En los últimos años se ha extendido el uso del término sinhogarismo para referirnos al fenómeno social que afecta a las personas sin hogar. Más allá de tópicos, no existen unas causas únicas y establecidas para explicar cómo una persona acaba viviendo en la calle. La muerte de un ser querido, la pérdida de un empleo, una ruptura sentimental, la pérdida de vivienda, etc. pueden colocar a cualquier persona en una situación límite difícil de superar.
Los últimos datos del INE arrojan que hay un total de 28.552 personas sin hogar en España. Probablemente este dato sea mayor porque esta encuesta solo refleja los datos de las personas usuarias de los centros del sistema de atención, es decir, no contempla a aquellas personas que no pasan por dichos centros, y deja fuera a menores de edad y a los municipios por debajo de 20.000 habitantes.
Por cada 100.000 habitantes, en España hay 86,6 personas sin hogar. Por comunidades autónomas, las mayores tasas se sitúan en la Ciudad Autónoma de Ceuta (391,4), País Vasco (315,9), Comunidad Foral de Navarra (214,7) y Cantabria (182,6). En el caso de la Comunidad de Madrid, existen 67,3 personas sin hogar por cada 100.000 habitantes, por debajo de la media nacional.
En Rivas Vaciamadrid no tenemos datos de cuántas personas viven en la calle. En otros municipios de la Comunidad de Madrid donde se ha detectado esta problemática, se han llevado a cabo recuentos nocturnos de personas sin hogar para saber cuál es la incidencia real y el número de personas que duermen en la calle. Alguno ha llegado a implementar una Estrategia Municipal sobre Prevención y Atención a las Personas en Situación de Sinhogarismo, haciendo un diagnóstico inicial de la situación de personas sin hogar. Que en nuestra ciudad no se hayan acometido este tipo de medidas nos permite deducir que no es una problemática existente, o que tiene una baja repercusión.
Miremos un poco más allá de este fenómeno, muchas veces ligado a situaciones de salud mental o adicciones, y pensemos en la necesidad de un hogar, en el sentido más amplio. Su ausencia impide el desarrollo de una vida digna, plena e independiente. Porque no hablamos solo de una necesidad básica de alojamiento, seguridad y protección, sino también del pilar de un proyecto de vida personal, familiar y social.
Desde ese punto de vista, en Rivas sí tenemos un problema, desgraciadamente, y el Ayuntamiento lleva años agravándolo. Nuestros jóvenes tienen especialmente difícil iniciar esa vida independiente por el encarecimiento de la vivienda hasta límites inasumibles, mucho mayor que en otros municipios de nuestro entorno, e incluso que de muchos distritos de la propia ciudad de Madrid.
Esta situación es el resultado de la política de este Ayuntamiento, que estrangula la creación de vivienda obstaculizando todo lo que puede y más la concesión de licencias urbanísticas. El precio de estas políticas lo pagan las nuevas generaciones, que ven frustradas sus expectativas vitales en algo tan básico como la vivienda.
La ley establece que las Administraciones Públicas deben “destinar suelo adecuado y suficiente para usos productivos y para uso residencial”. Este Ayuntamiento, en lugar de destinar suelo a la construcción de viviendas, tiene paralizado un desarrollo urbanístico residencial en el Consorcio Urbanístico Rivas, con más de 3.000 viviendas, y la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV) debe a la Agencia de Vivienda Social de la Comunidad de Madrid más de seis millones de euros, que precisamente financian la política de vivienda para quienes más lo necesitan.
Le pido al Ayuntamiento que no descuide las políticas sociales que necesitamos para luchar contra el sinhogarismo, como ya hace la Comunidad de Madrid. Pero también denuncio su cinismo, y pido hablar de los problemas que afectan a muchos: las clases medias necesitan vivienda, y ese sí es un problema que tenemos en Rivas. No oculten su responsabilidad, agravada por su pésima gestión en la EMV. Y si no quieren rectificar, nosotros, en la próxima legislatura, lo haremos, por el bien de todos los ripenses.