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La guerra de las vacunas y el negocio de los laboratorios

La vacuna contra la COVID-19 desarrollada por Pfizer/BioNTech entró en la vida de los españoles el pasado 27 de diciembre de 2020, día en el que se comenzó a administrar, mientras que la de  Moderna lo ha hecho recientemente. Y está previsto que el fármaco creado por AstraZeneca y la Universidad de Oxford se sume a la lucha contra la pandemia.

Mientras tanto se ha desatado la guerra de las vacunas y a todos los niveles. Hace menos de un mes solo el 40% de los encuetados decían que sí se pondrían la vacuna, el resto decían esperar a la evolución de resultados, en este momento ya es más del 70% lo que dicen que sí están dispuestos a vacunarse.

Pero ahora precisamente no hay vacunas. Ha ocurrido, ni más ni menos que lo de siempre en la economía capitalista de mercado, ‘no es la salud lo que importa, sino el negocio’. Los estudios dicen que antes de fin de año el 70% de la población de los países occidentales estará vacunado, mientras solo el 2% del resto de países, estos últimos pagan poco o no pagan por las vacunas.

En este momento nos encontramos que los fabricantes de las vacunas, no suministran a la Unión Europea el número de dosis comprometido por contrato y esto a pesar de que los desarrollos en los laboratorios que las han sintetizado, quienes los han pagado es la Unión Europea. Pero aquí entra en juego el negocio y el ‘mejor postor’. Parece que los laboratorios están vendiendo vacunas, las partidas que tendrían que entregar a Europa, a otros países que las pagas más caras, cuatro o cinco veces el precio de las europeas o más incluso. Entre estos países está Israel, Emiratos Árabes y otros.

Los laboratorios se justifican diciendo que los pedidos de esos países eran anteriores a los de la UE, pero eso no se sostiene: un fabricante sabe cual es su capacidad de producción y aunque tenga pedidos anteriores (cosa poco creíble), lo que no hace es vender la producción que no puede suministrar, solo es posible la rotura de stock si lo vende por otro canal.

Varias preguntas se desprenden de esta cuestión ¿Qué tipo de contratos firmó la UE?, ¿no existe penalización por incumplimiento?, ¿la UE no podía desarrollar su propia vacuna, incluso más barata?, ¿qué pasa con las otras vacunas desarrolladas en otros países y que ya se están inoculando con éxito?, etc.

Los contratos firmados por la UE con los laboratorios son opacos y con clausula de prohibición de su publicación ¿qué es lo que ocultan?

Ante la falta de suministro de vacunas ¿por qué no se recurre a vacunas que llevan inoculándose desde hace varios meses (Cuba, Corea, Canadá, China, Rusia…? En varios países, entre otros España hay desarrollos bastante avanzados y que solo les falta apoyo económico ¿por qué no se apoyan esos desarrollos?

Muchos interrogantes que inducen a desconfiar de los negocios, de las intenciones, de los compromisos, de las responsabilidades…, e incluso hasta de las vacunas.

Durante los últimos meses no ha parado de salir información sobre estas vacunas de Pfizer y Moderna. Sin embargo, hay otros fármacos que están siendo desarrollados en diversas partes del mundo y que han caído en olvido. Empresas de Cuba, Canadá, Corea o India continúan sumidas también en encontrar una vacuna que permita inmunizar a la población.

Cuba

En Cuba, según ha anunciado el director del Instituto Finlay de La Habana, tiene el objetivo de inyectar 100 millones de la vacuna Soberana 2 a toda la población antes de que acabe el año.

Soberana 2 ha comenzado ya con los ensayos clínicos de la segunda fase, en la que participan 900 voluntarios. Se estima que, en caso de que no haya imprevistos, pudiera entrar en marzo en la fase III, la última antes de ser aprobada, para la cual se utilizarían 150.000 voluntarios.

Cuba ha tenido que recurrir a desarrollar su propia industria biotecnológica y la producción de sus propios medicamentos y su vacuna por los problemas en las transacciones comerciales con otros países como Estados Unidos.

Ahora, el Instituto Finlay de La Habana ratificó la firma de un acuerdo con el Instituto Pasteur de Irán para “complementar” sus ensayos clínicos. “Esta sinergia nos permitirá avanzar más rápido en la inmunización contra la #COVID19 en ambos países”, señaló la entidad cubana en su cuenta de Twitter. Este acuerdo se debe a que la baja prevalencia del virus en Cuba impide realizar estas pruebas de forma efectiva.

Una vez desarrollada, Cuba se compromete a donar millones de vacunas a otros pueblos como el palestino, que Israel se niega a vacunarlos.

Canadá

En el continente americano, además de las famosas vacunas desarrolladas por Moderna y Pfizer, hay otra muy prometedora que está siendo creada por una pequeña empresa canadiense llamada Medicago, que tiene como accionista a la mayor empresa tabaquera del mundo: Philip Morris. La peculiaridad de este fármaco es que desarrolla la proteína del antígeno contra el coronavirus gracias a las plantas de tabaco. En noviembre de 2020 este candidato vacunal inició la fase II/III de los ensayos clínicos para evaluar su eficacia, seguridad e inmunogenicidad tras los prometedores resultados de la fase I.

Asia

En Asia, además de las conocidas vacunas chinas Sinopharm, CanSino y Sinovac, también hay otros países que tienen varios proyectos ilusionantes. Destaca especialmente Corea del Sur, que trabaja en la elaboración de cuatro vacunas. Además, Turquía, Kazajistán, Israel, Tailandia o Vietnam son algunos de los países asiáticos con proyectos en desarrollo. También resalta por encima del resto India, que ya ha aprobado el uso de emergencia de la vacuna Covanix, desarrollada por la empresa indígena Bharat Biotech, aun estando todavía en fase de prueba.

La vacuna rusa

La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, la llamada Cofepris, autorizó el uso de emergencia de la vacuna rusa Sputnik V, tras el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador de que la próxima semana llegarían 24 millones de dosis para aplicarse en 12 millones de personas –porque se requiere refuerzo–. La primera dotación de 200 mil vacunas llegará de Moscú en unos días. A México le urgían las vacunas y el presidente ruso, Vladimir Putin, le echó un salvavidas.

La Cofepris autorizó la Sputnik V sobre la base del expediente que le proporcionó la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica de Argentina, la ANMAT. La vacuna rusa Sputnik V, de acuerdo con el Fondo Ruso de Inversión Directa, es 91.5 por ciento efectiva. Nadie en el mundo la ha autorizado salvo Rusia, Argentina y ahora México, sumándose estas dos últimas naciones a Bolivia, Venezuela y Bielorrusia.

JuanM del Castillo

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