OPINIÓN

¿Qué determina que unos ciudadanos no sean iguales que otros?

¿Qué determina que unos ciudadanos no sean iguales que otros?

Noticia trágica: como consecuencia de las últimas lluvias, la Cañada Real Galiana se ha inundado, principalmente en su paso por Rivas. Los ‘estanques de tormentas’, situados junto a la M50, en el término municipal de Coslada, debido a la cantidad de agua de lluvia caída, se han reventado, discurriendo a toda velocidad por los que eran sus cauces naturales, hasta llegar a la Cañada Galiana, donde están ubicadas numerosas viviendas, la mayoría de construcción endeble y precaria, arrastrándolo todo: casas, enseres, vehículos, animales y personas. El tremendo aluvión de agua y barro ha ido arrastrando lo que se encontraba a su paso, originando además tapones y embalsamientos, causando con ello más daño si cabe. El agua ha subido hasta más de dos metros, llegando a cubrir viviendas enteras.

En esta población, donde la mayoría son chabolas construidas con restos de materiales de deshecho, de una sola planta, carentes de agua y de luz muchas de ellas, capaces de aguantar poco más que las rachas de viento, ahora no han resistido. A cerca de siete mil personas que habitan esta zona de la Cañada, la tormenta, las malas condiciones y la desidia de las administraciones, les han dejado sin nada.

Pero aquí no han llegado los focos mediáticos, no han acudido periodistas, ni tampoco televisiones. En ningún momento se ha manifestado la guerra entre partidos para determinar de quien es la culpa, todos eran conocedores de la situación, todos la han consentido año tras año, todos han hecho oídos sordos a sus llamadas de socorro, las de antes y las de ahora.

Tampoco hemos tenido ocasión para alabar las filas de voluntarios/as que acudían raudos para ayudar, ni los coches de bomberos, escabadoras, camiones grúa cargando los vehículos destrozados, muebles y electrodomésticos embarrados, colchones empapados…, ni policías, guardias civiles, políticos, monjitas…, arremangados sacando aguas sucias y lodos de las casas, de la mezquita o el barro de las calles. ¿Y el presidente o el rey y la reina, dónde estaban que no han aparecido? ¡Quizás es que no se han enterado! Pero tampoco se ha presentado la UME, probablemente Margarita Robles no les dio la orden en el momento oportuno…

Y de los 16.000 millones en ayudas, los créditos ICO a bajo interés, condonaciones de impuestos, etc. De todo eso, ni que hablar. Estas gentes son olvidados, hay que esconderlos, dan mala imagen… ¡Mejor que nadie se entere!………………………………………………………..

Todo este relato es solo una ficción, pero podría haber sido cierto, o serlo en cualquier momento en que se desaten lluvias torrenciales en esta zona del sureste de la Comunidad de Madrid.

La franja de la Cañada Real Galiana está situada sobre un terreno arcilloso, que casi no drena y ante una gran tormenta, el agua solo correría desbocada hacia las zonas más bajas. Todas las construcciones, las más sólidas y también las chabolas, están ubicadas en zonas de vaguada, por donde, en caso de una escorrentía con cierto volumen de agua y otros materiales, lo arrasarían todo.

¿Por qué son diferentes los ciudadanos y ciudadanas de los pueblos de la Comunidad Valenciana que han sufrido las inundaciones, que los que viven en la Cañada?

Por supuesto que los afectados por ‘la dana’ en Valencia son merecedores de todo tipo de ayudas, las administraciones públicas tienen que posibilitarles recuperar su vida cuanto antes. Pero éstas, también tendrán que asumir sus responsabilidades, cada una en la medida que les corresponda. La catástrofe no habría ocurrido o habría afectado mucho menos, si no se hubiera construido en los cauces de los ríos, si se hubieran acometido las obras de canalización, protección y saneamientos necesarias. Y sin duda, si cada cual hubiera estado en su puesto, ejerciendo sus obligaciones en el momento preciso en que era necesario.

¿Pero, y en la Cañada? Todavía no han sufrido inundaciones de tal envergadura, aunque padecen diariamente condiciones de vida bastante similares a las de los afectados por las lluvias torrenciales, como: no disponer de las mínimas condiciones para vivir, carecer de agua potable y de energía eléctrica, de canalizaciones de fecales adecuadas, de imbornales de recogida de agua de lluvia, calles embarradas, etc. Todo esto, a pesar de una condena expresa de la Unión Europea por negarles el suministro eléctrico y otros servicios. Las vivencias del día a día de estas personas no distan mucho de las que padecen los afectados por la dana.

Lo escrito al principio de este artículo es solo una ficción, que ojalá nunca ocurra, pero ahora, las autoridades competentes están a tiempo de evitarlo. Y sobre todo, es hora de concluir partidas económicas suficientes para dar solución definitiva a todas estas personas que son ciudadanas, como lo somos el resto y como lo son los afectados en la Comunidad Valenciana; para ellos no se han escatimado esfuerzos y millones, que pagamos entre todos y todas. Pues nosotros y nosotras decidimos, que, ya que somos iguales, a los habitantes de la Cañada las administraciones les tienen que atender de igual manera que a los demás, viviendas dignas, servicios adecuados, trato igualitario…

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