A lo largo y ancho de este periodo que abarca más de un año, mucho se ha hablado de la necesidad de la cultura, la música, el teatro, la literatura… ¿El arte? No, del arte no.
Nadie duda que cada una de estas disciplinas, de una manera u otra, conforman el material testimonial, la arqueología presente mediante la que pensamos y de la que, ojalá, algo quede.
Han sido momentos, ya antes se habló de ello, en los que las voces más autorizadas ¿? Expresaron y exponen la necesidad de la enseñanza del arte, del vínculo con lo tangible, de hacer… Es posible que alguien le suene mi persistencia como una particular campaña, y tal vez lo sea, pero vamos a exponer algunas de las claves para intentar visibilizar y poder entender el agravio comparativo en el que se encuentran los artistas plásticos frente a otras disciplinas, a saber.
Sin duda educar en materia de arte es un valor. La cuestión es cómo se educa y si sabemos establecer diferencias que sí sabemos elaborar para otras disciplinas. En este sentido el “rodaje “de los alumnos y alumnas se desarrolla poniendo en valor sus capacidades para articular experiencias bien sea en forma de texto, algún intento musical, pequeñas piezas teatralizada o elaboración plástica, durante los periodos escolares y formativos.
La cosa cambia cuando no sabemos por qué, quien más quien menos ha sabido diferenciar el valor que ha tenido la cultura en manos y voces de quien desarrolla esta labor con carácter profesional y la implicación que ello supone. Referente a actores, actrices, músicos, escritores, técnicos y gente de la cultura en general, nadie ha dudado en empatizar con el frenazo que ha sufrido su actividad y reconocido la generosidad de estos colectivos para desarrollar diferentes iniciativas.
Así, en la medida de lo posible, se ha intentado buscar estrategias de recuperación, con merma de público desde luego, para que cada cual tuviera un mínimo de posibilidad con el fin de reemprender su labor. Nadie habló de artistas plásticos. Sí se habló de “hacer cosas”, es decir, de hacer algo parecido a manualidades; como si de esto tratara la actividad de los artistas plásticos y fuera prescindible su presencia y visibilidad porque, claro, todos somos artistas… Esto lo puede hacer cualquiera.
Se negó y se niega la realidad que han vivido, viven y vivirán la gente de las artes plásticas. Los escenarios profesionales no han estado a la altura del resto de disciplinas y el valor del procedimiento ha sido suficiente para argumentar el valor del arte como “terapia “ no como una actividad que cataliza proyectos y obras.
La educación en este sentido resulta fundamental. Hay que conocer por qué hay personas que siguen pintando, qué testimonio ofrecen y ubicarlo en el contexto de la actividad, no adaptar la actividad a los parámetros de otras disciplinas artísticas, incluso, en la percepción del modo en que el sector de las artes plásticas genera ingresos para poder continuar.
En el fondo cuando hablamos de recuperación de todos estos sectores, estamos hablando de vender entradas, de ofrecer una oferta que anime la demanda. Y en ello las instituciones, algunas mas que otras, han puesto de su parte. En unos casos ofreciendo alternativas de manera que ciertas corporaciones han corrido con parte de los gastos e incluso asumido un porcentaje de la taquilla. En materia de artes plásticas no ha existido nada de esto. No se ha propiciado ningún tipo de iniciativa relacionada directamente con los trabajadores y las trabajadoras del sector.
Claro, que el arte es caro. De dinero no se habla, es de mala educación…y precisamente por eso he tenido la desfachatez de investigar acerca de los precios de contratación de, simplemente, una orquesta (ahora tristemente paradas) para animar el cotarro en las fiestas de diferentes localidades de la periferia de Madrid…los precios sin duda resultan oscilantes y pueden alcanzar más de 20.000 euros por una noche. He tenido la desfachatez de preguntar por la retribución recibida tras una actuación tanto por taquilla como por caché…también oscilante… ¿Alguien ha preguntado por el precio de una obra, una pintura que, por su naturaleza, quedará y formará parte del patrimonio del adquiriente? Algunos se sorprenderían…Y el problema es debido al cambio de perspectiva con el que se mira y ve el trabajo de unos y otros. Nadie ha propiciado, ni animado al consumo de cultura en materia de arte. No se han arbitrado puntos de encuentro ni puesto en valor el trabajo de las artes plásticas más allá del valor “terapéutico”…Y así, la incertidumbre se hace certeza. Poco o nada quedará del trabajo de los y las artistas que hoy llevan a cabo su trabajo. La iniciativa privada no está por la labor y la pública a otra cosa ¿Dónde acabará tanto trabajo que aguarda en los estudios? Pero no por ello queremos dejar de significar el esfuerzo que aquí en Rivas ha realizado la corporación municipal, reformando el Centro García Lorca, la accesibilidad a la nueva sala de exposiciones y otras dependencias reubicadas. La cuestión es ¿Y ahora qué? ¿Se seguirá manteniendo el enfoque ocioso con categoría de aficionado a todo aquel que exponga satisfecho su trabajo? En fin…ya habrá ocasión de hablar a cerca de los centros de interpretación del patrimonio, las aspiraciones de los espacios museísticos y su función; de momento, seguiremos trabajando y muchos jóvenes, ilusionados, seguirán matriculando su futuro en la facultad de Bellas Artes, veremos.
Juan Antonio Tinte