OPINIÓN

La sanidad no es un capricho, es una necesidad

La sanidad no es un capricho, es una necesidad

La última epidemia de gripe y de otros virus respiratorios, como la Covid (con la que ya nos hemos acostumbrado a convivir, pero de la que no debemos despreocuparnos), registrada a finales de 2023 y en la primera mitad del mes de enero del nuevo año, ha provocado un incremento sobresaliente de visitas a los centros de salud. La situación epidemiológica llevó al Ministerio de Sanidad a hacer obligatorio el uso de las mascarillas en los centros sanitarios de todo el país a partir del 10 de enero, con la oposición radical del Gobierno de la Comunidad de Madrid, con su presidenta a la cabeza y con el grito de ¡Viva la libertad, carajo!, al más puro estilo Milei.

Si hay algo que garantiza la libertad y la igualdad entre la ciudadanía es el acceso a un buen sistema sanitario universal, público y de calidad. A tenor de las políticas del Gobierno Ayuso en  materia de sanidad (suyas son las competencias), podemos afirmar con severidad que en la Comunidad de Madrid somos cada vez menos libres y que la desigualdad se sigue extendiendo por toda la región, con especial incidencia en el sur y el sureste.

Es un dato que no les gusta, pero es la realidad de nuestro día a día: Madrid está  en el furgón de cola de las comunidades autónomas en gasto sanitario por habitante. Esa estrategia de  desmantelamiento progresivo del sistema público de salud está provocando que la Comunidad de Madrid lidere el porcentaje de población con seguro privado (38,1%).

La Comunidad de Madrid necesita cambios profundos en la gestión de la sanidad pública. Estos cambios vendrán de la mano de un gobierno progresista que planteé una revisión radical en el modelo implantado por la derecha en las tres últimas décadas, y que lo haga en base a tres ejes: la prevención y promoción de la salud, una correcta distribución del personal sanitario y un refuerzo en la atención primaria.

La desigualdad reinante entre las áreas sanitarias y las distintas comarcas de la Comunidad de Madrid, más remarcada si cabe entre el norte y el sur, se acrecienta de forma extraordinaria en ciudades como Rivas, donde el Gobierno regional del PP sigue sin garantizar los recursos necesarios para prestar a nuestros vecinos y vecinas una adecuada atención sanitaria. No hablamos solo del cuarto centro de salud, una infraestructura fundamental para atender a más de 20.000 vecinos y vecinas del barrio de la Luna y una reivindicación histórica de la ciudadanía de ripense. Hablamos también de los nuevos Puntos de Atención Continuada, las antiguas urgencias de Atención Primaria (cambiar a las cosas de nombre no soluciona ningún problema), que más de la mitad de las noches abren sin médicos en Rivas.

La Comunidad de Madrid suele aludir a la falta de médicos para justificar esta situación, pero no es cierto que no haya médicos en España. Lo que sucede en Madrid es que el Gobierno regional pretende hacer caer su incompetencia política sobre los hombros de los médicos, aun a costa de su salud. Hasta 60 pacientes por turno atienen los médicos de Atención Primaria en la Comunidad de Madrid, sin tiempo para el paciente y generando una formidable situación de estrés laboral en el facultativo. Sueldos bajos y contratos basura hacen el resto. Lo mismo sucede en las urgencias hospitalarias: este verano, la mitad de los médicos de urgencias del Hospital del Sureste, de referencia para Rivas, dimitieron de sus puestos ante la situación laboral que venían arrastrando desde hace ya demasiado tiempo. Parece evidente que el problema no es tanto de cantidad, sino de calidad en el servicio.

La última idea brillante de la Consejería de Sanidad pasa por ofrecer a los pacientes una cita en otro centro de salud si su médico de cabecera no está disponible o está de baja, quebrando la necesaria relación de confianza que se establece entre el médico y el paciente, y obligando a un vecino que un municipio pequeño, con un solo centro de salud, a desplazarse al municipio vecino (cuando no a uno más lejano) por la mera incompetencia del Gobierno Ayuso.

Acudir al médico no es un capricho, es una necesidad y, en ocasiones, una urgencia.

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