de trabajo” o “Cañada unida, jamás será vencida”, en vez de “Rana, Cucú” (una canción infantil) o cosas de niños.

Si viera las dificultades y mis hijos quisieran irse, pues coges y te vas. Pero ves el vecindario, la tranquilidad, la cercanía con la gente de Covibar sin ningún rechazo, la red que se ha generado entre vecinos es muy importante. De aquí no nos movemos.

¿Qué aprendizaje te llevas de esta lucha?

Que vas aprendiendo y encontrando a gente que te apoya y que lo da todo. En la Plataforma tenemos abogados, profesores, asociaciones vecinales, culturales, de todo. Cada vez nos conocemos más. Si pensaban, como dije antes, que el apagón nos iba a separar, se equivocaron. Es al revés, cada vez estamos más unidos. La vida es bonita, pese a todas las dificultades.

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