Buscar

Adiós 2020

Por fin se fue. ¡Qué ganas teníamos! Es probable que este año que ha terminado, haya sido el peor de la historia para muchas personas o al menos de sus vidas. Aunque la humanidad haya vivido dos guerras mundiales, una Gran Depresión y muchas otras pandemias, lo cierto es que el 2020 ha tenido una serie de connotaciones que nos han obligado a reflexionar sobre el valor de la vida, la fragilidad del ser humano y, por supuesto, el enorme papel de la ciencia y la tecnología para contribuir en el progreso de los países. Ante una debacle como la vivida durante este año, no importa si unos países son más ricos que otros, las empresas más grandes o pequeñas o incluso qué tan poderosas desde la perspectiva económica, lo más importante es la capacidad de sus ciudadanos de entender que del cuidado particular, depende el bienestar colectivo. No se me olvidará aquel día que todo se detuvo: empresas, gobiernos, las personas y, en general, todo lo que representara exponerse en las calles. Esa escena de mirar por la ventana y encontrar la desolación y ausencia de todo, nos invitará a recordar la necesidad de la familia, los amigos y la interacción social. Hemos aprendido que no hay que confundir lo urgente con lo importante, que el mundo no es nuestro, sino que habitamos en él.

La pandemia ha reforzado el concepto de que no somos inmortales, ni invencibles; por el contrario, hemos sido testigos cómo de un simple plumazo, se puede borrar por completo el mundo como lo conocíamos y creíamos inalterable. Este país cuya principal fuente de ingresos es el turismo, ¿podríamos imaginar que se necesitara un rescate para la hostelería? Un sector que, junto al turismo, mayores divisas genera en España. Este 2020 que hemos dejado ha sido un año atípico. No puede compararse con cualquier otro. Nos ha inducido a esforzarnos más ante los cambios, nos ha obligado a un nuevo aprendizaje y resiliencia (capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, etc.). No pudimos viajar, pero quizá pudimos dedicarle más tiempo a nuestros seres queridos. Tuvimos que ponernos una mascarilla, pero al menos pudimos continuar respirando. No pudimos abrazar y besar a nuestros padres y abuelos, pero también aprendimos a decirles más veces “te quiero”. Si, el 2020 nos ha quitado muchas cosas, pero nos ha enseñado a valorar mucho más las que tenemos.

Con las nuevas vacunas parece que todo podrá volver pronto a la normalidad. Después de un año duro, de no poder ver a muchos de nuestros familiares,  la situación no va a ser diferente. El calor humano, los besos, los abrazos seguirán siendo los grandes ausentes.  Este hecho me hace, una vez más, darme cuenta de que el aprendizaje del año que dejamos es el de disfrutar nuestra libertad, de las pequeñas cosas y de los momentos compartidos que podíamos disfrutar y no valoráramos lo suficiente, pues era algo que conseguíamos sin hacer ningún esfuerzo, algo que dábamos por hecho que siempre tendríamos. Esto ha sido 2020 un año que se va, nos deja, para no volver jamás salvo en forma de triste recuerdo. Y en su lugar llega 2021 que nace con esperanza, pues es lo único que no nos puede quitar el virus, pero sin que sepamos a ciencia cierta cómo llegará a ser finalmente. Es la vida misma. El año 2020 será único e irrepetible; por la crudeza de sus días y la enseñanza de su tiempo y en honor a todas las personas que se fueron, y con amor para todas las que seguimos.

Ya se sabe que la primera víctima de cualquier conflicto es la verdad. Oyes a unos, lees a otros, y te das cuenta de que cada responsable político nos está enviando mensajes que buscan, o bien eludir su responsabilidad, o bien proclamar sus logros. Es inadmisible que en este país haya 17 formas distintas de protocolos para combatir la pandemia, para tratar la Navidad, etc., es una dejación de funciones manifiesta. La guerra no es contra el coronavirus, es entre ellos. Los profesionales sanitarios, que conocen la verdad porque la viven en sus carnes, se indignan y lo hacen saber a través de las redes sociales o a sus sindicatos, que funcionan como resguardo del derecho al pataleo. La verdad existe y sólo nos llega con cuentagotas.

Un año que nos ha dejado demostrándonos que el tiempo es un gigante que no se detiene, que nos deja amistades y vacios por quienes se fueron y que, además, es una oportunidad para volver a empezar. Hoy el mundo sigue girando y nuestros problemas seguirán siendo los mismos, pero también podremos sonreír al tener una página en blanco y mil historias por escribir y otras más que contar; que tenemos sonrisas nuevas por descubrir y también canciones por cantar, amores por vivir, viajes que hacer y música por escuchar. Seguir avanzando. El primer paso no nos lleva donde queremos ir, pero nos saca de donde estamos. Nunca es demasiado tarde para establecer un nuevo objetivo o para soñar un nuevo sueño. ¡¡Bienvenido 2021!!

Miguel F. Canser

www.cansermiguel.blogspost.com

 

¡Difunde la noticia!