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De democracia a democradura.

Maurice Joly. El despotismo moderno. Que nos gobierna.

No cabe duda de que el Maurice Joly 1864, se revela como un verdadero teórico. Expone y desarrolla la idea de un despotismo moderno, actualmente gobernando en nuestro país. Hace dialogar en los infiernos a Montesquieu y Maquiavelo y a través   de ellos desarrolla sus ideas.

El problema propuesto consiste en saber cómo puede injertarse un poder autoritario en una sociedad teóricamente gobernada por instituciones democráticas. Se trata de definir un “modelo” político que difiera de la verdadera democracia y de la dictadura brutal. Por su parte, el Montesquieu de Joly sostiene la tesis del continuo progreso de la democracia, de la liberalización y legalización crecientes de las instituciones y costumbres que habrán imposible el retorno a ciertas prácticas.

Que el autoritarismo sea personal o colegiado es una cuestión secundaria; lo que importa es la confiscación del poder, los métodos que es preciso seguir para que dicha confiscación sea tolerada –es decir, para que pase en gran parte inadvertida—por los ciudadanos integrantes del grupo de aquellas sociedades que pertenecen históricamente a la tradición democrática occidental.

¿Acaso no nos hallamos en un terreno conocido cuando leemos que el despotismo moderno  se propone “no tanto violentar a los hombres como desarmarlos, no tanto combatir sus pasiones políticas como borrarlas, menos combatir sus instintos que burlarlos, no simplemente proscribir sus ideas sino trastocarlas, apropiándose de ellas”? El primer cuidado que debe tener un régimen de derecha aparentemente democrático es, en efecto, envolver la confiscación del poder en un ropaje de fraseología liberal. Fundamental la manipulación de la opinión pública. A esta opinión publica es preciso aturdirla, sumirla en la incertidumbre mediante asombrosas contradicciones, obrar en ella incesantes distorsiones, desconcertarla mediante toda suerte de movimientos diversos…” ¿Cómo no identificar también una táctica clásica en nuestros tiempos cuando Joly hace que Maquiavelo aconseje al déspota moderno que multiplique las declaraciones izquierdizantes sobre política exterior con el objeto de ejercer más fácilmente la opresión en lo interno? Fingirse progresista platónico en el exterior, mientras en el país explota el terror a la anarquía, el miedo al desorden, cada vez que un movimiento reivindicativo traduce alguna aspiración de cambio… PODEMOS.

El artículo esencial de esta técnica para manejar la opinión pública se refiere por supuesto a las relaciones entre el poder y la prensa. También en este caso Joly percibe claramente que el despotismo moderno no debe de ninguna manera suprimir la libertad de prensa, lo cual sería una torpeza, sino canalizarla, guiarla a la distancia, empleando mil estratagemas. El Estado mismo debe hacerse periodista. Uno de los pilares del despotismo moderno es, entonces, la subinformación que, por un retorno del efecto sobre la causa, cuanto mayor es, menos la perciben los ciudadanos. Todo el arte de oprimir consiste en saber cuál es el umbral que no conviene trasponer, ya sea en el sentido de una censura demasiado conspicua como en el de una libertad real. Y, por añadidura, el potentado puede contar con la certeza de que difícilmente la masa ciudadana se indigna por un problema de prensa o de información. Sabe que en lo íntimo el periodista es entre ellos más impopular que el político que lo amordaza. Se trate de la destrucción de los partidos políticos y de las fuerzas colectivas, de quitar prácticamente al Parlamento la iniciativa con respecto a las leyes y transformar el acto legislativo en una homologación pura y simple, de politizar el papel económico y financiero del Estado a través de las grandes instituciones de crédito, de utilizar los controles fiscales, ya no para que reine la equidad fiscal sino para satisfacer los egoísmos de sus partidarios, la banca y las grandes empresas, intimidar a los adversarios, el miedo, modificar las constituciones sin tolerar que se las discuta en detalle, de exhumar viejas leyes represivas sobre la conservación del orden para aplicarlas en general fuera del contexto que les dio nacimiento, ley mordaza, (, de crear jurisdicciones excepcionales, audiencia nacional, cercenar la independencia de la magistratura, conseja del poder judicial controlado, fabricar diputados “incondicionales”

