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Que la esperanza no se vuelva mal humo.

En el año 2010, aquí en Rivas Vaciamadrid, se organizó El Primer Foro Social de Rivas. Eran reminiscencias de aquella consigna “otro mundo es posible” que agitó con optimismo el comienzo del siglo y que había tenido en Porto Alegre el faro y guía. Era el contrapunto al sarao neoliberal capitalista en el que se jaleaba la globalización como una locomotora imparable por los vericuetos del mundo mundial, sin que nadie pensara ni en el maquinista, ni en el sistema de frenada. Era la excitación frente a la esperanza.

Recordamos la participación cigüeñera, siempre con nuestra tendencia carnavalera, con aquel cartel que rezaba: “Otro mundo es posible, pero hay que trabajar, ¡no veas!”. Teníamos ilusión pero con tiento y es que la historia y sus hieles no suelen dejarnos ganancias y andamos siempre con retintines.

Y de aquella querencia posibilista de los que se menean y piensan, hemos ido pasando a la ironía traumática del “otro fin del mundo es posible”, porque hoy, la palabra común, reprimida todavía en los discursos pero omnipresente en las conversaciones es “colapso”.

Hay negacionistas del cambio ecológico, indiferentes, hipócritas que hacen chistes sobre el tema y trabajan el sálvese quien pueda, adinerados que  se fugan de las grandes urbes a las zonas mas preservadas del planeta. Pero, también, hay seres humanos que tienen tristeza ecológica (solastalgia), que responde  a una doble pesadumbre: la pena por la pérdida de lo que existía y la angustia por la ausencia de porvenir.

El cambio climático es una violencia lenta, cada vez mas rápida, que exige una preparación física y emocional, una relación afectiva de escucha y ayuda mutua, y una vida interior que no se paralice ante el miedo, ante la creciente atmósfera de amilanamiento.

La pandemia del covid19 ha hecho pensar a mucha gente sobre su lugar en el mundo. Seguro que hay mucha gente dispuesta a arremangarse, que no quiere aceptar lo inaceptable como si fuese una catástrofe natural y no una consecuencia de un sistema capitalista que se ha demostrado no solo injusto sino también insuficiente.

Cuando hemos ido a llevar a nuestros hijos/as o nietas/os al Colegio este pasado mes de Septiembre nos hemos encontrado con un trabajado paisaje para conseguir Zonas de Bajas Emisiones de CO2 alrededor de nuestros escolares, hemos vivido una afluencia de caminantes que nos alegra, hemos concretado que es posible “hacer algo” por congraciarnos con el medio ambiente.

Por descontado que el ambiente hispánico de fricción política al uso descontará ánimos porque cuando la corrupción es recompensada y la honradez se  convierte en un auto sacrificio, es difícil mantenerse en la serenidad necesaria, pero no nos podemos permitir que la conclusión sea que estamos en un final de ciclo y que esta sociedad está condenada y lista para sentencia.

Deseamos volver al lema de que otro mundo es posible. Necesitamos creer y trabajar por el.

¡Animo, serenidad, valor para ello y que la esperanza no se vuelva mal humo!.

Salud y comunicación desde El Pregonero programa informativo de Radio Cigüeña.

www.radiociguena.org

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