OPINIÓN

Lo que parece luz nunca es luz

Si sigues insistiendo en un lenguaje irracional (que es el instrumento número uno del confundir a los demás), ya nunca puedes tener la razón, aunque sí lo parezca (repito: aunque sí lo parezca con muchas mentiras floreciendo o triunfando inmoralmente).

Cualquier realidad consiste en un lenguaje (o en unas reglas) y, por eso, para entender y aceptar cualquier realidad se ha de entender asimismo las reglas que conlleva, siempre su lenguaje. Obvio.

Una democracia sólo funciona (o se entiende) en base a un lenguaje democrático en donde una igualdad de participación es lo que prevalece. Una educación sólo funciona (o se entiende) en base a un lenguaje lo menos confuso o subjetivo, por lo que será el lenguaje estrictamente racional sólo el idóneo, y no otro. Evitando las confusiones.

He ahí que no es tolerable el que cada cual quiera saber alguna verdad o estar (en esta sociedad) preparado en algo útil sin respetar la sensatez o sin usar toda la amplitud del lenguaje racional. No, ¡no y no!, no se puede consentir que tú digas algo a contrarrazón, ya sea porque lo deseas (en ego) o ya sea porque estás preso (no libre) a las órdenes de una confusión social, la cual te domina o te anula en dignidad como persona. Eso es nada más que así.

¡Evidente!, si ya te han demostrado racionalmente que ningún hecho (a través de una voluntad) puede ser “afortunado”, pues ¡no lo es por mucho capricho que tengas!; y, a partir de ahí, cualquier insistencia con consecuencias en un lenguaje socialmente responsable, es sólo tu error o tu loca perversidad si hay un recrearte con tal error.

¡Evidente!, si la Tierra no es plana, el que tú insistas más y más es únicamente locura. Lo que pasa ahora que la globalización (o la era de Internet) ha dado licencias de irresponsabilidad o de estupidez a muchísimos; y, además, de ninguna miserable forma quieren enterarse de algo sensato o de algo racional o equilibrado. Sin embargo, se encierran ellos/as en ciertas élites o plataformas de comunicación, las cuales crean su propio encerramiento o “lenguaje racional falso” o una curiosa maña de manipulación o paranoia.

Es cierto, lo primero que crean es netamente ya un clientelismo (basado en seguidores, en “borregos”, en colaboradores, en radioyentes o en simpatizantes); y ése mismo clientelismo “a la fuerza” (o como requisito para otros concretos beneficios) siempre ha de aceptar o sobrellevar un lenguaje totalmente irresponsable, irresponsable de dignidad, muy estúpido o, en el fondo, señuelo para que todo continúe con unos fijos argumentos paranoides.

El caso es que todo va directo a que prevalezca la mentira o un pensamiento de caverna (o de servilismo) ante el cual no sirve ya ninguna educación ética; aunque, lo más grave, es que se justifican muy sutilmente (sin reticencias de decencia social alguna) todas las barbaridades irracionales. Es como lo que está ocurriendo en Gaza, a blanqueo inmoral imparable, en horror, como una sangre fría de nuestra civilización.

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