Lo que Joly aporto entonces a la ciencia política, es definición exacta y la descripción minuciosa de un régimen muy particular: el de la democracia desvirtuada, llamado cesarismo por los antiguos. Pero es un cesarismo moderno, que luce el ropaje del sistema político nacido de Montesquieu: un cesarismo de levita, o, lo que es igual, con disfraz de teatro.

La democracia desvirtuada tiene sus propias características. En estos tiempos en que, en aras a la invectiva, o por no desesperar o para ahorrarse el esfuerzo de analizar, se confunden los conceptos, conviene subrayar el hecho que este régimen no es el totalitarismo de las dictaduras clásicas. El origen se halla, desgraciadamente, la voluntad popular. Como escribió

un gran historiador de Roma, Jerome Carcopino, “es propio del cesarismo apoyarse justamente en la voluntad de aquellos a quienes aniquila políticamente”.

La intención y la astucia de los agentes de este tipo de régimen son el crear una mezcla de democracia y dictadura al que yo aplico el neologismo de “democradura” de Jean-Francois Revel, quien dirigió las críticas más duras hacia la izquierda y de ese lado recibió también los peores ataques. Porque si alguien se ha ganado con justicia ese título, hoy tan prostituido, de “progresista” en el campo intelectual fue él, Revel, cuyo empeño estuvo orientado a remover los clisés y las rutinas mentales que impedían a las vanguardias políticas contemporáneas entender cabalmente los problemas sociales y proponer para ellos soluciones que fueran a la vez radicales y posibles.

Las ideas de nuestro tiempo, que designa el uso abusivo del principio de la mayoría. Este régimen no es ni totalitarismo ni dictadura clásica; como tampoco el totalitarismo es sinónimo de dictadura clásica. La democradura no se interesan más que por el poder político y el económico. Si el ciudadano no molesta y no dice nada, no tendrá problemas.

El miedo social.

Naomi Klein (La doctrina del shock, 2007 “El miedo paraliza, bloqueando la inteligencia de quien lo sufre, desorientándolo y produciendo una regresión a un estado mental primitivo. Si este estado de shock se mantiene en el tiempo, el individuo no sólo experimenta una regresión mental, a la vez que se mantiene su desorientación y la anulación de su inteligencia, sino que, además, se pueden implementar en el individuo variaciones irreversibles en su personalidad que, en cierta medida, puede manejar quien lo produce”

La realidad impuesta es una construcción social, sin duda, y el marco del miedo y la desconfianza hoy es dominante”. Además, nos han trasformado en consumidores y no somos capaces de ver más allá. Una sociedad idiotizada.

El miedo es un instrumento sumamente poderoso que el neoliberalismo (que es sin duda mucho más que una teoría económica) lleva alentando y manejando desde hace mucho tiempo, como uno de los marcos de interpretación clave para entender la realidad y definirla

El miedo nos transformad en individuos sin voluntad de ser ciudadano dueños de nuestros destinos, nuestra única ilusión es consumir. Dejar la cosa pública, por nuestro bien dicen y lo aceptamos, en manos de políticos, que han hecho de la política una profesión rentabilísima para ellos y quien tenía que controlarles, la justicia, en manos de ellos.

Porque nos creímos las mentiras de la actual crisis.

Por el miedo. Quizás por eso nos creímos tan fácilmente, sin pedir explicaciones, sin reclamar análisis alguno, nos creímos la falacia, la gran mentira, de que los mayores responsables de la crisis fuimos nosotros, el pueblo, “vivíamos como ricos”, cuando los datos objetivos demuestran que la responsabilidad era de la banca y las grandes empresas, que sumaban el 58% de la deuda externa de nuestro glorioso país. El estado el 19,1 por ciento. Las familias el 20,6 % de la deuda. Y las pymes el 3%.

Una crisis que ha generado mucho sufrimiento y, en nuestro país, ha acelerado las tendencias a la degradación de las condiciones de vida y trabajo de gran parte de la población. Las respuestas a la crisis han reforzado el poder de las élites dominantes sin abrir vías sólidas para afrontar los problemas endémicos de inestabilidad o desigualdad, ni para afrontar en serio los retos que plantea la crisis ecológica.

Y las mentiras de los políticos aceptadas, provocó en el pueblo el miedo de que o transigíamos con un plan de austeridad o no arruinaríamos totalmente. Como desarrollaron esta comedia los cipayos al servicio de los poderosos, con la inestimable ayuda de los mal llamados medios de comunicación social, las cotorras parlanchinas.

A-Primero gritado a coro al pueblo, “habéis vivido como ricos”, tenemos que tranquilizar a los deudores, PSOE, PP.

B-Hay que modificar la Constitución para priorizar su el pago de la deuda sobre los

derechos sociales” ART. 135. PP, PSOE

C-No tenemos más remedio que aprobar una reforma laboral para semiesclavizar a la clase obrera, a beneficio de las grandes empresas, sobre todo.

D-Dedicar mucho menos dinero a los derechos sociales. EMPEZÓ el PSOE y lo remató el PP.

E-Tolerar el empleo en negro de millones de españoles ante el abuso de los patronos. F-Y por último ayudar a la banca PP, PSOE

1º¬ Rescatar los bancos en ruina a costa de pueblo.

2º- Crear un banco donde los activos tóxicos de los bancos pasasen a engordar la deuda del estado. El SAREB.

3 º Con la colaboración del banco central europeo, prestándoles el dinero al 0% y ellos no lo prestaban mucho más alto. PSOE, PP.

4º Bajar los impuestos sobre beneficios a la banca, millonarios y grandes empresas. Ello obedece a las ventajas específicas que disfruta el sector financiero en materia tributaria y que se suman a las deducciones que se pueden aplicar el resto de las empresas. Los bancos generan créditos fiscales, que pueden activar en los ejercicios siguientes, por los saneamientos realizados, por las aportaciones a los planes de pensiones de sus trabajadores o por la compensación de beneficios con pérdidas anteriores. El Santander no le sale a pagar el Impuesto de Sociedades desde 2011 pese a que nunca ha tenido pérdidas

En los últimos diez años, la entidad que ha cosechado más beneficios es, con diferencia, el Santander (63.428 millones de euros), pero su saldo fiscal por Sociedades ha sido negativo en 1.900 millones. Al banco que preside Ana Botín no le sale a pagar ese impuesto desde 2011, pese a que nunca ha incurrido en pérdidas, ni siquiera en 2017, cuando absorbió al Popular, un banco que supuestamente estaba en situación de inminente quiebra.

5º- Facilitar y dejand0 de perseguir el fraude fiscal de los ricos.

  1. Reduciéndola plantilla de inspectores fiscales y dedicándoles a perseguir a las rentas más bajas.
  2. Tolerancia absoluta ante la fuga de capitales a Paraísos Fiscales. Todas las empresas de IBEX 35 tienen sucursales en ellos, sin tener prácticamente actividad productiva alguna. Mas de 000

Conclusión, ¿y quién ha pagado esta fiesta? ¿La banca, las grandes empresas, los poderosos, los millonarios? “NO” la hemos pagado el pueblo llano y sin rechistar. ¿Cómo ha sido posible esto?, como no hemos reaccionado.

El miedo hace que estemos encerados en la caverna de Platón. La capacidad de manipulación es inmensamente mayor en la actualidad y debido a ello han logrado que una gran parte de la sociedad está atada a la caverna. La caverna en la que nos mantiene encerrados el bipartidismo neoliberal gobernante en nuestro país, en Europa con la imprescindible colaboración de la prensa.

Las consecuencias.

Estas políticas en defensa de los millonarios y los poderosos del neoliberalismo en nuestra sociedad han sido y son profundamente dolorosas y catastróficas.

En 2008 se pusieron de manifiesto muchos de los peores aspectos del capitalismo neoliberal, pero no fuimos capaz de verlo y la mayor parte del pueblo sigue sin verlo en la actualidad. Diez años más tarde, estamos más o menos en la misma situación, pero en muchas partes del mundo los problemas sociales y ecológicos se han agravado. Y existen nuevas amenazas que conducen a la barbarie. Por eso es tan necesario contar con alguna hoja de ruta que nos permita salir de esta situación. No la hemos tenido en el momento de la crisis (lo que facilitó que se acabara imponiendo la salida neoliberal). Y seguimos sin tenerla, demasiado ensimismados en cultivar las diferencias. Demasiado incapaces de construir un mínimo esquema a partir de las cosas que conocemos o deberíamos conocer. Urge una reconstrucción del pensamiento crítico que vaya más allá de la denuncia. Que aporte respuestas que nos alejen del mundo de la desigualdad insoportable, la catástrofe ambiental, la exclusión social y el autoritarismo que dominan el ambiente.

La lucha contra el capitalismo no sirve de nada si se limita a la denuncia de sus males. Requiere proponer formas diferentes de organización social. Y éstas deben partir del conocimiento de las experiencias sociales de los dos últimos siglos, de los éxitos y los fracasos. Pero exige un esfuerzo colectivo de construcción de propuestas transformadoras.

Deberíamos entender, trabajar y discutir contra la doctrina de que el mercado como el instrumento privilegiado para resolver los problemas económicos, sociales y ecológicos porque esto supone ignorar su carácter sistémico y el orden jerárquico natural, lo que provoca un

efecto contrario al que se le supone: en lugar de resolver los problemas contribuye decisivamente a la destrucción de la naturaleza, a la polarización de la riqueza y a la desintegración social. Debemos entender que el mercado esté al servicio del bienestar social sostenible. Así que debe pasar de ser amo a convertirse en siervo. Y todo ello en colaboración de las entidades sociales, sin ellas nuestras posibilidades son nulas.

Diez años después de la crisis financiera, la tímida izquierda tenemos mucho que reprocharnos. Las finanzas internacionales son ahora tan poderosas como antes de 2008 y el poder empresarial está aún más concentrado.

Los partidos socialdemócratas fracasaron de forma vergonzante a la hora de plantear una respuesta progresista a la crisis y fueron tímidos en vez de valientes.

El proceso de desafiar el estado de las cosas careció de un análisis completo sobre lo que había causado la crisis. Había un discurso ecologista, un discurso keynesiano y un discurso marxista, y todos tenían sus méritos y sus partidarios. El problema es que los progresistas fueron cada uno por su lado. Eso abrió la puerta a un discurso que pocos pensaron que saldría victorioso en septiembre de 2008: el que decía que la crisis se originó porque los gobiernos y ciudadanos habían gastado demasiado.

Aunque ahora empiezan a meternos otro miedo, los emigrantes. Y nos lo estamos tragando, otra vez una muestra de que seguimos siendo una sociedad idiotizada. Seguimos en la caverna, el síndrome de Viernes nos paraliza.

El neoliberalismo, por un lado, y la alternativa de derecho social, por el otro.

En el primer caso es fácil, sigamos sin pensar, sin ser libres, dejamos a los millonarios, poderosos y sus acólitos gobernantes seguir haciendo lo mismo. Sin olvidarnos de que durante los últimos años el socialismo se ha limitado a pintar las fachadas y no tocar las estructuras del poder. Es decir, aunque los necesitamos deberemos desconfiar.

En el segundo caso salgamos de la caverna, perdamos el miedo, Pero tenemos muchas lecciones que aprender:

La primera es, que los progresistas tenemos que ganar la batalla de las ideas, y que eso significa recuperar el control de la enseñanza de la economía. Se han dado algunos pasos sobre este asunto desde la crisis financiera, como la financiación por George Soros del Institute for New Economic Thinking, un foro para el pensamiento heterodoxo. Pero incluso aunque el colapso de 2008 fue el resultado del fracaso de unas ideas económicas, los responsables de esas teorías inútiles continúan estando bien colocados en los campus universitarios. El progreso ha sido lento.

Una segunda lección es, que un programa político progresista empieza desde arriba, con una crítica panorámica general, y de ahí baja a las políticas específicas. Eso fue lo que funcionó en os años 40, cuando el consenso de posguerra se basaba en un simple concepto: nunca más. El control de la economía y la gestión de la demanda partieron de ahí.

La tercera lección es, que los progresistas debemos tener claro qué es lo que quieren los neoliberales. La izquierda permanece dividida entre los que piensan que la única opción es trabajar dentro del capitalismo global –como hicieron Bill Clinton y Tony Blair y el Psoe–, los que como Roosevelt pensaban que se necesita un enfoque más radical, y aquellos que creen que el capitalismo está tan podrido que ya no puede salvarse.

La cuarta es, que se necesitamos humildad. No hay duda de que la naturaleza del debate ha cambiado desde la crisis, en parte a causa de la austeridad, en parte por la actitud indulgente ante los bancos. Pero hay cosas sobre la vida moderna que gustan a la gente: la facilidad para comunicarse y para viajar; el hecho de que por el mismo dinero de hace diez años se puede conseguir un teléfono móvil más sofisticado o una mejor comida en el restaurante. Hemos colaborado en construir una sociedad de consumidores, tanto tengo tanto valgo. Cuando la izquierda radical ha llegado al poder, no se ha cubierto siempre de gloria.

La quina es, escuchar la lección más importante que Joly nos proporcionó “, que la democracia no consiste en que haya apoyo popular — los peores potentados a menudo lo tuvieron — sino en que haya reglas que codifiquen el derecho absoluto del hombre a gobernarse a sí mismo, a ser libre”

«Hubo un corto periodo de tiempo en que los grandes poderes estuvieron a la defensiva», dice David Hillman, director de Stamp out Poverty y uno de los organizadores de las próximas protestas en la City de Londres. «Las fuerzas progresistas no pudieron aprovecharlo. No ha cambiado nada sustancial y vamos como sonámbulos hacia otra crisis».

Eso lo resume todo. En realidad, los progresistas nos merecemos una segunda oportunidad, pero ¿es posible que la tengamos? Y la duda es si esta vez estamos mejor preparados.

Deberíamos combatir el miedo de la sociedad y empezar a generar esperanza. Demostrar que si queremos Podemos.

Quien no sabe que en España hay corrupción, empezar halar de que no es el problema principal. El problema principal es la falta de una justicia realmente independiente y con medios, que posibilite que cualquier, ciudadano, como si de es los nuestro sea juzgado rápidamente y pague sus culpas. Y mostrar cual puede ser el camino para conseguirlo.

Presentar un estudio del camino para reindustrializar el país.

Analizar y mostrar que podemos hacer que la banca esté al servicio del pueblo, y no el pueblo a su servicio.

Lo mismo respecto del cambio climático, y cualquier otro que consideremos imprescindible.

Y cuando decimos podemos nos referimos a todo el pueblo. Y para ello mostrar como podemos entre todos conseguir una democracia participativa. Claro que para ello deberíamos empezar en Podemos donde esta, a pesar de las promesa y resoluciones de nuestras asambleas esta bastante lejos de ser una realidad. Y empezar en nuestras organizaciones, dar el poder realmente a los militantes ya que “empezamos a caer en el cesarismo”

Demostrar que si queremos superar esta situación Solo el pueblo unido puede acabar con la democradura que nos gobierna e instalar una auténtica democracia.

Eulogio González Hernandez.

Bibliografía.     Larry Elliot. Monde diplomatique.

Maurice Joly. Diálogos en el infierno. Entre Maquiavélico y Montesquieu Emmanuel Lévinas. El otro y Yo

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